domingo, 29 de noviembre de 2015

Y cuando lo tienes delante..., todo cambia.

Quería hablar de estadísticas,
de gente que no sabe lo peligrosas que son
de cómo una interpretación errónea puede cambiarlo todo




Existe una tribu en la Melanesia en una isla llamada Vakuta donde todo apunta a que realmente se venía practicando un ritual sexual peculiar. Atribuirle exclusivamente al género femenino la rudeza de inventarse un ritual así supondría no entender cómo funciona la mente humana, y es que hay que ser muy rudos como para coger una estadística y embrutecerla incorporándole un móvil antes de que llegue siquiera un juez para asentar las pruebas.

Las evidencias que pueden ayudar a corroborar que algo realmente se ha podido dar (o se sigue dando) en ocasiones son difíciles de dar con ellas, y entonces es cuando se tiene la oportunidad de pretender darle validez a través de terceros que oficialicen el testimonio.


Más allá de lo que la gente se piensa, presenciar un acto de violencia y desprecio contra una persona hiela la sangre. No existe ser humano capaz de soportarlo, cuando no tiene las defensas preparadas. En mi novela intenté generar una sensación parecida al desamparo, como el miedo que tendría que afrontar una de las protagonistas. Mencionado ya en otra entrada, es una forma de agorafobia: es como si según qué lugares o estados pudieran infundir una sensación de desprotección. En ese sentido, es comparable con los hombres de la Papúa Nueva Guinea según el mito de la isla Kaytalugi.

En una sociedad donde las mujeres pueden ser maltratadas éstas tienen una sensación real de desamparo, por tanto no se trata de un sentimiento que deba sernos ajeno o de parecernos que tenga marcado un cierto carácter mitológico. Es curioso ver que las leyes se descentran del asunto central para traernos la catalogación - como si eso fuera útil o, peor aún, incluso no contraproducente.

Allá donde hay un abuso siempre hay una sociedad que lo admite, y se divierte. En ocasiones hasta montan una fiesta alrededor..., pasa en pueblos naturales (tribus) para poder afrontar los miedos. También ocurre con los cumpleaños, se convierten en una fiesta para afrontar la muerte; es natural en casi prácticamente la totalidad de todos los pueblos tanto naturales como no naturales, en estos últimos el dogma ya se racionaliza y se falsea.

Hablar de misoginia, u odio a la raza humana (no, para mí no es contra la mujer sólo), es impropio de un pueblo natural debido a que sus costumbres no incorporan la filosofía, el sistema de leyes, el cuestionamiento...



Recuerdo cuando entre los compañeros de clase de mi colegio apareció por primera vez el concepto de discriminación sexual. Lo recuerdo porque mi memoria y mi capacidad para discrepar me lo permitió; pero es un recuerdo que en realidad la mayoría de las personas deciden olvidar: a todos se nos ha enseñado una y otra vez el deber de discriminar al sexo contrario. Y esto es así porque no es algo natural en la infancia. No es un juego de niños. Los niños, naturalmente, no se oponen a las niñas; y viceversa. Fue la profesora quien, utilizando una jerga pseudoinfantil, nos inculcó la vergüenza de que un chico y una chica fueran muy amigos. 

El pudor en los pueblos naturales no funciona igual que la vergüenza en los pueblos no naturales. Existe un dolor interno marcado por la propia evolución de las especies asociado a la consciencia, porque no puede ser otra cosa, y eso es el pudor. Es algo que se puede alimentar o que se puede focalizar. Y cuanto más centrado, más doliente.

En más de un capítulo intenté tocar el tema del pudor desde el punto de vista del hombre y desde el punto de vista de la mujer. Las fantasías de carácter sexual buscan más la intencionalidad que el desnudo mismo; por eso el libro puede llegar a tener dos lecturas, los personajes pueden ser o muy siniestros o sólo algo morbosillos - dependiendo de cómo lo lea el lector.


Cuando la sociedad empieza a incluir sus propios ídolos huecos, se alimenta una vergüenza que no tiene porqué ser constructiva. Nunca dejaré de renegar de los antifilósofos, de aquellos que ensalzan los errores que son propios de la sociedad. Si no hubiera existido mecanismos de vergüenza decenas y decenas de manipulaciones perversas por parte de mi profesora de primaria habría sido imposible de inculcar a mis compañeros de clase ¡Quién sabe cuántas veces me habrá conseguido contaminar a mí mismo, aun siendo vigilante! O al que fue entonces mi mejor amigo, que también gustaba de darle con saña sin que él se percatara. Al final lo consiguió con él: repitió curso y hacerle creer que la culpa fuera suya.

Pero quería hablaros de otra cosa. Los libros de antropología no consiguen plasmar la experiencia, porque la describen; cuando se vive es diferente - para eso, al menos, está la literatura. Me explico un poco, porque esto tiene que servir para entender porqué se están haciendo las cosas tan mal en la lucha contra la violencia machista.

