En mi novela un personaje está muy preocupado con denunciar un comportamiento bastante antisocial relativo a la relación que tienen las personas. Es como si cada vez se perdiera más la idea de lo que es el amor. Como si fuera muy raro de encontrar.
Los escritores están ahí desde que el mundo pretendió hacer historia. No hay civilización que no haya querido respetar a sus escritores, pero ser escritor significa revolucionar: significa cambiar algo.
El mundo ya tiene a sus líderes, en ocasiones se disfrazan de sabios, responsables, dirigentes..., pero en realidad son como los de siempre..., recuerdo a una compañera que decía que si los niños cada vez están más idiotizados, o pasan de los valores, es por culpa de Disney..., claro, claro..., que si la gente se droga más es por culpa de los anuncios antidroga ..., que la gente se insensibiliza por esos anuncios que se emiten para que la gente conduzca mejor... En definitiva: si recibes el consejo de que debes conducir mejor y no te gusta el consejo entonces harás exactamente lo contrario..., esa ley es de Bill Cosby y no, no es un pedagogo.
¿Es posible que del dicho al hecho haya trecho? |
Que resulta que Amaral saca una canción que coloca a los políticos en el punto de mira con acusaciones inventadas, para que la gente visualice una realidad diferente..., y hay quienes los acusan de ser unos vendidos, unos aprovechados para sacar tajada.
Si el artista se chuta es un perdedor, si dice en un anuncio "No a las drogas", es un hipócrita porque luego él se toma no sé cuántas..., esa gente es crítica con el autor, pero no con la obra - esa gente no lee, no divaga entre líneas, no pretende ir a más..., prefiere la farándula, las carantoñas, el marrulleo..., todo lo que critican es justo lo que son. No van más allá del título de una canción, no leen la letra, no se paran con su música..., no analizan - son planos e inmundos, incapaces de transmitir o indagar sobre las complegidades de este mundo.
En realidad esos son los autores aprovechados. Han sido colocados en un lugar demasiado importante y, por definición, se comportan como son: unos trolls. Ya expliqué lo que significa para mí en otra entrada la ley de Nelson, un principio que ayuda a entender cómo enfoco mi obra. Los trolls, sin embargo, tienen la oportunidad de aparecer, pero no les presto mucha atención..., los dejo casi como al margen: reconozco esas intromisiones, pero luego las ninguneo por machistas, absurdas, tumulto...
Mientras tanto, sigue habiendo una Gran Guerra, donde la información es lo más importante. La cultura es lo que podría recolocar a los responsables en su sitio; sin embargo, ¿qué es lo que provoca que no fluya las noticias adecuadas y los análisis correctos? La existencia de personas que NO TIENEN NI PAJOLERA IDEA en los propios medios de comunicación.
Gente a la que pagan para hacer una crítica y se la pasan por el mondongo. Ni han leído una línea. Ni han escuchado una nota. Si les hiciéramos una pregunta básica, ni pajolera idea. Y hablo de periodistas.
Lo que pasa es que es más fácil juzgar por las tapas que por el contenido de la obra. Mucho más fácil. Es así como piensan los trolls: necesito una víctima, iré contra éste artista, no pasa nada..., yo estoy inmune a las críticas. El artista puede que sufra un porcentaje de pérdidas, lo cual podría provocar que no puedan publicar su siguiente trabajo..., pero yo seguiré donde estoy porque el mundo es así de absurdo y no rindo cuentas ante nadie por las tonterías que escribo y que repercuten.
Ese es el mundo donde vivimos. Y cada vez se ven más publicaciones así.
Nos venden la historia fácil. No se paran a indagar si realmente hay algo detrás. Como cuando mataron a un músico; los periodistas le preguntaron a quienes lo mataron (a los guardias civiles), pero tuvo que salir la esposa para desmentir todas las conjeturas que eran necesarias para justificar que un agente disparara a matar a un hombre supuestamente armado con un cuchillo. Los periodistas no contrastaron, se quedaron con una historia - sólo una. No indagaron y provocaron un aumento del conflicto.
