Quizá sea cierto que los análisis electorales
ahora deban de cambiar de diagramas
Y, para ello, lo mejor es centrarse en la idea de marca
Japón siempre unos cuantos años por delante. En esta ocasión hablamos del modelo Ishikawa. En un Japón víctima de la humillante derrota de la segunda guerra mundial, con una industria preparada para competir, pero incapaz de dar la cara por la paupérrima calidad de sus productos, en un momento dado dieron un golpe en la mesa y dijeron: ¡revolución cultural!
Entonces cambiaron las tornas, empezaron fijándose cómo lo hacían en Europa y Estados Unidos, se copiaron el modelo, lo utopizaron aún más y lo perfeccionaron. Inventaron la idea de calidad y, años después, tras el éxito de la aplicación de tales conceptos un norteamericano, como si fuera un colono en tierras salvajes, se atribuyó la patente para estandarizarla a escala mundial.
En la novela no faltará las referencias al pensamiento japonés, sin embargo voy a irme un tanto a una descripción más trascendente de los objetivos de la novela; aunque en parte también queden reflejados. Hoy iba a hablar sobre el populismo y cómo puede afectar a todo el histórico que tenemos sobre el mercadeo del sistema de votos.
En la novela Luces y Espectros llegué a insinuar que la asignatura de religión sería sustituida por historia del arte. En esta asignatura quedaría reflejado todo el cronograma histórico por el que pasaron las civilizaciones más importantes del planeta, y así tener una visión de conjunto de cómo evolucionaron los dogmas y tradiciones varias, así como el estilo.
En un cronograma tenemos el análisis de las culturas y los pueblos, pero sin llegar a hacer juicios de valor. Los juicios de valor se ponen de manifiesto inherentemente por la exposición intencional de las fechas: cuando describimos unos acontecimientos en su orden cronológico ignorando otros acontecimientos, dando más fuerza a unos hechos y menos a otros. Dentro de esta dirección interesada, tenemos una visión vigilante de un mensaje a transmitir y, efectivamente, dentro de esta manera de maniobrar se encontraba el profesor de historia del arte: cada clase tenía un mensaje detrás, un objetivo.
Cuando pensamos en cuáles serían los esquemas. que podría tener Alejandro cuando pretendía demostrar a sus alumnos cuáles eran los dogmas, de manera que ellos mismos se percataran, podríamos imaginarnos los esquemas de Ishikawa porque, al fin y al cabo, si sabemos de un desastre y nos muestran una lista de posibles causas, la correspondencia se convierte en una tarea de fácil desempeño.
El diagrama de causa-efecto tiene como origen estudiar la calidad de un sistema y es, por tanto, una herramienta de los auditores internos. Huelga mencionar la diferencia entre una auditoría interna de una externa: la auditoría externa procura sancionar y dar validez de la estandarización de una empresa, mientras que la interna se centra en prepararse ante eventualidades. Ambas auditorías son imprescindibles. El caso es que cuando la revolución japonesa se expandió al resto del mundo para crear la idea de calidad total, los años 80 murieron y nació la administración de empresa, el mercadeo, etc...
Hoy día, debido a la aparición del populismo, cuando desde los '90 el mercadeo jugaba con los deseos de la gente ahora es la gente la que juega con lo que espera de su marca. Ya sea la bolsa o ya sean las urnas, someten las decisiones de mercadeo de las marcas, su publicidad y, de hecho, las encuestas corren el riesgo de ser cada vez menos influyentes. El egregor de la televisión, uno de los monstruos más temibles que estuvieron sometiendo a los medios, y que queda reflejado a la perfección en la película La red, ha llegado a osar el querer sustituir o remover arquetipos persistentes en nuestra civilización que afectaban a nuestros preceptos morales, así como las tradiciones más arcaicas. Hoy día, gracias al populismo, este egregor pega con más fuerza que nunca para provocar cambios en este continuo devenir.
Para poder controlar los efectos producidos a lo largo de la cronología se puede plantear el problema como si se tratara de la desaparición de una persona, como fuéramos los agentes del FBI en la serie Sin rastro. Dibujamos una línea temporal y vamos marcando hitos históricos en ciertos segmentos. Todas las flechas que caigan sobre un segmento temporal tendrán formato de fishbone y, si el segmento temporal se hace más grande, entonces el diagrama cronológico acaba convirtiéndose en el diagrama de causa-efecto.
Cuando se trata de descubrir a gente que ha desaparecido, es interesante atar cabos determinando qué fue causa de cierto hito, y quiénes fueron sus agentes. Es decir, la idea de normalidad dentro del comportamiento de la gente es la manera que tienen los policías de determinar dónde están los cabos sueltos. De esta manera, vemos cómo los votantes ya no se comportan como veletas a la espera de que sus amados líderes les digan hacia dónde ir: siguen al líder que menos odian, y les siguen con fanatismo y mucha falta de respeto todas sus tonterías. No les importan: usan a su líder para conseguir sus objetivos.
Como si fueran un cepillo para el pelo, se valen del político como si fuera un peine. Si éste no refleja sus odios entonces lo desprecian. Si éste no endereza sus enredos entonces lo desprecian. En otros tiempos el partido ofrecía políticas, hoy día ofrece líderes. El cargo desaparece y se impone el personaje. Era de preveer que el formato televisivo prevaleciera por encima del debate interno.
Discusión de besugos:
Ana Pastor: Dígame este aspecto de su programa.
Pablo Iglesias: Aún no lo han decidido nuestros votantes.
Ana Pastor: No me ha respondido la pregunta.
Yo: Ana, eres una imbécil.
Parece que la televisión es la que marca los tiempos y los hitos. Por lo que es la audiencia la que manda y la que sanciona a los partidos. De la misma manera, las instituciones democráticas del estado, como el sistema judicial, parece que debe ser sometido por los designios de las pancartas. Se trata de una visión de la realidad que puede llegar a ser muy triste e insostenible.
Pero el actual escenario es éste: el votante tiene intención de castigar, de vetar, pero no de participar, no de decir qué quiere. Así que tenemos los resultados electorales entre cada tiempo y, de ahí, un diagrama de fuerzas. Si dentro de la cronología se perdieron votos hay que plantearse por el primer hito de campaña que provocó que cambiara de decisión. Es ahí donde se apuntarán las culpas sobre cada uno de tales hitos porque, por la la ley Lithe: si algo es probable que haya pasado, entonces ha ocurrido en una cierta proporción. Si un hito electoral pudo haber hecho perder votos, entonces los ha hecho perder en tal proporción. Y, cuando antes este principio se podía usar a lo largo de toda la campaña, empero, ahora sólo se puede aplicar para el primer hito que provocó su cambio de decisión.
Se trata de un nuevo esquema que permitirá analizar qué es lo que realmente hace ganar y perder votos. Así, como si fuera una Poisson, ese hito se irá olvidando, junto con los fanatismos y los odios para volver a otro estado de normalidad..., hasta que ocurra el siguiente hito. Exactamente como cuando se medica a un paciente. El mismo esquema.
Suficiente hasta aquí
decidme algo
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