En mi libro también hay un tonto. Y es por eso que quería hablar de este tipo de personajes. Los tontos son especiales, y cuando tiramos de la mitología oriental descubrimos cómo se aproximan bastante al mono - se asocia el comportamiento propio de tontos con los monos. Como ejemplo, tenemos a Hanuman.
Hanuman es un dios hindú asociado a un mono. Su comportamiento irritante recuerda mucho al comportamiento típicamente humano. No vale decir que se trata de una criatura que nos parezca repugnantemente diferente, no señores: es alguien con quien nos sentimos altamente identificados.
El mono, vinculado con el sol, tiene una mandíbula más prominente que el resto de los humanos - es a ese rasgo característico, junto con su larga y peluda cola, lo que le convierte en peculiar.
Es realmente fundamental que en una buena historia el tonto sea el protagonista, porque todos nos sentimos identificados con él. De él tiene que venir la incapacidad para seguir toda la historia y, por tanto, hay que ayudarle para que la vaya entendiendo. Sin embargo, de vez en cuando, da muestras de una inusitada inteligencia - una audacia muy propia de alguien que sabe perfectamente en qué mundo vive.
Con esas grandes dotes de ironía, puede dejar al más brillante por estúpido sólo por la sencilla razón de que el tonto, supuestamente, era él; entonces, ¿cómo se califica al que no es capaz de pillar a un tonto?
Es así que entenderemos que existe en la literatura un poder inconmensurable en los tontos cuando se convierten en héroes. Los chinos tenían a su dios Mono, que fue llamado "Sol", porque la brillantez y el candor es lo que caracteriza a estas criaturas: este animal, que sí que era un mono, hacía cuanto quería como quería cuando quería. Cuenta la leyenda china que recibiendo el encargo de proteger unos frutos, éste no pudo resistirse y se los comió. Cuando no eran sino los frutos de unos dioses que los tenían guardados para una fiesta, al que la diosa madre les había invitado con un vino de la inmortalidad - que también se zampó el mono. Lo curioso es que tuvo que pasársele la borrachera antes de descubrir que no tenía motivos para enfadarse por no haber sido invitado a la fiesta.
No es de extrañar que un descomunal Buda le castigara y le encerrara en su propia mano, preso de la necedad por parte de Sol, al no ser capaz de descubrir la manera de escapar del horizonte montañoso que le había encarado la deidad.
Los tontos es lo que, en el fondo, somos nosotros. Cuando Supermán llega a la Tierra lo primero que se le ocurre es que, para pasar desapercibido, debe parecer como..., tonto. Vemos esa historia, y nos parece creíble - nada humillante, es la verdad.
Todos los animales tienen un comportamiento idiosincrásico: los perros son fieles, los gatos orgullosos, los pájaros vivaces y los simios..., ¿cómo somos los simios?
Todas las historias así lo cuentan. Desde las leyendas más profanas hasta las más antiguas. La tontez forma parte de nuestra cultura y de lo que entendemos como muy nuestro.
Sin embargo, no hay que engañarse: ese insulto existe porque en el fondo sabemos que perdemos oportunidades ejerciendo la bufonada. Por un lado, es útil: si la historia tiene buenos y malos, cuanto más inteligente y cruel sea el villano, el héroe saldrá refortalecido - serán más emocionantes sus aventuras.
Porque la emoción es un miedo bajo control, en mi novela ya me preocupo de mantener la emoción cuando toca. Y eso se consigue tras convertir al personaje que adquiere el fuego, el sol, la fruta prohibida..., el control de los dioses, en el héroe: el que lleva a cabo toda la historia, el que monta el clímax y doblega al resto de los personajes.
Cuando Hanuman salva a la novia de Rama, ésta no quiere ni ser tocada por ese mono aun a riesgo de ser torturada por los sirvientes con cabeza de perro o de cerdo..., prefiere a su chico: el irascible y fascinante Rama..., el dios más popular de la India ¡Menudo trío!
Me atrevería a preguntaros, de mi novela, con qué personaje, de los cuatro principales, o los cuatro secundarios, o los restantes extra, os sentís identificados - ya que cada cual tiene su papel en la obra. Por si alguno no lo sabe, Luces y Espectros es del género ecci, ya explicaré un poco mejor ese género..., eso quiere decir que está basado en el manga - convertido en novela. Los personajes podrían haber sido sacados de las típicas animaciones japonesas, para adquirir toda esa simbología que es común en su género. A mi juicio, la mitología del siglo XXI se va a caracterizar por esta clase de símbolos.
La vida de Hanuman, su nacimiento, su objetivo vital..., podría ser algo que caracteriza al Hansel de mi obra.
Sin embargo hay que andarse con ojo, todos sabemos que en política es muy fácil manipular a la gente si consigues generarles la suficiente confianza. Los triunfadores siempre se fían de quienes son iguales que ellos, mientras que los fracasados procuran evitar lo que les recuerda a sí mismos. Sea como fuere, no es raro que las personas más ruínes descubran la manera de influenciar sobre los más humildes.
¿Es que no hay más opciones políticas? ¿Es que no nos dan más remedio que fiarnos de quienes sabemos que nos roban? Todos y cada uno de nosotros deberíamos de mirar un poco cuáles son las opciones políticas que nos ofrecen y determinar a qué clase de personas apoyamos, y porqué sólo salen a la palestra la misma clase de...
Quizá esa eterna mayoría sea así porque muchos temen colocar a alguien que no sepa llevar las riendas. Quizá porque sospechan muchos que el mundo es demasiado complejo y quebradizo como para dárselo a quien no es capaz de entenderlo. Las cosas ya están así bastante mal, no vayamos a cambiar algo..., y que el cambio signifique a peor. Aunque en mi novela el mundo gira en torno a ese tipo tan lúcido..., para muchos, alguien realmente brillante - como sinónimo de tonto. Porque, todo hay que decirlo, para que le reconozcan a una persona lo brillante que ha sido, eso es porque acostumbra a tener un comportamiento bastante tonto...
Y claro, no lo olvidemos, por muy odioso que sea ese sujeto, sólo hay que ponerle cara de tonto para perdonarle todas las faltas. Se podría decir que la razón por la cual se castigan a las personas es para que aprendan, para que se reinserten. Pero, si eso es así, ¿por qué se perdonan las faltas a los tontos? ¿Los consideramos causas perdidas?
Cuando toca no perdonar no se perdona. Lo siento, pero algunos somos así, aunque parezcamos crueles de más. Y, por otro lado, cuando toca ser misericordioso (que significa reconocer las miserias de los demás como si fueran propias), entonces será cuando toque separar la paja del grano y, bueno, cuando me da por pensar así, cuando veo que no puedo más, que parece que nadie sería capaz de hacer posible un imposible, que nadie podría ayudarme con mis propias utopías, cuando todo apunta a que me quedo solo, siempre me queda en mi pensamiento un último hálito de esperanza, siempre puedo dejar escapar un suspiro absurdo que se escape por mi mente...