domingo, 22 de enero de 2017

If politicians were smart

Obama ha sido un caso excepcional
ante el espaldarazo que tenía preparado Trump contra Obama
destruyendo su Obamacare
hemos conseguido un dulce realmente admirable


Supongo que era cuestión de tiempo, y de inteligencia. Si esos documentos ya eran accesibles para el enemigo entonces, ¿por qué no hacerlos automáticamente accesibles con un sistema de trazado automático? Así podrían ocultar la parte sensible y se podría iniciar un protocolo de seguridad más manual para aquellos que quisieran indagar en el documento en sí.

Sin lugar a dudas, después de que la justicia en EEUU pusiera su ojo contra la CIA y la no tan fácil desclasificación de sus documentos, era cuestión de tiempo antes de que se hiciera una exposición en condiciones, como marcaría la ley, y con extras para conseguir la independencia de los cuerpos de seguridad con respecto a los jueces del país.

Una jugada inteligente que sólo podía hacerse desde la posición de poder de alguien inteligente que forzara la situación y alguien inteligente que lo habilitara. No me lo esperaba, pero ha sido un gesto; ha estado bien pero, más que por los documentos en sí, por el hecho de que no estamos siendo manejados por gente tan necesariamente garrula. Tener tanto documento clasificado con una ley que lo impide suena, simplemente, estúdido. Y parece que en la CIA no lo son tanto.

Ahora pienso en España..., y me da la risa. Porque ni tenemos los jueces, ni tenemos la iniciativa ciudadana, ni tenemos al político brillante..., así que en nuestro caso viviremos alguna suerte de caos en cuanto alguien descubra la manera de desequilibrar la balanza a su favor. Eso sí es estúpido, pero no me incumbe. Yo sólo soy un mero informático, esas cosas no son mi especialidad.

Hoy iba a hablar de los conseguidores. Se trata de una figura hilarante de nuestro siglo pasado. Un conseguidor es como un espía que no se mancha las manos, o un comercial que no vende, es como un productor que toca la contabilidad o un director artístico que no tiene la última palabra..., los conseguidores son una muestra de la debilidad del siglo XX, en las grandes compañías eran llamados vicepresidentes ejecutivos, en Holywood se les etiquetaba como productores ejecutivos..., cuando sobraba el dinero se les pagaba cuando, en realidad, el trabajo que llevan a cabo era irrisorio, absurdo..., mientras se colmaban a sí mismos de honores.

Un conseguidor no se puede decir que trabajara, había trabajos que se ponían en una escala directamente superior: como el traductor que no traducía, pero que se quedaba a la escucha por si las traducciones oficiales no eran sinceras, este tipo de gente eran como sancionadores. Sin embargo los conseguidores no tenían ni el nivel de los sancionadores: eran algo así como los okupas del ejecutivo, los escopeteros nacionales, los calientacopas de las fiestas..., y, por supuesto, como son el último mono: la vergüenza de los sistemas de inteligencia.

Cualquier ama de casa contratada como enlace para funcionar como contacto ofrece un nivel de sancionamiento y compromiso mucho más que un conseguidor, un drogata que se conoce a los camellos puede dar mucha información de lo que se vive en las calles y hasta puede ayudar a dar veracidad a una serie de hechos..., pero un conseguidor no llega a eso. Los conseguidores, en realidad, tienen una carrera muy tóxica y falseada: su objetivo único es la política y las mafias. 

Cuando una persona es capaz de prostituirse y dejarse llevar por el mundo del copeteo y el glamour, puede aspirar a convertirse en confidente, es decir, en un sancionador..., pero si está como una chota entonces no tiene más remedio que ser vigilado. Así que, qué pasa si se encuentra a medio camino de ser capaz de hacer cosas que nadie es capaz, pero nadie se fía de él: ejecutor.

¿Se fiaban de ti?
Ese era el perfil de Hansel en la novela Luces y Espectros. Por un lado se podía ver distintos niveles de compromiso con el sistema: Hansel conseguía, Gug ejecutaba y Pedro sancionaba. Sin embargo, como si se tratara de un juego, éstos eran fuertemente vigilados: se les concede grandes cotas de libertad para que puedan entrar en el juego, pero eso no quiere decir que no vayan a ser manejados por las circunstancias. Eso no quiere decir que su verdadero papel no fuera otro. 


Parece que ya han publicado las explicaciones de la tecnología que resuelve el séptimo problema del milenio. Esa burocracia que impedía que el libro fuera comprado parece que se ha desvanecido..., eso son buenas noticias. Esperemos no seguir encontrando más sospechosos incumplimientos de contrato. El reloj sigue contando, lo que se demore acabará por aparecer y de aquí a menos de dos meses van a tener que darme una respuesta, y la pregunta que tienen entre manos es de una simplicidad y de una brevedad que incluso demorarlo una semana suena sospechoso. Pero sigámosles el juego..., a ver qué pasa..., el tiempo está a mi favor.







Suficiente hasta aquí
¡viva el frío!
Veremos cómo en el futuro
se cristaliza la tecnología
como se describe en la clase
que yo diseñé







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