Microrrelato. Las competencias delegadas.
Es bien sabido que nuestra Confederación Intergaláctica tiene preocupaciones de especial gravedad por conseguir elevar las cuotas de civilización y así abandonar tanto salvajismo. Sin ir más lejos, las guerras a las que se enfrenta nuestro sector se han convertido en una lacra y enorme mala suerte para aquellos que no defienden las tesis más naturalistas. Esto, en realidad, ha sido objeto de controversia, y suele ser considerado una propaganda antiorca, es decir, el pacifismo, según aseguran los orcos del espacio, se encuentra donde los burócratas y los que defienden el liberalismo. Esto nos lleva a la justificación de los grupos sindicales.
(Parte convenientemente omitida)
El asunto es que, con el fin de conseguir alcanzar las cuotas civilizadas, se impone una suerte de impuesto a los mercantes que pretendan minar los planetas salvajes. Como el dinero a los miembros de la Confederación no les incumbe, desde la aprobación del Protocolo del Enriquecimiento Público (protocolo a través del cual, entre muchas cosas, el servidor público ni cobra por su trabajo ni tampoco se le da tributo; salvo sus dietas a través de tasas, además de los privilegios propios del planeta anfitrión), el impuesto se tiene que plasmar en servicios directos hacia los propios pueblos salvajes. A esta clase de servicios algunos le han dado a llamarlos delegaciones de competencias.
Muchos han sido los estudiosos que han debatido sobre la viabilidad de las delegaciones de competencias o, como lo llaman sus defensores, competencias delegadas. Sin embargo, más allá del eufemismo a ultranza que se suele defender, sus detractores consideran que lo privado no debería tener como obligación llevar a cabo competencias para las cuales lo público se había considerado incompetente, al quedarse fuera del ámbito de aplicación según sus propios protocolos, por lo que no había legitimidad en el reconocimiento de este tipo de impuesto.
Sin embargo, según el principio de Conservación Liberal reconocida desde la propia Federación del universo conocido: no existe planificación explícita que limite el objeto de la libertad de empresa (o de hacer proyectos) y, por tanto, cualquier ausencia de limitación queda reconocida por el descubrimiento de la explicación de un derecho que le sea inherente a los individuos. Dicho entre los gusanos de la galaxia Proxy Com sonaba muy convincente, sin embargo lo que dice esta frasecita es: la libertad de lucro existe si y sólo si aceptamos unas reglas del juego que no machaque a nadie. No hace falta ser un gusano de 10 milenios de evolución para entenderlo.
Sin embargo, hay civilizaciones de nivel cuatro que no comparten estas reflexiones, y aluden al Principio de Tolerancia: sabemos que un derecho le es inherente a un individuo en la medida de que ese derecho es inalienable e imposible de asociar a una axiomática reconocida. Por tanto, de ahí se deduce que jamás encontraremos un principio que le sea inherente al individuo sin que pueda cuestionarse si realmente ese principio le era inherente. De ahí, el 90% de las discusiones orcas y todo su asqueroso papeleo, sospechosamente alienadas con los criterios naturalistas.
(Parte convenientemente omitida)
Otro ejemplo de impuesto altamente discutido de aplicación al proyecto ---, es el de la propagación de miriápodos que, aprovechando las bacterias que recojan con sus patas, puedan acumular energías para reconducir los campos electromágnéticos y polarizarlos de manera positiva. Ese tipo de comportamientos, tras un estudio minucioso del cerebro de los nativos, conllevaría a que los propios individuos puedan dormir con dulces sueños y, así, conseguir que tengan un mecanismo más reparador por las noches.
Este programa se extendió junto con sus diseños con la justificación de que sólo se habilita el estudio neural sobre los nativos si a éstos, a su misma vez, se les tiene que dar provecho de la información vertida (según el principio de competencia delegada en aplicación al protocolo de enriquecimiento público). Los sabios, manteniendo una idea de jurisprudencia, activaron todos las patentes (que significa que los colonizadores tienen carta blanca dentro de los protocolos tipificados del tipo de servicio que se dé en devolución) y promocionaron la creación de nuevas ideas al reforzar las tasas compensatorias por el uso de tales patentes (canon digital).
Así que por cada acción de explotación aplicada sobre los pueblos primitivos, siempre y cuando no rompa los protocolos de revelación de los tutores - limitados por la Tregua de la Lengua Rota, deberá haber una contrapartida en favor de los pueblos primitivos que, además, habrá sido previamente regulada. Antes de hacer una acción de minería (poblar la zona), extracción (demasiado caro) o de exploración, deberá existir un proceso de habituación, devolución y camuflaje.
Los procesos de inspección suelen ser bastante eficientes debido a que se compensa proporcionalmente a la propia multa impuesta. De esta manera vemos cazarrecompensas que se preocupan más por la cantidad de la infracción que por la cantidad de infracciones. A estos cazarrecompensas se les suele tildar de chivatos, sin embargo en la Confederación se ha considerado que este tipo de responsabilidad debe ser fomentada llamándolos delegados.
En Lira los propios delegados se hicieron llamar a sí mismos caballeros, una vez rechazadas todas las dádivas. Es por esa razón, y en aplicación de los protocolos por la no aceptación de regalos de ningún tipo, por la cuál los protocolos marcados por los sabios han sido puestos en cuestionamiento en virtud de las limitaciones marcadas por tales caballeros.
Se considera que un delegado en realidad no tiene legitimidad para recibir una multa que una confederación no tiene legitimidad de cobrar, porque es resuelto en especie; así que a esa relación la suelen llamar de vasayaje, otros un favor...
Pero muchos cazaorcos suelen eliminar a los que tienen deudas con ellos, con la legitimidad que la Confederación les concede. Así, pasan de ser delegados a cazarrecompensas cuando ayudan a otros delegados a ver saldada su deuda. Deuda que proviene de una competencia delegada por la Confederación; aunque no queda oficialmente reconocida si no es mediante un protocolo. Éste lo considera una delegación de competencias en especie.
Algo así como: si tienen una deuda con Vd, pásese por caja y fulmínelo con un rayo láser si no le paga.
Ciertamente, tras cientos de milenios de evolución esto es lo más civilizado que se conoce. En otros sectores están incluso peor, considerando que se sabe de abogados que encargan el pago de sus deudas en especie a empresas especializadas para colapsar burocráticamente a los infractores sin necesidad de pegar un solo tiro. En nuestro sector, los orcos saben que la luz y el ojo morado siempre es más contundente que la citación.
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