sábado, 29 de agosto de 2015

Un mundo nada complejo

Se me ha ocurrido volver a mis orígenes, he estado mirando algunas cosas que tenía hechas; no veo ningún futuro al mundo tal como se están llevando las cosas, pero aún podría ayudar en algo..., podría publicar mis máquinas. Es factible, crear un Start-up a mi medida, que ofrezca mis máquinas virtuales dentro de un formato neutro configurable..., ya tengo algunas cosas mediohechas..., podría funcionar.

Hojeando por la web descubrí una imagen que vale más que millones de palabras:


Muchas de esas clasificaciones, hoy día abiertas, las tengo bien definidas tras replantear los problemas de una manera más compleja y eliminando términos que en realidad no tienen sentido para mí.

Pero en el fondo, para que se me entienda, cuando yo veo esa imagen es como cuando veo esta otra:



Que en realidad es el juego de tijeras-papel-piedra aplicado en vez de en el Z3 en el Z15. Es decir, las reglas es como decirle a dos tipos que elijan un número del 1 al 15, A y B, y se calculan las diferencias A-B y B-A sabiendo que si sale negativo se debe sumar 15. A-B sale mayor que B-A entonces gana A, si sale 0 empate y si no, gana B. Es bastante rudimentario, pero mucha gente se pierde en las reglas no por su complejidad, sino porque son muchas.

Ese es el tema que voy a tratar ahora ¿Qué es la complejidad?



Uno de los conceptos de los que me preocupo en mi libro es de mostrar situaciones complejas, pero sencillas de resolver. En ocasiones sólo sabemos que estamos equivocados, pero no sabemos hasta qué punto porque sólo conociendo la solución podríamos tasar nuestro margen de error.

El mundo es mucho más simple de lo que mucha gente nos intenta hacer creer. Nos intentan hacer creer que las cosas son complejas, ¡no! mi libro es complejo porque yo mismo lo busqué así, pero la manera de ir resolviendo cada asunto es poco a poco, y cada cual lo suyo. Lo complejo es intentar tener una visión de conjunto, cuando eso es algo que no nos corresponde.


Una persona con talento es la que hace que lo complejo se vuelva simple, pero eso sólo se consigue con la fuerza de la costumbre - no con los estudios. Cuando una sociedad tiene por norma no apreciar su talento, entonces verá cómo todas las cosas tienden a hacerse más y más complejas.

Como Vds. ya sabrán, mi libro se puede leer como una utopía, y en las utopías del futuro ocurre que siempre es posible encontrar personas que se quedan fuera del sistema. Es algo en principio inevitable. Lo interesante y el nivel de cultura democrática de un país es la manera que se tiene de relacionarse con los que deciden quedarse fuera. Para los casos que yo consideré en mi novela, al menos uno de los dos que menciono era una persona de prestigio. Así que, dentro de lo grotesco, aún se encuentra el talento. No se puede despreciar ni a nada ni a nadie.


Poco a poco nos encontramos con figuras hoscas, extrañas, que son como tóxicas..., pero una cosa es lo que nos resulta tóxico, y otra es lo que está intoxicado. Como nos muestra la película de Miyazaki, "El viaje de Chihiro", la contaminación intoxica a las deidades; lo cual no las convierte en tóxicas, sino intoxicadas. Una deidad intoxicada es una deidad que no puede hacer bien su cometido. Tenemos la obligación de acoger a todas esas entidades y buscarles un lugar entre nosotros.


Entonces alguien muy sinceramente dirá: "Pero eso es muy complejo", ¡NO!, complejo no es, es complicado. Se hace complicado porque todos y cada uno de nosotros tendríamos que hacer algo muy sencillo y ponernos de acuerdo. Por tanto, no es complejo, es complicado que nos pongamos de acuerdo, en cuanto a que es poco probable. Por lo que lo más probable es que sigamos por el camino más sencillo, que será hacer que el mundo sea cada vez más y más complejo...


