sábado, 17 de junio de 2017

Las últimas coletadas

Todo apunta a que mis aportaciones a las letras no van a causar mella. 
Veo que, poco a poco, ya he tocado fondo
mis aportaciones al mundo de la ficción no parece que vaya a más


Vine, probé y no cuajó. Las ventas de mi libro las convertiré en una inversión a largo plazo, no parece que vaya a vivir de él. Puede que pruebe a contactar con alguna editorial para ver si me subvencionan la continuación, donde desarrollaría el alto plano astral pero, como dudo que me respondan, al final la humanidad se va a quedar con las ganas.

Mis teorías sobre los recursos literarios supone encontrarle la base científica a las letras. Sin embargo, por mucho que he intentado venderlo como una teoría científica, hasta ahora no he encontrado a nadie que la quiera ver como tal. Así que me va a tocar pasar a un estado más pasivo, puede que redacte un convenio..., o no. Ya veremos. En cualquier caso, debo reorganizar mis apuntes algebraicos; hay muchas matemáticas detrás. Y es una pena que no se vayan a probar mis tesis empíricamente, como es debido.

Otra cosa en la que me he dado cuenta es en la desvinculación de los medios con la realidad. Siempre ha sido muy común ver al periodista adherirse a una tesis ideológica con el fin de justificar su tertulia: lo último fue ver a una periodista intentar convencernos de que los psicólogos ven en abrir las piernas un comportamiento agresivo (cuando en realidad los cazatalentos saben que es un comportamiento sumiso, de extroversión - y cruzarlas es poner barreras). La ideología está intentando desplazar hacia los hombres las represiones (ir contra su psicología) que se habían impuesto contra las mujeres. Absurdo. Y todo por no querer documentarse, por querer tener razón.

Yo sé que en televisión es fácil sucumbir al error y a la exageración. Lo vemos en los youtubers. Pero también es cierto que lo inteligente es lo que se viene a llamar un humor más blanco: intentar evitar las ideologías y casamientos; intentar evitar el tener razón, pues de lo contrario uno puede pillarse las manos. Se puede comprender que en ocasiones hay quien crea que tiene razón, pero es fácil saber cuándo es probable que no la tenga: cuando sus pares le cuestionan. Yo, por desgracia, no tengo la suerte de ver cómo me cuestionan mis ideas - más allá de troladas; por eso no comprendo el comportamiento de algunos periodistas.

Cuando pienso en uno de los mayores errores históricos que ha vivido nuestra civilización en la Revolución Francesa, no puedo pararme a pensar cómo es posible que estas cosas no se estudien como es debido en ciencias políticas - para perseguir tales vicios. Sin irme demasiado lejos, en informática se tiene reconocido dos tipos de vicios sociales: los lamers y los autoinmunes. El lamer es el que se te pega para que parezca que entre los dos formamos equipo, cuando en realidad tienes que tirar de él. El autoinmune es el que cree que todo el mundo es un lamer.

Digamos que algo parecido ocurrió en la Revolución Francesa: apareció una izquierda y una derecha; como cuando en ingeniería están los analistas y los tecnócratas. Los analistas gustan de resolver las cosas a su manera, valiéndose de cálculos propios (sin olvidar el documentarse y la tecnología), mientras que los tecnócratas gustan de valerse de la tecnología y la documentación ajenas (sin olvidar las fórmulas propias). Los que se ponían a la izquierda de la corona abogaban conque el pueblo francés sería más feliz bajo unos esquemas muy diferentes a los actuales, los que se ponían a la derecha consideraban que la orgánica actual podía mantenerse y satisfacer a todo el mundo. Y yo me pregunto, ¿cómo es posible que haya gente que esté plenamente segura de qué es lo que quiere todo el mundo en todo momento?

Con los años estuve construyéndome una tesis al respecto de la idea de democracia, y comprobé que casaba con una tesis doctoral que encontré por Internet..., básicamente, no es cierto que los fundamentos democráticos sean relativos a una ideología: de hecho la única idea de democrácia posible debería de ser independiente de toda ideología.

Podemos partir de la dicotomía encontrada en El Príncipe de Maquiavelo. En términos de esas cartas, los pueblos pueden ser autócratas (y depender del Estado) o ser republicanos (y depender de las propias familias). Sin embargo, si nos fijamos un poco: no se trata de depender exclusivamente del estado, pues supone convertir al autócrata en sectario. Ni tampoco consiste en dejar a las familias en la indefensión, pues supone convertir al republicano en un sociópata. Considero que sectarios y sociópatas son psicologías incompatibles con la democracia. De la misma manera que el autócrata se parece más al republicano federal, y el no autócrata al confederal. Aunque hay que admitir que, tras leer El Principe, parece como si Maquiavelo considerara que el pueblo italiano estaba siendo víctima de las sectas formadas por las mafias y, por tanto, las definiciones se tendrían que enfocar de otra manera.

