Miguel se encontraba en mitad de una jungla. Tuvo un momento de lucidez y se planteó: ¿qué hago yo aquí? Con esta pregunta se percató que vivía un sueño. Esta sensación pasó de un estado de alegría a un estado de temor, y del temor a la llamada de la Sombra Seca. Por alguna razón que desconocía ese terror nocturno siempre le había estado acosando, sobretodo desde que supo de un amigo que también compartía ese sueño. David, muy siniestro él, le susurraba absurdos al oído alimentando la paranoia, hasta el punto de compartir un terror mucho más complejo que la vida de los dos por separado. Antes de que se dieran cuenta, cada vez que soñaban, ambos soñaban la misma historia, que les atrapaba en una red que les ataba de pies y manos para no poder seguir avanzando. La Sombra Seca era una silueta que aparecía dibujada en la piedra, o la arena, pero nunca en el barro, la madera o lo vivo... Si esa sombra tocaba algo vivo le absorvía toda su agua.
David se reía de esa historia. Hasta el punto de que acabó en un psiquiátrico. Dormido a todas horas continuamente recreaba una y otra vez el mismo sueño. Según le decían los doctores a Miguel, habían conseguido aislar sus narraciones al interior de la jungla, donde la Sombra no podría alcanzarle. Sedado como podían, albergaban la esperanza de que pudiera seguir soñando en esas pesadillas para poder afrontarlas psicológicamente.
Sin embargo Miguel en ese momento se encontraba en ese entorno, no recordaba haber soñado nunca el haber estado en una jungla. Pero con la invocación al temor de esa sombra, de volver a ser víctima de los sueños de David, se percató de que los árboles y las hierbas se estaban resecando, mientras se oscurecía más y más el ambiente. El miedo le estuvo aprisionando poco a poco, corriendo con la esperanza de encontrar un lago. Debido a que tuvo miedo de no encontrarlo, siguió corriendo, mientras veía cómo las sombras poco a poco le aprisionaban. Así hasta que decidió dar con el lago en mitad de la jungla, y se lanzó en él.
Miró a su alrededor, vió cómo las sombras se apoderaban de la vida de toda la jungla, mientras los animales se zambullían al agua, incluidos los cocodrilos. El miedo era tal y se palpaba de tal manera, que los propios depredadores no quisieron abalanzarse contra las presas de la laguna ¿Por qué tenía Miguel ese sueño? Eso era algo que quería saber, y pensó que a lo mejor estaba proyectando su piedad a lo que estaba sufriendo David. Para Miguel David era gay, y le estuvo atormentando con su teoría, hasta el punto que la obsesión se volvió muy patológica. Para cuando Miguel se dio cuenta del daño que le había hecho ya era demasiado tarde, y se sentía culpable.
"Posiblemente", pensó Miguel, "para quitarme el tormento por el que pasa David, debo afrontar el daño que le hice y aprovechar para pedirle perdón en el sueño".
Así que nadó hasta la orilla y divisó un tramo donde podía estar frente a la Sombra Seca frente a frente sin llegar a tocarla. Se alzó ante la negrura del bosque y sintió cómo la ropa le mojaba cada rincón del cuerpo, estada calado hasta los huesos. Del interior del bosque hubo una llamada: "¡Quítatelo!"
"¿Qué clase de petición era esa?", pensó Miguel. Y probó a quitarse la camisa mojada para lanzarla a sus pies. La Sombra Seca se replegó, dejó entrever un poco de vida allá donde cayó la camisa. Sin embargo, rápidamente, la sombra se abalanzó contra la camisa pasa saciar su sed, hasta el punto de destruirla en mil pedazos. Tras presenciar esto, Miguel, vio cómo la sombra se replegaba, se hacía más y más pequeña, estaba mejor definida. Algo en su interior le hizo pensar cómo debía afrontar ese sueño; así que le tiró un calcetín mojado. La sombra aceptó el sacrificio y volvió a replegarse:
"Más", reclamó.
Miguel no tenía intenciones de convertir este sueño en un sueño erótico. Así que adoptó una decisión. Decidió abalanzarse contra la sombra para ver qué pasaba.
La Sombra Seca se replegó y adquirió forma humana. Sólo la consciencia de Miguel pudo percatarse de que había perdido su cuerpo en el sueño, pero aún seguía siendo consciente de lo que sucedía. Observó como la sombra adquiría forma humana, el de un hombre cuya silueta era completamente negra y no se le distinguían facciones ni ropajes.
"¿Quién eres?", preguntó Miguel. "Soy la corrupción personificada", respondió el individuo. "¿Cómo acaba el sueño?", insistió Miguel. "No acabará. A medida que pase el tiempo te deshidratarás y morirás. Adiós". Dicho esto la sombra inundó toda la jungla, el cielo, los animales, todo... Allá donde la consciencia de Miguel miraba la sombra lo invadió, junto con una sensación de caída o vacío. Sólo dejó un pequeño hueco donde la oscuridad y la muerte no había llegado. Una pequeña laguna. Un pequeño lago que, poco a poco, se irá consumiendo mientras las gritos de Miguel suenan desesperadamente en los ecos de unos oídos que no quieren despertar, removiendo cada una de sus entrañas desde dentro para retorcerse en la cama mientras intenta en vano encontrar la salida del sueño, mientras cientos de gotas de sudor salen de su cuerpo inundando la cama.
No sé..., tengo que practicarlo más
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