Hace pocos años, en las fiestas tribales de mi ciudad, presencié algo que me heló. Un dolor muy interno cristalizó mi sangre de manera que no tuve ni fuerzas para llorar. Sentía rabia por dentro, pero no fui capaz de moverme entonces. Muchos pensarán que no era para tanto, quizá porque esa costumbre es muy nuestra:

Al entrar en el cuarto de baño pude ver cómo un grupo de tipos, con esa sonrisa homínida tan característica que he presenciado tantas y tantas veces, cogían un mortero (petardo gigantesco), muy grande..., demasiado grande, y lo tiraban por encima de un muro tras haberlo encendido. Tras ese muro, el cuarto de baño de las mujeres. Acto seguido un grito. En cierta manera me alivié al comprobar que el grito, después de la explosión, no era de un espanto natural, pero sospechaba que los lloros que eran desgarradores podrían asociarse a un futuro trauma que se evadirá de esta historia porque a mí no me competía saber qué pasaba. Siempre he tenido dudas sobre si preguntar o no si se está bien: mi experiencia me dice que, en la mayoría de los casos, está arraigada en la vergüenza social la obligación de que un extraño no deba inmiscuirse. 

Me habría gustado haber reaccionado en aquel momento; porque, al tío en cuestión, capacidad para darle una buena hostia..., me habría sobrado, y los otros dos o tres o cuatro no habrían sido un impedimento; pero cuando las autoridades me preguntaron sólo pude decir la verdad: "tengo problemas con la memoria temporal". El precio de haber sido universitario en España.

Ya había presenciado múltiples actos de acoso y agresiones en mi vida, pero cuando uno no se espera nada de eso es cuando se entra en estado de shock.


La violencia es lo que entra de improviso cuando uno no se lo espera. El agente me decía que mi valoración era exagerada, que tampoco tenía porqué matarla una cosa así, pero luego le hice ver que se equivocaba: ¿acaso el cráneo puede aguantarlo todo? ¿dónde podía haber caído algo tan grande?

El agente hacía lo correcto, me decía que en ocasiones nos preocupamos de más al ponernos en la situación de la otra persona. Que lo que sólo fue un susto, debido a no saber qué pasa, podría uno imaginarse traumas, lesiones de por vida..., y es correcto, ante la enorme inutilidad que alguien como yo supone, ¿qué clase de ayuda podría haberle dado? Absolutamente ninguna. Razón por la cual seguí vagando por ahí, a la espera de que fuera necesaria mi ayuda. Pero, como es lógico, no lo fue..., y, a todo esto, ¿por qué creéis que lo digo así y de esta manera?

Porque a día de hoy no tengo un recuerdo claro de que hablara con ningún agente. Un testigo tan vapuleado como yo no habría servido de nada, habría valido más habiendo hecho algo.



Aún así sé distinguir realidad de ficción. Como todos. Lo que pasa es que las personas se valen de la vergüenza para dar lecciones: pensadlo bien, se trata de un mecanismo equivalente a dar un golpe con una regla en las manos a los niños que se portan mal. Es más, algunos se colocan en posiciones privilegiadas como para infringir vergüenza sobre los demás, sin que ellos puedan verse sometidos por esas descargas. Con las mismas se les hace comprender que, por mucho que se resistan, el proceso se mantendrá y la vergüenza social sólo podrá ser liberada por un mentor que les salve - pero nunca tendrán derecho a salvarse por sí mismos. Los que se valen de esos mecanismos no actúan con nobleza: son ruínes y suelen conseguir sus objetivos, aunque muchos no se percaten de ello.

Partidos políticos, diarios progresistas, publicaciones de filosofía..., reconocen unos usuarios de primera y luego están los de segunda; ya lo decía Tolkien en la introducción de "El señor de los anillos": entre los hobbits están los llamados los fuertes, que son los que afrontan la realidad del resto de las especies y, al mismo tiempo, son considerados los más brutos entre los hobbits.


Los senos, cuando bien sanos, dignos de vergüenza: como un pene empinado
Nuestra sociedad castiga a los fuertes, ya lo dijo Nietzche; yo sólo lo repito. Y lo volveré a repetir hasta que esta estúpida sociedad empiece a darse cuenta por primera vez en su puñetera historia del Gran Error que comete al darle importancia a las cosas que no la tienen.

Os diré una cosa: los chicos que lanzaron el petardo no creo que lo hicieran por desprecio al género femenino. Tampoco creo que un día un señor mayor les dijera, "vosostros sois de un género superior y podéis lanzarles petardos a las chicas en los cuartos de baño", todo eso me parece vanal y estúpido ¡Cuántas veces habré visto a mujeres alzar a un chaval para hacerle daño sólo por diversión! Y a hombres..., a niños y a niñas..., a grandes mamíferos de muchas especies...

Imagen no natural
También las orcas cuando van a cazar no se dedican a comer y ya está. Entre pingüinos y tiburones, cuando cazan focas gustan de lanzarlas a los aires para entrenar y divertir a sus crías.

Imagen natural
Todos los mamíferos nos parecemos más de lo que a muchos les gustaría admitir, y el narcisismo, el egoísmo sexual extremo, el querer sentir el máximo placer sin pensar en el otro..., eso no lo enseña el machismo, es un comportamiento muy adulto. El resto pueden ser meras proyecciones.







Suficiente hasta aquí
No olvidéis que de esto hay en mi novela
quiero vuestros comentarios


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