En un mundo cada vez más complejo, la gente estará más y más intoxicada por cómo es ese mundo. Y claro, cuanto más sencillo se vuelva todo, mientras mantenga su estructura global compleja, más nos acostumbraremos a ver cosas como ésta:


La solución no es quitarle el trabajo a los niños, sería hipócrita por nuestra parte. Esa no es la solución sencilla: hay otra solución que ataca directamente al sistema y que exige un compromiso conjunto.

Consiste en primero aceptar que existe un problema y, segundo escuchar las voces de los expertos.

Fórmula Maestra:
1. Reconocer que existe un problema
2. Hacer caso de los expertos               
No es que lo haya dicho él, pero así queda más molón.
Y si todos y cada uno de nosotros aceptamos que esa es la manera de actuar, entonces, poco a poco veremos cómo las cosas tienden a ir a mejor. Sin complicaciones, cediendo el puesto a quien le corresponda por ser el más meritorio. Aceptando el lugar que le corresponda a la opinión oportuna. Escuchando todas las apreciaciones y valorando si están o no por encima de nuestras competencias. Y, por tanto, en definitiva, se trata de dar con el experto oportuno que nos ayude a ver cuál es nuestro lugar y, por tanto, cuál es nuestro papel en todo esto.

Si lo hacemos bien, poco a poco las imágenes cambiarán y veremos cómo lo que estaba arriba acaba abajo y, lo que estaba abajo, acaba arriba. Que es como debería de ser.



A estos procesos en los que, dentro de una orgánica, se descubre que los mandamases lo están haciendo cada vez todo más complejo, los llamo dar la vuelta a la tortilla. Esto es, cuando en una organización descubrimos que los que lo gestionan lo están dejando todo patas arriba, lo que hay que hacer es provocar un cambio radical de roles. 


No se trata, de hecho, de simplemente ponerse a ayudar a los demás. En realidad se trata de ser coherentes con nosotros mismos, porque si permitimos que las cosas sigan igual entonces poco a poco nuestro mundo tenderá a estropearse más y más, como a envejecer. Hasta el punto de que ya no quedará nada jovial. Si lo rancio es lo que nos da de comer, entonces ¿qué futuro le espera a nuestra juventud?

En mi novela también hay un personaje que es una infanta. Ella vive dentro de un mundo que, en principio, la proteje y la quiere. Sin embargo, ¿qué futuro le espera a una princesita que está en los ojos de todos para ver que no puede hacer nada? Se trata de un rol que complica mucho al propio sistema cuando no concibe la idea de nobleza dentro de sus propias acciones.




Porque ser noble es servir a los de abajo sin perder la propia condición que deja a esa persona en las alturas. Sin embargo, los hay que se valen de su posición para caer muy bajo. Hay quien se vale de los juegos de manos para avanzar..., avanzar..., ¿a dónde? ¿Qué pretenden conseguir haciendo lo que hacen?


Se mueven bajo un afán de llegar a algo, pero yo sólo consigo ver cómo hacen este mundo más y más complicado, y lo vuelven complejo con sus acciones. Cada vez se hace más difícil de deshacer el entuerto si permitimos que esa gente siga influenciando a los demás.


Por eso mi obra es una invitación a la reflexión y a la rebelión, una propuesta de educación y crítica educativa, un desdén continuo dentro de un momento contemplativo..., no pretendo dar lecciones a nadie, pero cada capítulo es un pequeño adoctrinamiento para quien quiera leer entre líneas. Es, como este blog, un proceso de transmitir mensajes, de emitir gritos desesperados para que nos movamos en una misma dirección, para que nos entendamos..., se trata, en definitiva, de intentar hacer que este mundo sea cada vez menos complejo.

Pero, por encima de todo, se trata de CUESTIONAR el papel de muchas leyes que no sirven para nada, pero que están para que se hospeden cucarachas por los rincones. Los inútiles y los corruptos quieren mantener la complejidad del sistema alegando la historia social del país; sin embargo, en materia de gestión, se ha demostrado que la historia ha sido un error y que hay que cortar por lo sano. Hay que arrasar con las fórmulas y simplificarlas. Y el que no quiera, a la calle, que para eso sirven esas cosas. El problema es que los que no queremos no estamos en la calle.