Nos cuentan historias que no son creíbles, no encajan con una cocina básica. Y luego no se enmiendan, no nos dicen qué pasó con ese guardia civil que mató a un posible inocente, no nos terminan la historia..., y nos dejan ese sabor de boca de que no nos saben contar las cosas porque todo está a medias. Las historias no consiguen terminar de amoldarse a lo que escuchamos. Nos incomodan. No empatizan con nosotros y, para resolverlo, incluyen parches que en realidad en vez de justificar lo injustificable, dificultan aún más las cosas con ese cinismo que les caracteriza a los de la casta de los que tienen la hegemonía de los medios de comunicación.
Entonces es muy fácil mover hilos, hablar con la gente, decirles qué es lo que no encaja..., y ellos se plantean dónde está la credibilidad. No es difícil - sólo hay que darse cuenta de que las historias tienen que tener un principio, un propósito y un resultado.
Cuando son los propios medios de comunicación los que nos traen a sus propios trolls: como las feminazis disfrazadas de feministas, los quemaiglesias disfrazados de laicos, los fascistas disfrazados de neoconservadores, los antisemitas disfrazados de antisionistas, etc..., nos damos cuenta de que el problema es que no se tiene intención de indagar porque una ya está muy cómodo en su escaño particular. Tiene su trabajo, y puede escudarse en que lo que ofrece es una opinión.
A mi juicio, cuando una opinión es difamatoria con respecto al trabajo ajeno YA no es una opinión, es una crítica. Y las críticas ya están estandarizadas de una manera bastante bien pensada: título de la crítica, resumen, análisis y contexto. Añádese si se quiere un esquema de lo que se critica pero, en definitiva, quien nos da sólo el título de la crítica es porque supuestamente tiene un análisis en el cajón.
Un mal análisis nos trae un mal título para la crítica. Un periodista que quiere dárselas de ser un buen crítico, que quiera echarle la culpa de los problemas que hay en la sociedad a los autores, a los artistas..., necesita haber hecho previamente un buen análisis, haber contextualizado la obra, ser capaz de resumirla..., si no, su titular será una auténtica mierda, si no, una trolada.
Pero esas criaturas mantendrán su puesto mientras hay cientos y cientos de periodistas que se MATAN por conseguir ese puesto de trabajo que algunas personas desprecian no dedicándole ni cinco minutos para corroborar alguna estúpida teoría que se les haya pasado por la cabeza.
Vamos, que si hay violencia en los institutos, la culpa no la tienen los directores del centro, noooo. Vamos a echarle la culpa a los padres, a los medios, a esas noticias tan violentas que se ven..., ¿y qué pasa con el profesional que supuestamente se dedica a eso justamente? ¿No es justo el director de un centro el primer y único responsable de la aplicación de las normas de convivencia?
Pero claro, ¿se van a expulsar a alumnos que se pasan de violentos? ¡Qué crueldad! En mi libro ya hubo un apartado para esos temas: el concepto del apercibimiento y el mensaje que hay detrás del discurso entre quien aperdibe y el apercibido ¿Por qué no podemos apercibir a los malos críticos? A esos que fingen que hacen su trabajo, que trolean para justificar algún tipo de plan de dominación reptiliana iluminati de control político difamatorio...
¿Por qué se mantiene en nómina a quienes SABEMOS que no hacen su trabajo por muy simple que sea?
Mi obra habla del deseo de que el amor vuelva a las personas y que se normalice todo. Que cuando la gente vea un absurdo, su sentido común le haga entender que ese tipo de reglas son justo las que suenan a broma, las que no se cumplen. Que no tengamos que explicar porqué esto es amor y porqué esto es odio, la diferencia no está tan a flor de piel como mucha gente nos intenta convencer.
La peor de las dominaciones es la que somete a quien no tiene medios ni para saber que debe defenderse.
Un saludo y no olviden comentar. No quiero sentar dogmas.