Meritócratas por no pendencieros ya olvidados
es el tiempo de ver al farsante ganar
mientras el plutócrata nos ha comprado
el voto, la casa y los motivos para amar.
Llamen a cada puerta y cada uno en su lugar
que no quede nadie por rezagado
y que a nadie le correspondiera sobreactuar
porque es el momento más esperado.
Una nueva época ha llegado
pero no la sé interpretar
dime qué es lo que ha pasado
porque tengo muchas cosas por contar.
Llamen a cada puerta y cada uno en su lugar
que no quede nadie por rezagado
y que a nadie le correspondiera sobreactuar
porque es el momento más esperado.
Una nueva época ha llegado
pero no la sé interpretar
dime qué es lo que ha pasado
porque tengo muchas cosas por contar.
Se hubo equipado la osa mayor de un paracaidas para poder ir dando zarpazos en el río. El río, cantando y revoloteando le dio por regalo un besugo, y fue éste el que acabó en la cazuela.
Plutócrata: Hola osa mayor, ¡bonito el día de hoy y grandes las preguntas que porto!
Osa: Nuevos tiempos recaen sobre los hombres y, una vez más, sólo se me visita para verme comer.
Plutócrata: No osa mía, he querido centrarme por un momento en una investigación que tengo pendiente. Quisiera dar con un sabio, cosa bien difícil de distinguir hoy día.
Osa: ¿Y cómo es eso posible? ¡oh, distinguido plutócrata! ¿Acaso no gozáis de lenguaje y civilización?
Plutócrata: La historia se montó a partir de un error bastante antiguo. Descubrimos que repetíamos las mismas historias que otros ya iniciaron, pues éstas nos hacían civilizados.
Osa: ¿Descubristeis ya cómo el azar en ocasiones juega para mantenerse en equilibrio con vuestras intenciones?
Plutócrata: ¡Incluso le dimos un premio nobel! Pero hemos descubierto que el sionismo nos ha dado muy mala suerte..., ¡oh osa mayor! Dinos cómo distinguir al sabio, cuándo sus dogmas serán el lenguaje de nuestra Libertad.
Osa: Bien, plutócrata mío, te voy a contar una cosa. Había una vez un grupo de hombres que estuvieron buscando a un hombre sabio.
Plutócrata: ¡Venga ya otra historia, bah!
Osa: Primero buscaron en la universidad, donde estudiaban filosofía. Pero descubrieron que hasta las palabras de su madre eran más sabias.
Plutócrata: ¬¬
Osa: Luego viajaron lejos, hasta la India, donde los orígenes del pensamiento. Pero comprobaron que las palabras de su madre eran mejores. Y no desistieron, no..., porque pasó que investigaron en el origen de sus pensamientos hasta descubrir...
Plutócrata: ¿Va para largo?
Osa: Que todos esos hijos de..., eran hijos de la misma madre. A la que siempre ignoraron y que siempre fue la que les dio toda la civilización que necesitaban. Pero, por alguna estúpida razón, seguían buscando un sabio entre ellos. Como si navegante no necesitara de brújula y la brújula no fuera otro navegante que también cambia de parecer.
Plutócrata: El caso es volver al discurso de los indigentes. Nada, ya seguiré buscando la manera...
Plutócrata: No osa mía, he querido centrarme por un momento en una investigación que tengo pendiente. Quisiera dar con un sabio, cosa bien difícil de distinguir hoy día.
Osa: ¿Y cómo es eso posible? ¡oh, distinguido plutócrata! ¿Acaso no gozáis de lenguaje y civilización?
Plutócrata: La historia se montó a partir de un error bastante antiguo. Descubrimos que repetíamos las mismas historias que otros ya iniciaron, pues éstas nos hacían civilizados.
Osa: ¿Descubristeis ya cómo el azar en ocasiones juega para mantenerse en equilibrio con vuestras intenciones?
Plutócrata: ¡Incluso le dimos un premio nobel! Pero hemos descubierto que el sionismo nos ha dado muy mala suerte..., ¡oh osa mayor! Dinos cómo distinguir al sabio, cuándo sus dogmas serán el lenguaje de nuestra Libertad.
Osa: Bien, plutócrata mío, te voy a contar una cosa. Había una vez un grupo de hombres que estuvieron buscando a un hombre sabio.
Plutócrata: ¡Venga ya otra historia, bah!
Osa: Primero buscaron en la universidad, donde estudiaban filosofía. Pero descubrieron que hasta las palabras de su madre eran más sabias.
Plutócrata: ¬¬
Osa: Luego viajaron lejos, hasta la India, donde los orígenes del pensamiento. Pero comprobaron que las palabras de su madre eran mejores. Y no desistieron, no..., porque pasó que investigaron en el origen de sus pensamientos hasta descubrir...
Plutócrata: ¿Va para largo?
Osa: Que todos esos hijos de..., eran hijos de la misma madre. A la que siempre ignoraron y que siempre fue la que les dio toda la civilización que necesitaban. Pero, por alguna estúpida razón, seguían buscando un sabio entre ellos. Como si navegante no necesitara de brújula y la brújula no fuera otro navegante que también cambia de parecer.
Plutócrata: El caso es volver al discurso de los indigentes. Nada, ya seguiré buscando la manera...
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