Ya irá siendo hora de comentar mejor el significado de las cucarachas, que en mi obra hay muchas..., podrían ser como los escarabajos ejipcios, pero con una peculiar mutación..., ya lo comentaré...

No olvidéis comentar. No quiero sentar dogmas.




miércoles, 26 de agosto de 2015

Lo que se oculta tras las cospiraciones. La Justicia.

El cospirador, el villano, el malvado. Aquél que es tan perverso que es incluso capaz de actuar en contra de sí mismo. A mitad del libro, poco a poco, voy sacando a relucir la existencia de personajes que entran dentro de estereotipos muy diversos. A diferencia de otros libros, igual que su protagonista femenina, aun siendo protagonista, no ocupa tantas líneas como debiera, también es cierto que el mundo que le rodea está lleno de extrañas sombras..., y me valgo de figuras perfectas para confrontarlas.


Detrás de la lucha por sobrevivir, de la corrupción siempre aparecen figuras que se anteponen para hacer prevalecer la Justicia. Es una constante en Luces y Espectros, existe una intención bastante clara de que no puede existir un supervillano. Eso es imposible, nadie es tan mezquino: Anubis no lo permitiría.

Cuando creemos que el mundo de las sombras nos acecha, aparecen entre la oscuridad figuras que defienden una suerte de comunismo. Son pequeños héroes que, ante otros ojos, son el mismísimo diablo.


No nos equivoquemos, la obra va sobre héroes y su visión de la Justicia. De cómo se doblegan y se lanzan a la defensa de una verdad que para cada uno de ellos es la auténtica, la que vale. Aún así, el que más lucha en la obra es el que está más confundido y, por tanto, el que evita en lo posible toda clase de juicios de valor: ¿acaso estamos seguros de qué es lo correcto? ¿Acaso podemos asegurar cuál es la única manera de hacer las cosas?

Lo mismo que le pasó a Fidel Castro cuando se vio obligado por Kennedy a hacerse comunista antes que por el propio Che, los personajes se ven obligados más por sus enemigos que por sus amigos a actuar de una u otra manera.



Allá donde vemos figuras que intentan representar valores, las historias pueden aprovecharlas para que los más grandes parezcan más pequeños y los más pequeños mucho mayores. Pero las razones por las cuales actúan los villanos siempre están amparados y basados en una razón que se antepone por encima de ellos mismos. Una idea de Justicia que marca el motivo del paternalismo, la cospiración, la lucha..., entonces es cuando toca juzgar si fue bueno o malo.

En mi obra, en la parte roja, toco el tema de la defensa del paternalismo sobre un personaje que lo sufre en sus carnes. Ya comenté en otra entrada que habría un tipo de Opus dei, efectivamente éste será quien defienda según qué valores de Justicia.

El shintoísmo japonés defiende dentro de su mensaje la austeridad, la simpleza..., incluso la naturaleza muerta. Efectivamente, vuelvo a mezclar la religión católica con el shintoísmo, quizá eso mismo pase dentro de cien años.

Cuando las masas se mueven por un deseo de alcanzar el poder, las riquezas, el consumo..., cuando se asocia la gloria y el mérito con los ahorros, poco a poco la Justicia puede verse envuelta en un manto que dependa de quién la fiscalice..., de quién la proteja, la financie... La fiscalización de la Justica está en su financiación, y así se comprueba por los enormes sueldos que necesitan los jueces que trabajan para los órganos superiores.


Se comprueba estadísticamente quiénes salen perjudicados en las condenas; no toda la culpa la tendrán las propias leyes, el juez de primera instancia al que no le convenza una ley, simplemente no la interpreta - no la aplica. El problema es que la vida de un juez no tiene nada que ver con la vida de a quien juzga. Hay una cierta tendencia clara a que el propio juez se vuelva compasivo cuanto más se le parezca su víctima a él mismo. Y es que, en cuanto se le vea demasiado pobre, se pone la venda.



