Carmena o es idiota o es una cínica.
Van con la pretensión de convertir
el caso de Miguel Ángel Blanco
en algo exclusivo de un partido
La democracia no puede ser destruida, pero sí puede ser hipotecada ¿Qué pasaría si cada vez que secuestraran a un político pudieran afectar a las decisiones de reinserción de delincuentes organizados? Ya vimos cómo, en su momento, Zapatero intentó destruir el espíritu de Ermua; y ETA mató en contra de sus asquerosas tesis. Aún así siguió haciendo algo en contra de la opinión de las fuerzas de seguridad, a las que merman y cuestionan su el trabajo.
Por alguna razón que aún sigo sin comprender, la gente sigue creyendo que una persona puede ponerse en medio y llevarse todo el mérito de un equipo que hay detrás. La democracia no funciona así. De hecho, debería ser delito el que a un sujeto le atribuyeran los méritos de manera que afecte expresamente en contra de sus genuinos autores. Y esto debería de ser así porque la democracia se sustenta en la meritocracia, la justicia, que es lo contrario de los corporativismos, las hermandades, los clasismos...
Yo todavía no comprendo cómo es posible que se siga dando palos de ciego, de hecho, ya he renunciado a que se comprenda. Quizá, dentro de veinte años, aproximadamente, para cuando esas ideologías vacías desaparezcan, se verán las cosas de manera más fría y se comprenda que hay una agenda persistente.
De todos los recursos literarios persistentes, el primero que se enseña a los niños pequeños es el de la argumentación: hacer un resumen o esquema de lo que dice la obra. Se trata de establecer cada uno de los pasos, uno a uno, que van marcando las ideas clave, los mensajes, de la obra. Este recurso es el de la agenda: el mensaje y los objetivos.
En la novela Luces y Espectros aparece esta idea reflejada de muchas maneras; de hecho, el epílogo es una colección de agendas. Sin embargo, para que una agenda persista, convenza, no basta conque sea coherente.
Recuerdo que el ilustrador de esta novela me lanzó una crítica al respecto: es coherente en los tiempos. Esa idea lo que dice es que las diversas agendas cuadran: la historia central tiene pies y cabeza. Es decir, el lector puede hacerse un mundo posible a partir de lo que se va relatando. El lector puede rellenar los huecos que le falta a la novela comprendiendo que los personajes son líderes de sus intenciones, y esas intenciones son sus correspondientes agendas. Este eón es el que les da la vida y la consciencia; una razón para existir.
Por eso, tras ver dos noticias que se contradicen de una manera tan pasmosa juntas me parece cuanto menos decepcionante: el acercamiento del preso Leopoldo López y la celebración del espíritu de Ermua. Dos agendas completamente contradictorias que no cabrían en una novela convincente y que, por tanto, están destinadas a olvidarse. Al menos alguna de las dos historias no podrá convertirse en un hito histórico, salvo que se convierta en una recaída.
El cáncer de la democracia es lo peor que puede pasarle a un sistema. Desde dentro pequeños sistemas intentan coherentemente destruir el macrosistema y, poco a poco, acaban sustituyendo sus tejidos. El mensaje coherente es sustituido por una suerte de emponzoñamiento ideológico sin base argumental; pero coherente dentro de una agenda oscura. Algo que, de hecho, nos recuerda a los masones, las corporaciones, etcétera...
Puedo comprender que Leopoldo López deba acabar en libertad debido a que el juicio que se celebró no tenía todas las garantías procesales. Pero de ahí a creerse el mondongo que nos suelta ese golpista que fomenta la violencia, protagoniza montajes, que obstaculiza al sistema y no condena la muerte del inocente..., yo a eso lo llamo terrorismo. Y si no hay leyes para encarcelar a alguien que se comporta así, entonces primero tipifíquese, constrúyase una orgánica capaz de levantar la Justicia sobre el país... Ningún país, que yo conozca, es puro en democracia; Venezuela tiene aspectos mucho más democráticos que España y, por otro lado, otros que debe mejorar. Pero sorprende cómo la prensa se olvida del espíritu de Ermua justo cuando toca hacer homenage de Miguel Ángel Blanco. Me parece farsante, cínico y bochornoso.
