La necesaria función de los cuentos de terror premonitorios
Desde que el ser humano adquirió consciencia tuvo que aceptar el papel que desempeñaba sobre él los miedos. Una novela de terror, que quizá no sea lo que realmente haya terminado haciendo, permite ofrecer al lector una poderosa herramienta: se le da imaginación suficiente como para afrontar qué es lo que le puede esperar, sin que tenga que adoptar esas teorías desde el punto de vista de su propio marco lógico.
Cuando las personas desempeñan el rol del ser perverso, pueden reirse de él, pueden comprenderlo y, de esa manera, afrontar los distintos peligros que se nos avecinan. Si somos capaces de ver qué es lo que hay allá en el fondo, podremos caminar en esa dirección y afrontar lo que se nos avecine pero, ¿estamos legitimados para investigar?
El hombre del saco, quien captura a los niños, en mi obra un comunista que forma parte de una nueva guerra fría; pero que hace cosas raras, y espera milagros de sus capturas. Lo que siempre le diría a un niño es: no te acerques ni negocies con ese señor, sólo sabrá llevarte por un sendero muy oscuro. No pretendas jugar con él, ni te fíes de él..., los animales de sangre caliente mantienen a su camada cerca y, por tanto, el miedo infantil está asociado a nuestros depredadores más naturales.
La manía que le han dado por echarle la culpa siempre a Amón de todas las muertes. |
Pero últimamente existe un nuevo mundo, mucho más virtual, donde los niños tienen la oportunidad de desarrollar sus pautas conductuales. Allí, una vez más, a través de redes sociales, pueden relacionarse una y otra vez con esos señores que sabrán someterlos y obligarles a que no se lo cuenten a sus padres...
Entonces sus héroes se vuelven oscuros y siniestros, ese no es el mundo mágico al que estaban acostumbrados. Aquellos a los que idolatraban se convierten en sus pesadillas, aquellos que les divertían se convierten en sus carniceros...
No, no..., venga, ahora en serio: ¿a qué se parece a F.N? ¡Vamos! Venga... |
Sin embargo, el miedo bajo control genera una extraña emoción, un punto poderoso que permite al infante hacerse un poco más adulto, para afrontar los verdaderos miedos que le llegarán en el futuro.
A lo largo de su pequeño andar
el caminante hace su camino
carga las huellas la forja de un destino:
miedos resultado de su caminar.
Y, dado el trecho por cumplido,
el niño luchará de joven, y ahora viejo
dejará al hijo del tonto bien perplejo
al encararse contra lo prohibido.
"Pavo, ¿qué miedo me vas a dar?
¿Acaso de gris no fue quien ha sido
tu jefe, mentor, política y hogar?"
"¿Me acusas de ser mosto cuando soy vino añejo?
¿quieres saber con qué yo me alucino?
¡asustar a viejas con el entrecejo!"
Basta de dogmas,
quiero vuestras opiniones
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