Y tras varios días de investigación, compruebo que no puedo evitar la explosión combinatoria para el sharp..., una vez más. No valen atajos, no valen técnicas o averiguaciones...,
el principio de inclusión-exclusión es a todas luces inalterable...
Volviendo a la realidad, y a la aceptación de los algoritmos de aproximación..., ojeo por Internet y me encuentro esta bazofia:
Al parecer este vídeo es un reclamo de algo muy turbio. De hecho, la fecha en la que se subió el vídeo por primera vez a Youtube coincide con una fecha muy especial para este libro y para el ilustrador Solux, como el último vídeo que le enseñé de los iluminatis se lo tomó muy a yuyu, mejor no le menciono según qué casualidades, que el pobrecico no está para sustos...
El caso es que me pongo a jugar como si fuera un hacker más a ver si descifro algo..., se ha extraído mucha información que el autor dejó en el vídeo..., entre otras cosas una posible imagen de la víctima del torturador de Boston que menos encajaba con el asesino oficial..., suena muy a yuyu..., espero que no sea una reivindicación.
Se podía leer en morse un mensaje muy explícito, bien podría significar los diez meses que perdió de jovial vida un famoso hacker que robó un modelo de la máquina Enigma 312..., así que, ni corto ni perezoso se me ocurrió que..., bah, ¿por qué no? Cojo un código que se lee ahí, lo paso por el enigma y leo lo que pone tras configurarlo con el código de cuatro letras explícito que ahí ponía...
¿Y qué saco en claro? HAZM TD... Si fuera un mensaje de móvil por parte de una novia..., tendría un significado muy explítito..., pero no. Cuando todas las señales apuntaban a Enigma, resulta que no hay manera de descifrar nada ¿Saben a lo que yo llamo esto? ¡Un fraude! Y eso es de lo que voy a hablar ahora.
En mi novela, para cuando todo termina, el planeta sufre un tipo de contaminación masiva..., como si fuera una de esas películas de zombies más modernas, tienen que hacer aparición los de los trajes. Y es que el supervillano está volviendo todo el mundo hecho unos zorros.
Muchos siempre se lo preguntan, los tebeos típicos de supervillanos suenan muy fantasiosos por la sencilla razón de que un supervillano no gana nada pretendiendo destruir el planeta, pues entonces, ¿dónde viviría él? Entonces es cuando aparece el supervillano recreado por Samuel L. Jackson en Kingsman..., no siempre los supervillanos son tan fraudulentos como parecen.
La K de Kingsman girada para que parezcan unos cuernos..., efectivamente, no hay significado - sólo estética. |
El fraude es cuando se espera que un supervillano se tome varias molestias en enviar mensajes para que entonces el prota vaya descifrando..., como en la Jungla de Cristal 3... Es un tópico de los malos: cuanto más inteligentes más brillante debe parecer las ideas de ese bueno que necesita que le explique con claridad las cosas.
Sin embargo, y eso pasa en mi obra, en ocasiones los malos intentan cosas - y no les sale. Los planes no salen a la primera tal como estaban planeados o como debiera..., se tiene la idea de que iban a tener cierta relación el chico y la chica y, al final, resulta que la historia consigue acabar dejando proyectos a medias..., ¿se llegaron a plasmar tales proyectos en cierta manera? No me preocupo de dejarlo claro. Cada lector que tome sus propias conclusiones.
Algunas señales están tan mal que provocan muertes. Lo normal es la desidia, no la intencionalidad. |
Los planes pueden ser muy enreversados. Como los que se presentan en la película Desafío Total, la primera versión. Donde ya de por sí el plan era complicado y, como es lógico, va mal y se enreda; todo hasta el punto de que la película acaba con un doble final.
El caso es que, tras semanas de investigación voy a tener que conformarme con el premio de la consolación en mis investigaciones tecnológicas; esto es porque, cómo no, yo también me equivoco. Pero la novela, por lo menos, tiene cierta intencionalidad: los personajes se enfrentan entre sí y cometen errores, se levantan, se cuestionan..., no son perfectos, pero son puros. O al menos procuro que lo sean.
Dentro del mundo del fraude están los contaminantes, he evitado ese tipo de personajes. Un contaminante en realidad es una persona que se equivoca y, debido a su mezquindad, no quiere admitirlo y, para ello, crea una escuela con todo su orgullo: crea un cúmulo de ideas alrededor para dar a entender que el problema está en torno a esa persona..., que los demás deberíamos de ser así.
Las personas contaminantes intentan centrar su atención con maestría hacia temas que no tienen nada que ver con el problema, de manera que parezca que sí es lo importante. Entonces, para desviar la atención, son capaces de señalar con el dedo a los que le estorban y llamarlos tóxicos.
Ya en otra entrada mencioné la necesidad de distinguir a los tóxicos de los intoxicados, igual que no debería de confundirse a un loco con un enfermo mental (el segundo requiere ayuda). Los contaminantes son los que intoxican, los que pervierten la razón por la cual las cosas no funcionan para dar a entender que la víctima es en parte responsable.