El concejal de Ermua es famoso porque fue raptado; su historia se reduce a que si no se acercaban los presos entonces Miguel Ángel moría. La respuesta, por primera vez en la historia del país, ya no era que un empresario hubiera sido capturado a cambio de dinero (personalmente estoy a favor del pago del llamado "impuesto revolucionario" ante algo tan trivial como eso), lo que se pretendía era que el acto del delincuente quedara impune para inferir sobre el poder del Pueblo. Y eso es intocable.
En la medida en la que podemos empezar a tocar esas cosas, ya entramos en un juego donde los violentos tienen las armas y, por ello, también el poder democrático. Es el mismo razonamiento de dónde se encuentran los límites del humor, dónde está el cáncer de las malas artes - se encuentra justo en la ausencia de deportividad. Allá donde se pretenda machacar a las víctimas se encuentra el límite del humor - porque entonces ya no tiene gracia, ya no tiene mensaje ni consciencia.
Consciente que soy de cómo están las cosas en este país, después de los adoctrinamientos sociales de la etapa de Zapatero, llené la novela de juegos, deportes..., para que las personas pudieran comprender que no vale cualquier deporte; no valen cualquier conjunto de reglas..., sólo las que sean coherentes, las que alberguen un objetivo y, al mismo tiempo, permita a ambas partes ocupar un lugar dentro del Pacto Social.
Nunca en la Historia de la Humanidad conocida, ha habido una sociedad que perdurara sin la existencia de un Pacto Social. Lo hemos visto, por ejemplo, en los monarcas; no podían disfrutar de una hegemonía absoluta de su poder. Tan sólo se veían esos casos extremos ante situaciones extremas: como en los desiertos áridos del imperio persa o en los desiertos helados de la vieja Rusia. Sin embargo, ya sean califas o zares, sus gobiernos no duraban. Asímismo, los dictadores en España nunca han durado demasiado. Las monarquías más poderosas eran las que reconocían el contrato del vasayage; donde los nobles limitaban el poder del monarca.
Cada vez que un imperio conseguía, de un modo u otro, alcanzar algún tipo de hegemonía absoluta..., algo acababa por destruirlo. Sin mensaje, sin consciencia..., eso no puede prosperar. Lo que acabó con el imperio español, por ejemplo, fue más la burocracia y la inflacción, la mala gestión, que los intropelios que pudieran provocar algunos elementos que, en definitiva, no serían más que meros detonantes para una explosión en cadena que acabaría por hacer sucumbir una estructura vacía de contenido.
El espíritu de Ermua se llamó. Consiste en reconocer LAS REGLAS DEL JUEGO. Y aceptarlas. Te llames como te llames. Ya seas Maduro o Leopoldo López. Los dos tienen que cumplirlas. Los dos. El que manda es más responsable, pero que el que no condena es más hijoputa. Yo, al menos eso, lo tengo claro. Y, por una vez, me gustaría que la gente volviera como entonces a levantarse y alzar la voz al unísono en defensa de la integridad de una persona. Al fin y al cabo, ¿a quién no le asqueó el trato privilegiado y corrupto que recibió DeJuana Chaos? ¿A algún aspirante a presidente? ¡Pues mejor que no pise el poder! Porque a ese le da lecciones Maduro de lo alfeñique que es.
En definitiva, acercar a Leopoldo López, sin una justificación técnica o una rectificación acompañada de una acusación por prevaricación..., todo eso es claudicar y de mala manera. Todo eso es impropio de una democracia y, al final, será imposible avanzar a partir de ese cuaderno de bitácora. Los sucesores no podrán encontrar las reglas en las que basarse para aprender de todo ello algo con sentido.
Suficiente hasta aquí
espero haberos ayudado
a comprender la peculiar muerte
de ese concejal
y de cómo ETA consiguió perder
fuerza de convicción
como se observa en los vecinos que callan.
(Por si alguien se pregunta el porqué de mis palabras gruesas, es porque realmente siento que no debo esperar absolutamente nada del 95% de mis compatriotas. Una mitad defiende que Venezuela es una dictadura por la conveniencia corporativista de la ideología liberal. La otra mitad defiende que el espíritu de Ermua es partidista para conseguir el relativismo moral y la hegemonía mesiánica del político de izquierdas por encima de los DDHH mediante la decoherencia del lenguaje. Los dos bandos me producen el mismo asco y considero que no hay nada que hacer.)