Las luchas y los actos heroicos se han estado viendo en el día a día, con la lucha continua. Y, de vez en cuando, al juez de turno o le falla la memoria o la jurisprudencia hace mal los cálculos. Menos mal que en las alturas están preocupándose de nosotros. Menos mal que los grandes poderes judiciales se ocuparán de las inconsistencias.

Por eso quise ahondar ese tema y colocar allí los conceptos ¿Sorprende que adopte la teoría de los reptilianos y que, al mismo tiempo, no fueran ni mucho menos tan malos como los pintan? Un personaje femenino protagonizará la incursión hacia lo más oscuro de nuestro mundo, mirará las injusticias a la cara, indagará en el pasado, rememorará los testimonios, afrontará los desafíos en soledad y, cuando toque, se apartará para que el perito le enseñe a pesar de su incapacidad para interpretar el mundo. Esa incursión hacia la perfección será el reflejo de la dominación del ser humano hacia su lado más salvaje e instintivo - por esa razón le dediqué uno de los grandes macroepígrafes del libro "Bajo tierra". 

Se trata de un camino de vuelta a entender el Justo funcionamiento de la matriz y, el personaje idóneo para ello, tenía que ser un personaje femenino.




Bueno, voy a tener que explicar eso de los macroepígrafes, pues mi novela está dividido de manera especial. Si eso ya lo contaré en otra ocasión.

¡No olvidéis comentar! No quiero sentar dogmas...

El chovinismo ¿mata?

Lerdos y absurdos, incautos de su propio criterio personal. Se vuelven deseosos de hacerse exclavos de un mundo que no existe mientras se identifican a sí mismos como si fueran importantes. Son reyes errantes que reclaman un trozo de tierra, como lo hacían los hidalgos, mientras defienden utopías y heroicidades.


Dicen algunos, y maldicen, que todo hombre machista adolece de un lado violento del que se enorgullece, ¡menuda contradicción! Pues el machismo no es más que un tipo de chovinismo aplicado exclusivamente a la idea de la igualdad de género. Lo que quiere decir que sus ideas conservadoras le hacen especialmente sensible a lo que entiende por violencia. Y, ¿qué es un chovinista

El chovinismo proviene de un francés llamado Nicolás Chauvin:



Este sujeto tenía una peculiar forma de ver el mundo: era un patriota. Pero no un patriota cualquiera, era un megapatriota. Supongo que sus amigos le verían a él como el típico madrileño observa el patriotismo del típico cartagenero. Se trataba de un patriotismo meloso, intencionado, reiterado..., el amor por su patria, por su Francia, por su tierra y sus colores...

Este sujeto se sentía muy orgulloso de todo lo que significaba su país, era un nacionalista exagerado. Sin embargo, creo que todos lo comprenderán: de ahí a asociarle con un comportamiento asesino hay un mundo. Porque era un sujeto que se sentía muy orgulloso de sus conceptos, y la violencia puede aparecer cuando los hechos no hace honor a las espectativas, sin embargo el chovinismo es exhibicionista. Le gusta ser como se es y la ética pasa de largo, pues se queda en un mero concepto.


Hay lugares donde no se practica el chovinismo. Hay lugares donde se usan conceptos en apariencia muy parecidos, pero donde no hay orgullo. Hay lugares donde reina el miedo y la humillación constantes, donde sólo hay caos y torturas continuas. En esos lugares esas personas no sienten ansias de querer sentirse orgullosos de ser de allí, ni de adquirir esas costumbres. Poco importa que sean patriarcales o matriarcales, de izquierdas o de derechas, veganos u omnívoros..., no, en países como el Congo te raptan de niño y te vuelves sociópata. Y ya sabemos que al sociópata la cultura no lo endereza, se puede convertir en un asesino y sentir orgullo por ello.