El gato que está triste y azul..., nunca olvida que fuiste mía. |
En mi novela la Luna representa el recuerdo de un fraude, cómo aquellos que son más venerados en realidad viven de la contaminación. Al mirar la Luna uno de los personajes recuerda con tristeza aquello que lo convirtió en otro fracasado. Y es que una luna representa mucha melancolía, pues lo que oculta detrás es el hueco que se hospeda en el recuerdo ante una forma que no tiene cabida en ella.
Es muy fácil dejarse caer por las mentiras de un experto cuyo lenguaje es demasiado complejo como para cuestionarle. Sin embargo, ya lo decía Wittgenstein: ¿qué es lo que hace que creamos que tenemos un cerebro? Pues, si va a ser gracias a los expertos, entonces no será porque nos convencieran con su jerga, sino por los hechos.
Esconder el pasado, reconstruir una jerga basada en el indulto, la amnistía... |
Toda esa gente es un auténtico Fraude. Podemos equivocarnos con pureza o podemos no ser consecuentes. Cuando pillan a uno de los personajes en mi obra, éste lo admite..., hay que admitir los fallos. Cuando ya no hay camino para avanzar hay que admitir las limitaciones. Siempre es posible continuar las investigaciones por otras vías, descubrir alternativas..., pero donde hay un muro que bordear lo primero es admitir que está el muro.
Por esa razón en mi obra también hay casualidades que son motivo de susto por parte de algún personaje..., como si las cosas fueran incluso aún más rebuscadas de lo que pretende la propia obra. Pero el mundo, incluso en la novela, es mucho más sencillo: cuando toca una casualidad, es una casualidad. Nada más. Como se dice en bocas de una pitonisa: la suerte en ocasiones intenta llamarnos la atención.
Porque, ¿qué es tener suerte o no tenerla? ¿Qué significa equivocarse? ¿Qué significa estar mucho tiempo investigando y acabar defraudado? ¿Qué significa entrenar durante mucho tiempo para las olimpiadas y acabar ganando la jodida medalla de plata?
Si decimos que el ser humano adopta sus decisiones dentro de cuatro dimensiones a lo largo del tiempo, no estaremos engañando a nadie: el cerebro ocupa tres dimensiones espaciales y, además, estas dimensiones pueden estar relacionadas con una carga electromagnética..., es como si fuera una cuarta dimensión. La consciencia, por tanto, va generando instantáneas espacio-magnéticas a lo largo del tiempo..., si sólo repercutieran esas cuatro dimensiones (y no lo sé) significaría que ante la instantánea de ver el resultado en tres dimensiones, en la dimensión electromagnética albergaríamos eso a lo que muchos llamamos suerte.
Adquirir una experiencia a lo largo de los años cargará el cerebro con un conocimiento, un talento. En informática sabemos que sólo se puede almacenar cortocircuitando o entrando en un ciclo de histéresis a través del electromagnetismo. Es decir: o destruyes en el espacio tridimensional un material o intentas emitir una señal electromagnética.
Los músculos del cuerpo reaccionan al unísono gracias a una orden síncrona del cerebro que ha sido entrenado para que las neuronas del músculo puedan sincronizarse y ofrecer el máximo rendimiento. En mi novela presento un juego de tres reglas que consiste en hacer caer al contrincante: no es un juego de suerte, sino de engaño. El engaño es la capacidad para doblegar la realidad a tu favor dentro de las reglas establecidas. Bien podría considerarse un deporte, pues los contendientes estarían limitados por unas reglas que permiten el que se especialicen.
Cuando tenemos, también mencionado en la novela, un juego como el valetudo, éso no puede ser un deporte. Porque los contendientes tienden a matarse entre ellos, no se pueden especializar en ese deporte. Igual pasa con la lucha libre televisiva, que no es más que bailoteo - todo fingido.
Al final, si es cierto que hay una dimensión a nuestro servicio, no es de extrañar que pueda haber incluso extensiones de nuestro cuerpo que lo atraviesen..., o incluso hasta criaturas que puedan afectar a nuestra suerte, nuestra vida o muerte...
La parca versión japonesa siglo XXI |
Y al final, ¿qué nos queda con todo esto? Pretender jugar una partida de ajedrez con la parca para intentar ganarla. Pero, tarde o temprano, la suerte estará de su lado. Es inevitable porque ella tiene registro de todo cuanto sucede, como se explica en la parte de la novela en la que el alma de un muerto se divide en tres, una de las partes tiene registro de toda su vida, y es muy engañadora. Quien se deje llevar por los registros de su cuerpo, el libro de Thot, su ADN, los sesgos cognitivos..., entonces sucumbirá al vicio, al fraude, la intoxicación, la pérdida de la voluntad..., el sometimiento de la conducta y la muerte en vida: la pérdida del báculo, acabar en el esperpento - volverse un imbécil.
Esta película tiene un final que hiela la sangre, muy cristiana, pero no por ello falto de simbólismo. |
A propósito, Solux, si has visto el vídeo y te ha estremecido, dame un toque que ya te explico por dónde va.
Hasta aquí mis dogmas y mi lenguaje,
¡muéstrenme los vuestros!
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