A partir de la lectura que hago, considero que cuando se es un demócrata se apuesta por una república federal o confederal, dependiendo de la ideología de cada cual, pero que no pueden defenderse ideas ni sociopáticas ni sectarias; por mucho que se disfracen de derecha o izquierda respectivamente en este país. También he llegado a hacer otras dicotomías en este blog, pero desde otros puntos de vista: no hay que olvidar que el conservadurismo, dependiendo de la cultura, puede estar vinculado o al federalismo o al confederalismo - y de ahí no salirse.

En otra ocasión, habré comentado que contra el feudalismo Rousseau ideó el Pacto Social: el socialismo. El socialismo, por ende, no es un movimiento de izquierdas, sino un movimiento que sustituye la monarquía (tal como consolidaría yo mi lenguaje). Como muestra de ello, si definimos comunismo como la política que hace realidad un Pacto Social entonces las primeras muestras de comunismo serían mancomunidades cristianas. De hecho, Marx se encargó de replantear el socialismo cerrando mucho más el club al potenciar la crítica al chovinismo, que es el motor que puede provocar que el conservadurismo se vuelva enfermedad social. En mi blog los he llamado arcontes. El nihilismo los consideraba ídolos, y las personas tienen la obligación de determinar qué deben seguir y cómo deben hablar o llegar a ser. De lo contrario, el exceso de chovinismo les podrían volver muy patrióticos: sectarios.

Un ejemplo de jugada ideológica en los medios fue el autobús de Hazte Oir. Intentaban hacernos creer que los niños no podían nacer con vulva y las niñas con pene: no reconocían la existencia de los hermafroditas, hasta el punto de llamar mentirosa a la ciencia y a los afectados - que conforman un colectivo vulnerable. Los periodistas, con el fin de tapar ese agujero de odio, intentaron dirigir el debate hacia la transexualidad, donde hasta podría haber alguna clase de agujero científico..., cosa que tampoco. Negar la existencia de un contingente es anticientífico, es sectario. Anteponer la ideología por encima de la realidad podría considerarse mentir.

Cuando un niño nace con vulva, y el resto de sus órganos masculinos (hermafroditismo), en vez de considerarlo una malformación, lo que hay que hacer es valernos de su consciencia: él debe elegir qué entiende por ser un hombre, él debe construir su idea de masculinidad. Nadie tiene derecho a decir que es menos hombre porque se haya desarrollado de manera diferente una parte de su cuerpo.

Imaginemos un infante que ha nacido con tres brazos, puede que la ciencia sea capaz de arreglar parte del desaguisado, pero también es posible que no. En cualquier caso, es el infante el que debe decidir qué entiende por individuo: no va a ser un médico (tecnocracia - sociopatía) ni tampoco sus padres (Patriarcado/Matriarcado - sectarismo) los que decidan.

La crítica que se hace a estas ideas que planteo (el presente texto) es que son megalómanas (sociopatía). Los detractores comentan que se intenta hacer creer a los niños que si quieren ser mariposas, ¡pues serán mariposas! Como si el nihilista defendiera el relativismo. Es posible que el marxismo cultural haya sido movido por personas que no querían reconocer la realidad tal como es, que fueran relativistas morales, sin embargo el nacimiento de esa doctrina también es posible que esté ausente de megalomanías. Es difícil estar documentado en todo, yo no desdeñaría una corriente al completo.

Sin ir más lejos, se ha intentado desprestigiar a Simone de Beauvoir llamándola, entre otras cosas, pederastra... Cuando leemos su obra comprobamos que ella ve con malos ojos ese tipo de comportamiento y que la única defensa que hizo fue firmar en favor de un pedófilo cuya condena consideró que era demasiado severa..., y puede que se equivocara - pero eso y sus apetencias con veinteañeras no la convierte en una mala persona ni se merece esa mala prensa.

La razón por la cual estas ideas van ganando peso es porque los malos periodistas están bajando el nivel hasta el punto de que sujetos mal documentados están consiguiendo tener peso; concretamente hablo del neomachismo. Cuando aparece un neochovinismo es como cuando una persona supera una gripe y, acto seguido, tiene una recaída. La recaída, como es de esperar, no es signo de inteligencia o evolución, sino justamente de todo lo contrario. El que no se cuida empeora, es muy simple.