Sin embargo, los chovinistas, los machistas, los..., idealistas, no son así. Fue grande la obra de Cervantes, y tan grande, que aún hoy día muy pocas personas se la han leído realmente y, al mismo tiempo, está en la estantería de casi todos y casi todas. Muchos alardean de conocer la historia del famoso hidalgo, de entender qué es lo que había detrás, de extraer conclusiones: se volvió loco porque quería volver a los tiempos de las caballerías ¿Y qué era don Quijote? ¿Un asesino?


Era una víctima que se había sociopatizado, pero no para ningunear el valor de la vida, sino trivializándola mediante las costumbres que le habían inculcado los libros de caballerías. Eran los autores de esos libros los que le metieron esas ideas y él quien quiso acuñarlas en virtud del tipo de hipócrita soledad en la que se encontraba lleno de una vida con mucha falta de valores.

Es esa inquietud desenfrenada la que lleva a muchas personas a querer defender ideas, aunque sólo sean eso..., ideas. A ese tipo de personas, cuando defienden valores huecos que creen que tienen una razón de ser y que se asocia a la defensa de la comunidad, se les llama patriotas, yo me los tomo como quijotescos, chovinistas..., pero no asesinos.

Clásica ilustración chovinista que ayuda a mirar a otro lado
El chovinista lucha contra la falta de valores y ensalza a la sociedad hacia un mundo mejor. Pretende inculcar Principios allá donde no es común encontrarlos, como plantar una semilla de esperanza y ser un ejemplo para todos los demás. Sin embargo, en ocasiones no son conscientes de que forman parte del problema, de que encubren el delito..., y eso les convierte en cómplices. Jamás lo admitirán, lo negarán, sentirán repudio de todo lo existente..., no se ven a sí mismos como lo que son: ¿podía imaginarse don Quijote que estaba ayudando a hacer más pragmáticos y menos idealistas a todo aquel que fuera testigo de sus torpezas? Lo normal en el chovinista es no insistir allá donde el fracaso se exhiba - hay que ser un general astuto. Por eso, su principal arma es la negación. Y donde hay negación, no hay acción.

El abuso de poder machista puede provocar en ocasiones agresiones que tienden a no recriminarse. Cuando, por el contrario, aparecen leyes que parecen favorecer demasiado a las mujeres, entonces el chovinismo cambia de aspecto y empieza a proteger a los violentos.

La sociopatía puede generar violencia, pero es una sociedad que no sabe afrontar las causas la que lo incentiva todo cuando se mezcla con un deseo de protección y mantenimiento de un orgullo hueco.


No hay que pedirle a una mujer que se defienda como si fuera una soldado, pues eso la convertiría en una sociópata más. Tampoco se le puede pedir a una sociedad que se defienda del chovinismo como si fueran asesinos, porque entonces aparecerían las sobreprotecciones y lo estaríamos retroalimentando. El chovinista no se ve a sí mismo como cómplice de nada y cualquier confrontación directa es como dar palos al aire.


Ser rigurosos donde hay que serlo y acoplarse a los nuevos vientos..., pero si le han arrancado las aspas a nuestro molino entonces no podremos moldear la realidad a nuestro antojo. No hay que darle tantas alas a los idealismos, porque eso es lo que destroza nuestra capacidad para acoplarnos al mundo de las ideas.

En mi obra hay un personaje que pinté de manera quijotesca. No era mala persona, pero se dedicaba a pintar la obra con sus ideas. Se pasaba todo el tiempo imaginando y proyectando valores. Al mismo tiempo, no se percataba de que él mismo vivía una vida que no era lo suficientemente madura debido a que no era capaz de asociar lo que defendía con lo que hacía. Se veía a sí mismo como un soldado, pero hasta entonces sólo había jugado a que lo era.

Necesitaba pasar por un momento de vergüenza para aprender. Decía un tonto que se hizo pasar por sabio que la vergüenza es un gran maestro, a mi modo de ver las cosas gran maestro es el que levanta lo que ya estaba arriba. Ciertamente, la vergüenza es un gran psicólogo, y podemos encontrar maestros incluso en quienes necesiten más ayuda.

