sábado, 15 de octubre de 2016

El Lunes llegará lo gordo

Prepárense para la buena
hoy voy a hablar sobre 
el comportamiento civilizado
más conservador que existe:
los finales de miedo 


Correa está cantando. El primer día empezó fuerte, el segundo suave. Los fiscales le están dejando soltar prenda, sin interrumpirle demasiado; sin cortarle el rollo. Es un clásico de los buenos interrogatorios: dejémosle hablar..., que hable. Si tiene ganas, que continúe por esa senda. Somos nosotros los que decidimos si tenemos suficiente.

Y, efectivamente, por el momento Correa ha soltado detalles muy morbosos, muy tétricos..., pero no nos ha contado el final..., ha dejado muchos flecos sueltos, y la historia no puede acabar ahí. Para cuando Correa pierda todo el fuelle, y deje de cantar porque ya se haya cansado de ser el number one, entonces empezará lo bueno: la fiscal sacará el arpón y empezará la caza mayor.


En 1982 apareció una película en los cines. Se llamó White Dog, era una película del género del terror. Yo voy a ponerla como ejemplo de una película a la que le faltó un detalle. En ocasiones podemos comprender cómo se comporta nuestra civilización a partir de recursos artísticos que se quedan impresos en las historias que se cuentan. Ésta película, según interpreto, se quedó ausente de uno de esos recursos, razón por la cual no consiguió el éxito que sí obtuvo otras como Pesadilla en Elm street, Viernes 13, Critters, etc...

La película consistía en un perro al que habían entrenado para matar gente negra. La película pudo haber sido como Tiburón..., sin embargo se parece más a Pesadilla en Elm street, pero a falta de lo siguiente que os voy a contar.


Imaginen que nos creamos una película de miedo. Consiste en un policía fantasma que va matando a adolescentes. El coche patrulla también es fantasma, no posee ningún número de matrícula, así como el propio agente de policía. Detrás de la historia, podríamos añadirle que a este hombre le mataron a su hijo unos antidisturbios en una manifestación pacífica - tras abrirle la cabeza y morir desangrado. Así que desde que se suicidó al no recibir apoyo de sus compañeros, reaparece como fantasma para acabar con los descendientes de sus compañeros.

Hasta aquí sería muy parecido a la historia de Freddy, así que podríamos añadirle una música como en Tiburón (para generar un encanto de depredador sexual dentro de la inopia en mitad de la calma de la noche), los adolescentes podrían ser compañeros que se ríen de los manifestantes, menos el protagonista, que será de los que sobrevivirán hasta el final para intentar acabar con el fantasma - tras usar los artefactos dejados por su mejor amigo que, sorprendentemente, se había vuelto satanista en los últimos días debido a su loca teoría del policía fantasma... 

Así tendríamos todos los elementos necesarios para conseguir una película que dé auténtico miedo, y se convierta en un bombazo: banda sonora, un uniforme que da miedo, una historia... ¿cuáles son los estereotipos (tópicos o pautas de conducta) en los que me he basado para elaborar la historia de esta manera? ¿Qué aspectos son susceptibles de ser quitados y, no por ello, la historia perdería fuelle?

Imaginad lo mala que sería la película si fuera un guardia civil fantasma que mata a vascos ¿Qué regla se ha trasgredido?

Debe haber un motivo. Algo que empuje a hacer que haga lo que haga.
Los polos no atraen en las historias. Debe haber tonos pastel. Los malos no pueden ser supermalos, ni las víctimas tan inocentes. La gente odiaría ver la película si ve cómo los que nos caen bien mueren de mala manera. Lo hemos visto, por ejemplo, en La casa de cera, que podría haber sido una muy buena película, si no fuera porque se les olvidaba que a los que nos caen bien no les puede pasar nada malo. Existe una moralina en ciertas películas de miedo (no todas), que son la razón por la cual acaban siendo un éxito. Ni el protagonista puede quedar mal haciendo cosas torpes, ni tampoco aquellos que actúan de manera correcta merecen ser víctimas del malo. 

Cuando se incumple esta regla, automáticamente nos vemos obligados a tener que reconstruir todo un estereotipo de historia desde el comienzo: estereotipo-originalidad-justificación.

Esto es, cuando se crea una historia: 
1. Se decide a qué se va a parecer la historia. El estereotipo, pauta de conducta, arconte...
2. Se rompe algunos aspectos de la historia estereotipada.
3. Se justifica mediante otros esterotipos dichas rupturas.

Al final, para construir una historia, sólo necesitamos saber reconstruir por cada regla rota, tres en sustitución, para luego decidir cómo montar la historia de manera subjetiva.

