miércoles, 13 de enero de 2016

Fin de ciclo

Estos últimos días han sido los más fructíferos de mi carrera como informático.
Después de publicar en una editorial, diez días después termino mi investigación
y lo hago a lo grande..., con un resultado que es tan grande que aún no sé cómo presentarlo.

Uno de los temas que aparece en mi novela es el muñequito que tenía
uno de los protagonistas. Un muñeco para liberar el estrés.


Le decía la psicóloga de la novela a este personaje que debía aprender a liberar el estrés. Existe una enorme sensación de soledad que aparece cuando todas las personas están plenamente convencidas de que la realidad es de una manera y no de otra. Entonces los ves abalanzarse como una horda de perros salvajes hacia un destino incierto y cruel. Y cuanto más te preocupas por su futuro, más certidumbres albergas hacia el siniestro destino que les aguarda. 

La ira, para este humilde novelista, se podría definir como un mecanismo de excitación a partir de percepciones de caracter violento que persisten. Cuando los conceptos tienen carácter no persistente la incitación puede activar los deseos, las inquietudes, los placeres..., porque la sensación de placer es meramente circunstancial.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
Eso quiere decir que existe una manera de convertir la ira en placer, y es cuando aprendes a vanalizar todo cuanto te cuentan. Cuando, de una manera o de otra, todo te empieza a dar como igual. Te insensibilizas de todas aquellas cosas que no son tan importantes. Y por eso en mi novela debía aparecer un personaje muy irascible, como uno de los caballos de Platón, que tuviera conflictos con otro personaje más desbocado. Al llegar a la parte amarilla, estos dos personajes conviven con una tercera, que será su áuriga, alguien a quien no parecen respetar como a ella le gustaría.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
La principal preocupación de los que se preocupan por cosas que no tienen importancia tiene que ver con el hecho de que no parece que haya nadie que le quiera poner remedio y, al mismo tiempo, parece como si día a día se pusieran más trabas para resolver un conflicto que es real.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
Mis problemas personales serán de mayor o menor importancia..., pero en ocasiones se nos olvida de que hay problemas que tienen mucha mayor envergadura y nos conformamos con los muñecos que nos relajan, ¿acaso siempre es bueno mirar a otro lado?

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa

Al llegar a la parte del epitafio del libro, la psicóloga tiene un momento de reflexión. Mirar alrededor, todo ese odio y la enorme necesidad de unirse ante un enemigo que nos tiene sitiado. Entonces los problemas menores que nos encolerizaban, se someten ante el hecho flaugurante de que no quieren vivir refugiados bajo tierra. De que no quieren convertirse en hombre topo.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
Así es que cuando la psicóloga se descubre a sí misma sometida a una situación violenta, ya no hay sitio para la ira, sólo queda el sometimiento y la concentración. Sólo queda luchar juntos en una misma dirección, sin tener que entrar en los conflictos internos. Sin que nadie lo proponga, todos están de acuerdo ante un miedo superior, pero porque lo pueden ver.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
Por eso no es difícil provocar iras en personas que ven lo que otros no ven, porque o no lo viven o no lo han vivido. Se trata de un juego de percepciones donde el que tiene ventaja visual tiene el deber de ser condescendiente y paciente, debe relajar sus reclamaciones para ayudar a los demás a ver las cosas con otros ojos.

Que tengas dulces sueños, refugiado en Europa
Si todos estuviéramos refugiados en Europa, entonces no nos costaría luchar contra el enemigo común: la guerra. Sin embargo la realidad es que los que toman decisiones se han buscado un lugar bien blandito para la toma de decisiones, como si eso fuera legítimo..., como si tuviera sentido.

¿No deberían de ser blandos con los débiles y duros con los fuertes? De eso ha tratado mi entrada, de ver cómo no existe una comunidad ni política, ni científica, ni nada de nada..., todo es una completa patraña. Y es a mí, cuando hago descubrimientos en informática, a quien le toca tener que ser blandito, en vez de mandarlos a todos a tomar por el puto saco.

Pero claro, en el fondo ya lo sabéis: le pasan a todos los escritores, en cuanto le dan un premio empiezan a ser menos condescendientes, más ellos mismos, y es cuando la gente los mira mal. Me pregunto si es que nos estamos acostumbrando a las mascaradas. Y, por supuesto, siempre surge la pregunta: ¿aquí este sujeto tenía motivos para enfadarse o para no hacerlo? Deberíamos de pararnos un poco a pensar antes de definirnos.