Pedro es como personaje de mi obra la piedra angular que critica la historia. Es el que analiza a los personajes y estudia el sentido y significado de lo que ahí acontece. Nos ayuda a comprender por dónde flaquean los argumentos mientras intenta ser él el artífice de la resolución de todos los problemas existentes, el héroe encubierto, la luz al final del túnel..., el proveedor de armas contra la injusticia que aporta sus enseres gratuitamente y con orgullo aun suponiendo un martirio para su persona.







martes, 25 de agosto de 2015

El hard reset

No sé qué es más triste si comprobar que nadie lee este blog, o seguir escribiendo en él. En cualquier caso, haré un receso para pasarme por aquí y ponerle alguna entrada.


Como si yo fuera el negro de este planeta, cojo mi ordenador y lo lleno de fórmulas. Ahora ya tengo el motor y el modelo matemático para salir de un hard reset. Sin embargo, ¿en qué se fundamenta mi novela? ¿Cuál es el esquema económico en el que me fundamento para pensar que después la economía se vuelve estable?

Mi mundo del futuro se divide en dos grandes esquemas: los países que optan por dar una renta básica universal y los países que aseguran la renta mediante un trabajo y la reserva del capital, para evitar la privatización de lo básico. Ese, por lo menos fue mi esquema: los países que se mueven bajo posturas más capitalistas funcionarían bajo una renta básica alimentada por un impuesto directo sobre la renta. Tan pronto ganan sin reinvertir, se redistribuye entre todos. 


En ese modelo el gobierno es más inexistente, y todo es manejado por una cierta individualidad basado en la responsabilidad del colectivo para invertir como comunidad. Este modelo se lo reservo al Japón y China del futuro. Sin embargo, el modelo que aplico para la Europa del futuro lo llamo sistema cinco estrellas: donde se pone un sueldo a cada tipo de trabajo, y absolutamente todos adquieren un sueldo entre una y cinco estrellas. 

De esta manera los impuestos indirectos pueden ser descomunales, porque hay que justificar la renta de todos los ciudadanos, ocupen o no un cargo como funcionarios. Los que tengan un trabajo activo obtienen sus ingresos de su ocupación, entendiendo que cada ciudadano se ha puesto de alta a unos proveedores y, por tanto, mientras los proveedores sean puestos de alta para trabajar se les considerará miembros activos para percibir el sueldo pertinente por su trabajo. A mayor coalificación más ganancias. Un gran empresario muchas estrellas, un don nadie: una. Se trata de un sistema que simplifica las oportunidades empresariales enquilosándolas y asegura por fórmula la sostenibilidad del sistema no remunerando el esfuerzo en horas, sino reclamando las mínimas horas que hagan viable el esfuerzo.



Bien se podían mezclar ambas formulaciones y configurarlas en virtud del gobierno reinante, pero mi objeto en el libro era mostrar ambas posibilidades.

No es difícil imaginarse cuando uno lee la novela que el futuro que planteo hace desaparecer el modelo cuadriculado que nos trajeron los romanos. Mi modelo de ciudad es circular: donde en las periferias hay sectores diferenciados, que serían los barrios y, en el centro, nos encontraríamos con el centro público de todos los recursos municipales: el Centro Social.



Como modelo perfecto tengo a la Manga del Mar Menor. Donde las casas están divididas en residenciales con unos gastos comunitarios comunes para distintos tipos de perfiles de usuarios: los hay a los que no les interesa la piscina, los hay que quieren una parcela de playa..., habiendo variedad, siempre se puede encontrar el rincón donde uno se encuentra más a gusto. Y, por si falta algo, siempre está el Zoco: el centro donde se encuentran todas las tiendas juntas.

Teniendo todo al alcance, la circulación se puede centrar en una única carretera principal, donde la gente se acostumbrará al modelo del trasporte público. Sobretodo si todo se resume en ir al centro, salir del centro. O, como decimos en mi tierra, subir a la ciudad y bajar de ella; aunque esos términos ya hace décadas que no los oigo.