Romper una regla es como añadirle más recovecos a una historia
En definitiva, contar historias desde un plano subjetivo es como disponer del triángulo de Pascal que se ve en la imagen anterior, partir de uno de los vértices de uno de esos triángulos, saber que no puedes pasar según qué vértices y pretender acabar en otro vértice específico.

En ese tipo de laberintos o grafos, el camino más corto es tan costoso de encontrar como el camino más largo, razón por la cual es aconsejable construir aeropuertos siguiendo los esquemas del triángulo de Pascal, o crear Tours de viaje intentando encajar los distintos puntos dentro de este fractal.

Es decir, contar historias con este enfoque hace que se puedan alargar todo lo que uno quiera sin ningún problema.

Directo a la boca del lobo
Por esa razón sé que la declaración buena llegará el Lunes. Porque veo que está perdiendo fuelle desde su última declaración..., y ya se está cansando. Entonces la fiscal le cogerá por banda e insistirá en detalles que tengan valor para la fiscalía..., y no esos desvíos de atención. Correa insistió en que nunca hizo negocios de narcotráfico en Colombia (a cambio de centrarse en sus negocios en Venezuela) - cuando se sabe que el PP sí tenía ese tipo de trapicheos... Así que queda muuuuucho juicio por delante y muchas mentiras por aclarar.







Creo que dejo muchas cosas por decir
lo cual está bien
quiero vuestros comentarios





miércoles, 12 de octubre de 2016

El desafío de los Grandes Titanes



Como si fuéramos víctimas de nuestra incapacidad para percatarnos sobre el valor de las cosas, de vez en cuando se nos presenta un Titán, uno de los Grandes..., y no lo reconocemos. A todos nos pasa. Esto es debido a lo selectiva que es nuestra memoria. La usamos para las cosas más importantes. Solemos olvidar con mucha facilidad lo que no nos conviene recordar, y eso es un sesgo cognitivo que, por desgracia, usan muchos científicos: el mayor de los defectos de nuestro sistema de información es el del olvido, pues éste sólo sirve para la filosofía de la ciencia, y no para establecer un criterio de demarcación entre lo aceptable y lo no aceptable.

Es por ello que los Journals no pueden ser serios cuando relativizan el publicar o no según qué artículos. Como si fuera un problema de intentarlo varias veces. Si un Journal no es serio, no se publica en él, y ya está. Lo demás es entrar en su juego. En cualquier caso, lo primero que hace un par es comprobar que el autor no es conocido. Las reglas comprobación mediante pares, aun con su defectos, ni se aplican para incorporarles un mayor nivel de corrupción. Es cosa de apadrinamientos.

A estas alturas puede ser muy complicado que se reconozca mi trabajo dentro de la informática. Los grupos sociales de programadores sólo funcionan cuando se conoce a un grupo de gente: publicar un código complicado implicará que el desconocido no quiera verlo, y si el código es muy simple, entonces no está lo suficientemente desarrollado. Por lo que es un problema social, no técnico ¿Hay acaso evidencias de que una persona aislada pueda hacer publicidad efectiva en esos grupos? Es cosa de apadrinamientos.

El nivel tecnológico de la teoría de números si es tan fácilmente rebasable, entonces la sociedad podría asumir riesgos en el mismo instante en el que los más grandes sean silenciados. Dentro de la teoría de números, y estando muy interconectados, nos encontramos el cifrado, la computabilidad, la complejidad..., así que un avance significativo, si se ocultara, podría suponer un desequilibrio a la manera que tenemos de establecer las comunicaciones, de autentificar las identidades de manera segura..., la corrupción dentro de la seguridad informática es un suicidio.


Hace años, la Iglesia adoptó la posición de condenar a muerte a aquellos que anteponían la razón por encima de la fe. El resultado fue la transformación de esa asociación en una de carácter violento y muy resentida. No es inteligente crearse enemigos que tengan razón.

Vivimos épocas extrañas: a quien negocia con terroristas se le da un nóbel, pero la impresión que nos deja todo esto es que los verdaderos Titanes, los Grandes, se quedan sin nada. No son reconocidos. Y estas cosas son las que promueven que el underground pueda tener más repercusión sobre los hitos históricos por encima de los movimientos oficiales.

Un amante como yo de la planificación ve en el resurgimiento del underground más una mala noticia que una buena ¿Para cuándo las instituciones oficiales van a querer reclamar su protagonismo? Mientras sigan comportándose en base a apadrinamientos y cargos en falso la meritocracia se verá relegada a los que se ubicaban bajo tierra en la historia "La máquina del tiempo". El resurgimiento del underground también está ligado con las utopías liberales, donde todos los individuos tienden al aislamiento social, a no aceptar los errores ajenos.

Espero ser testigo de un cambio radical. Las instituciones merecen ser depuradas.


Suficiente hasta aquí
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