Voy a comentar un poco qué es eso
de los juegos y el lenguaje
y para ello explicaré por qué
incluyo explicaciones de reglas en la novela
El papel que desempeñan los juegos y sus álgebras en la novela se hace fundamental, porque ayuda a comprender el papel que ocupa la filología dentro de la filosofía. Igual que la ética de un individuo es sometida por la doctrina filosófica que defienda, los juegos de lenguaje que escogemos para poder desarrollar nuestro día a día va a marcar la doctrina en la que te acabarás identificando. Se trata, sin ir más lejos, de una manera de adoctrinamiento.
En la novela aparecen varios juegos, aquí mencionaré dos en concreto: uno muy simple basado en tres reglas basado en el talento personal de cada uno, y otro muy complejo lleno de normas y azaroso. La idea que hay que tener en cuenta no es que me puse a rellenar capítulos explicando cómo divertirse, o alguna cosa por el estilo, efectivamente existe un mensaje detrás de cada juego. Una invitación a la trascendencia: a intentar ver dónde se sitúa el tercer hombre.
Cuando me ponía a hablar con el ilustrador Solux, que es la única persona que conozco que se ha leído el libro al completo, intenté preguntarle por lo que opinaba de los juegos..., efectivamente, en la discusión que tuvimos le aclaré que existía dos maneras de entender tales juegos: desde un punto de vista inocente y desde un punto de vista siniestro. Es decir, había reglas no escritas. Eso es algo que se mantiene en absolutamente toda la obra, y la manera que he tenido de contar las cosas: el lector debe de ponerle la interpretación que guste. Ya sea más inocente o más siniestra. Debe elegir.
Imaginemos que estás frente a mí y yo te digo: el primero de los dos que necesite más de dos pies para mantenerse en pie pierde, quien haga daño al otro deberá sufrir una penalización y este colega será el árbitro. Este juego es descrito en la novela. Y en la misma novela se comenta cómo los contendientes se dedicaban a hacer cualquier clase de jugadas para poder vencer..., siempre y cuando no provoquen ninguna clase de daño.
Existiendo un árbitro, ¿qué entiende el árbitro por daño? Si uno de los dos le bajara los pantalones al otro, la ventaja la tendría el primero en hacerlo: podría convertirse en una invitación a la mezquindad. Sin embargo, ¿qué clase de personas juega con mezquinos o traidores? Podemos ser lo suficientemente inocentes como para pensar que la única manera de jugar a ese juego es mediante las llaves de judo, o equivalente. Claro, a eso se le llama ser deportivo.
La tolerancia es un concepto que se debería de enseñar en primaria ¿Existen doctrinas filosóficas que son contaminantes? Puede parecer que todo vale, que todo es relativo. Sin embargo las cosas ¡cómo van a ser así! Parece que tolerancia es admitir la doctrina filosófica ajena..., cuando bien podría ser aceptar con deportividad los juegos de otro.
Hemos visto muchas películas de profesores de universidad que hacían experimentos sociales con sus alumnos. Probar a crear clases sociales, crear fanatismos, dictaduras..., ese tipo de experimentos, o ejercicios de clase, deberían de hacerse a edades más tempranas. Eso es porque la tolerancia debería de ejercitarse por su uso práctico, no porque leamos a filósofos que nos describan el funcionamiento de la ética.
Es por ello que, en un capítulo muy maduro, incluyo un juego de dados lleno de reglas. Un juego muy adulto pensado para una mentalidad muy sexualizada. Una imagen muy inocente nos dirá que los castigos asociados al juego se quedarán en nada..., pero claro, ¿qué es lo que entendemos por una novatada? ¿Es nuestra sociedad inteligente a la hora de tratar los abusos y las bromas? Detrás de la diversión del lenguaje, está el adoctrinamiento de qué es afrontable y, por tanto, los arquetipos culturales empiezan a edificar murallas a nuestra capacidad de discernimiento.
Se puede decir que existe un conjunto de vicios que nos pueden retrotraer a nuestro estado más lamentable, más de simios. Es el fracaso de la civilización, porque no se sabe o no se quiere defender.
¿Estamos cada uno de nosotros, uno mismo el primero, a la altura de los debates en los que participamos?
¿Permitimos al otro desarrollar un argumento de manera que podamos comprender qué pretende defender?
¿Nos movemos bajo la pretensión de que discutir es lo mismo que adoctrinar?
¿Reconocemos unas piedras angulares en nuestros Derechos que no deseamos anular en toda discusión porque nos son inherentes?
Suficiente hasta aquí
Estas son mis cuestiones
Y los textos traen respuestas
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