Aún así, ¿por qué dos modelos económicos? Porque el sistema basado en la renta básica fomenta la responsabilidad colectiva, las aspiraciones personales, la frugalidad y el martirio; por lo que provoca que la sociedad esté más aislada y tienda a controlar mejor su incremento poblacional.

Por otro lado, el modelo cinco estrellas se basa en medrar, consumir sin pensar y el dejar pasar la vida; está pensado para la gente que hace lo que debe sin más, y reduce la morbilidad.

Como en mi futuro alternativo Europa ha sido azotada por una Gran Guerra y ha sido inundada por grandes dosis de radiación, la esperanza de vida se ha reducido muy notoriamente y, por tanto, se desea más un modelo que fomente el crecimiento de la población; todo lo contrario de lo que, según especulo, ocurriría en Japón - de ahí que los modelos fueran tan dispares.


En ese futuro las divinidades más antiguas tendrán que ocupar un lugar y, para hacer uso de los recursos en Europa, la mayoría opta por ir al Centro Social, donde echarán sus horas jugando a juegos con contenidos escabrosamente trascendentales. Los niños, por tanto, juegan los roles que les corresponden en los centros sociales - preparándose para ser adultos, ya entran dentro de los esquemas de créditos, trofeos... Y no es de extrañar que cada vez que entren a una de esas simulaciones les esperen a los protagonistas un sinfín de aventuras que jamás podrían vivir en la realidad para poder complementar sus experiencias hacia algo que va más allá y que no son sino ellos mismos reflejados en el juego.

¿Qué serían si no las propias utopías que la manera que tiene la tecnología de evolucionar? Y es por ello que, poco a poco, voy introduciendo un concepto que, primeramente, se debe entender: que es la introspección del lenguaje. Consiste en una propiedad que tienen algunos lenguajes de programación que permiten autoprogramarse mientras son usados. Este mismo concepto es algo que deben permitir los lenguajes técnicos y, por tanto, deben formar parte de la propia estructura del sistema de información.

Por tanto, ¿qué es la ciudad circular si no es un reflejo de cómo evoluciona el ser humano hacia lo que necesita? - Un espacio público donde reunirse y juntar lo que es de todos. Pero los propios usuarios deben ser capaces también de, integrados en el propio sistema, conseguir criticarlo y reflejar sus inquietudes a través de sus propias elecciones.


En definitiva: que de alguna manera la fórmula consista en que los propios usuarios reconfiguren la dirección de todo. Se trata de la última escala en la evolución tecnológica: que la propia tecnología se transforme hacia lo que el usuario quiera. Ya sea a nivel de juegos de consola, como a nivel político..., ese concepto, por lo menos, empiezo a introducirlo en los primeros capítulos a través de un televisor que parece un tanto..., esquizofrénico.

Imágenes esquizofrénicas que mueven la interpretación de un mundo donde unos pocos se han dado cuenta de cuál es el valor de lo auténtico a diferencia de lo que sea verdad. Los budistas fueron los primeros en percatarse de que hay algo en lo auténtico que lo hace más interesante que la propia verdad, y esa es la segunda gran verdad una vez bien entendida.

Si sólo unos pocos se dan cuenta de la película, poco podrá hacer el resto
La idea de que la tecnología pueda tener demencias no es nueva en mi libro. Por supuesto, tampoco es un concepto deseable: la razón por la cual el televisor del mejor amigo de Gug estaba medioloco era por culpa de uno de sus usuarios, que le metió alguna clase de virus.

Sin embargo quisiera indagar en el hecho de que muchas personas ya lo pensaron: ¿por qué no aprovechar las energías de los adolescentes jugando todo lo que juegan para convertirlo en algo útil? Unas decisiones que adoptan y que afectan a la realidad en la que viven. Por eso el juego también tiene esos tres niveles: verde, amarillo y rojo... Los mismos niveles que tienen que tener todas las máquinas que intentan ofrecer a los usuarios la opción de reconfigurarlas mediante su uso.

Al menos, eso sí, quise plantear ese mundo con toda mi buena fe. Para que se viera que hay una luz al final del túnel.