El neomachismo nace del club Bilderberg, según mis pesquisas, y las pretensiones conservaduristas de Rockefeller y Soros. Como ya expliqué en este blog, existe una corriente que pretende reducir el tamaño de la población y, para ello, según parece, podría haberse usado España como experimento. Sin embargo, no todo es lo que parece (incluso lo que no parece). La subida de Zapatero al poder y el que eligiera a María Teresa se trató de una mera estrategia política para apovechar el resurgimiento del boom feminista de la tercera ola [Simone de Beauvoir queda necesariamente excluida en esta ola] para que las ideas y la cultura marcaran la agenda política por encima de la corrupción y la idiotez (la ceja). En aquellos tiempos se producían casi más indultos en España que leyes absurdas en el boletín oficial, y Zapatero al final mantuvo el estandarte de la idiotez.

Por otro lado, cosas como el tetazo en Argentina o la ley de violencia de género (una década antes) en España no tiene nada que ver con el feminismo hasta la segunda ola - en absoluto. Aún peor, si observamos a las Pussy Riot, a pesar de la coincidencias en formas y tiempos, los contenidos y mensajes son notoria y alarmantemente diferentes. Así mismo sucede con el movimiento de las SCUM..., no se puede comparar todos estos movimientos; el único pegamento capaz de hacerlo es la financiación interesada o el neomachismo como opositor común.

Por eso mismo, porque una ley tan absurda como la ley de violencia de género en España (que trivialmente atenta contra los Derechos Humanos, es ininteligible y tiene el ámbito de aplicación mal compilado) al ser aprobada tras superar a la oposición del Parlamento, al Senado, al Tribunal Constitucional español y al Tribunal de Estrasburgo europeo; así como ver cómo los periodistas le siguen el juego y, durante el gobierno de Zapatero, se estuvo prohibiendo la recopilación de datos sobre suicidios en España, así como los infanticidios (que entra en el ámbito de aplicación en la ley de violencia de género) y no les importó a los periodistas progres (megalomanía sobre la moralidad - supremacía de la moralidad de izquierdas), podemos comprender que tuvo que haber una mano negra encargada de poner el dinero donde quedaran los principios para conformar la estructura necesaria que permitiera la entrada de la demencia a las leyes de España. No es de extrañar que la aplicación de la ley de violencia de género se lleve a cabo exclusivamente para españolas. Se trata de una ley nacional, no sobre las mujeres, o el sexo, los débiles..., nada. No tenía ni razón de existencia, más allá del matraz en el que se diseñó.

Veo que los hay que intentan deshacer la mierda que han creado. Intentan rescatar la palabra feminismo, que ahora está lleno de malos actos. Las palabras hay que usarlas con cuidado: debemos valernos de nuestro lenguaje para llegar a ser mejores como sociedad. Recuerdo cómo una de mis hermanas empezó a comportarse de manera muy mezquina con su novio coincidiendo con la aparición de la ley de violencia de género, y la creencia de que el macho está hecho de otra piel. Simone de Beauvoir nos demostró de manera bien documentada que existía el Patriarcado, y que había que emprender una lucha contra lo que vemos; si algo nos incomoda debemos valernos del lenguaje que más se adecúe a lo que esperamos de la sociedad.

Si queremos que feminismo signifique igualdad entonces no podemos defender, en nombre del feminismo, que un padre no pueda tener la custodia compartida de sus hijos. De hecho, nuestra sociedad se ha pervertido por culpa del egoísmo económico y la rentabilidad del trabajo: si aprovechamos el hecho de que somos más, ahora hay más razones que nunca para rediseñar el Pacto: como defendió Bertrand Russel, antes de la llegada de Hitler y sus intoxicaciones dogmáticas que recayeron a Europa y a posteriori a Oriente Medio, renta básica universal y finito.

Por otro lado, a diferencia de las feminazis, una imagen que realmente puede definir a Simone de Beauvoir era el enorme amor que tenía a su marido, al que superaba intelectualmente; pero que defendía desde su propia obra. Esa imagen tan machista que se tenía de ella: que tenía la mente de un hombre..., ¿no seríais vosotros los que demostrabais que vuestra mente era secundaria en comparación con las ideas de esta señora? Quizá Simone de Beauvoir, más allá de que no quisiera adherirse a la definición de socialismo tal como la contemplo, podría ser el último y máximo representante del existencialismo. Y, empero, de haber vivido lo suficiente como para ver lo que han hecho con la palabra feminismo le habría dado serias arcadas..., de hecho hay un extracto en su propia obra que critica los momentos que vivimos hoy día..., todo está más que estudiado, se trata de una recaída.





Veremos por mi parte qué aporto desde ahora.