jueves, 20 de abril de 2017

Relato. Historia de una ausencia

Acabo de llevarme otra decepción
mi técnica matemática es más cortita de lo que esperaba
así que tocará aguantarse y la guardaré en el cajón por si la uso
en el futuro...
Mientras tanto, volveré a mis quehaceres y he aquí un cuento eléctrico...



Kirk-aig Hund sabe que no hay Dios. Mira tras la ventana mientras termina de fabricar la cámara reforzada atemporal. Ayer ese mundo era otro, y hace varios días otro más. No hay día que no se reinvente, pero los años congelan a quien no se renueva. Quiere despedirse de nuevo, porque no hay día que no llore por Glay Reia. No le importará destruir todo lo que conoce pero, además, está hasta dispuesto a renunciar a cualquier clase de recuerdo que le diga que alguna vez existió tal mujer.

"No hay explosión capaz de destruir todo lo que existe, pero sí es posible abrir la brecha" 
Primera Máxima

Morir, dejarse llevar por el tejido de la realidad. Sabe que el alma nunca nadie consiguió atraparla; aunque se dé por engañada. Será el mejor de sus tesoros la construcción de una realidad que necesita ser observada, una justa imposición a cómo se interpretan las cosas.

"Lo primero que no aguanta ante una brecha abierta es la consciencia del individuo"
Segunda Máxima

El mundo, si horrible, entonces inaguantable. Pero, la voz y el voto es para los incautos; el ingeniero es quien dicta cuando la moralidad no supera a su código deontológico. Kirk habló y no fue escuchado por esos jóvenes que no agradecían la experiencia ¡Pero de qué creen que hablan! ¿Acaso no saben que todo cuanto piensan hubo alguien que ya lo pensó por ellos? Esto es, porque lo falso es fácil de fabricar cuando ésto es todo lo que no ven al ser lo único en lo que piensan.

"Lo que mantiene la brecha abierta es lo que más aguanta ante la brecha"
Tercera Máxima

Mientras sigue con su arduo trabajo, Guan-aig Shi, horrorizado, ha conseguido asomarse por la ventana. Haciendo malabarismos con el fin de no caer y matarse, no dudará en romper el cristal y entrar de manera intempestiva. La gente grita desde abajo, ¿qué hace ese loco? Intentar salvaros la vida. Pero Kirk se le adelanta, la decisión más importante es la primera que se debe adoptar: sin pensar, ya le ha clavado el destornillador mientras se despide de su mejor amigo.

"Una entropía negativa es lo único que puede alimentar el caos, si ésta se mantiene coherente"
Cuarta Máxima

¿Qué derecho le ha concedido nadie para ser el destructor de todo lo que conocemos? Guan aseguraba que la sociedad tenía capacidad para comprometerse para evitar ser eternamente jóvenes. La felicidad no se diseña, se vive. Pero Kirk siempre fue un perfeccionista, y un inconformista. Lo que vaya a ser mejor para todos es siempre una mayor perfección que la experiencia vivida.

"El mejor carburante para la entropía negativa es la coherencia de un vivo consciente"
Quinta Máxima


- ¿Qué derecho tenías, amigo? - pregunta agonizante.
- Seremos mejores dioses, con permisos de administración y mecanismos de control de acceso al gran fulong.
- Con ellos y cada uno para que decidan qué es lo mejor.
- Para ellos y para cada uno para decidir qué es lo mejor.
- ¡Arrebatar la edad a la subjetividad impide que puedan defenderse!
- Les dotaremos de más armas para que puedan tener más oportunidades.
- Eso mismo hice con ella, no me puedes culpar de que...

Kirk se acercó a Guan. Ya nadie cree en ese mundo que ha sucumbido a la mentira, a la parte diseñada por él mismo. Una vez muerto, Kirk le susurró a Guan:

- Lo mejor de cada uno es su capacidad para negar las mentiras que les cuente el libro que escribirás con ese amor extraño tuyo para ellos. Toda realidad que vivan será diseñada según nuestros sueños.

"Sólo es susceptible de ser escrito lo que es más fácil de ser rediseñado"
Sexta Máxima

Kirk ya no cree que se sea capaz de alcanzar el escepticismo sin sucumbir al excepticismo. Pues se dice, "¿acaso no disfruto del olor de esa flor?" La flor conforma fluidos que se asocian con el disfrute. Y el solo disfrute es vicio. El aroma no existe, pero la experiencia es única. Y luego se dice, "¿acaso no es mía la experiencia y de nadie más?", y Kirk le diría a esa persona que se desaprovecha al desear experimentar lo que él ya hizo pensando en ella. Pero luego se insiste, "¿acaso no quiere que le sigamos?", y Kirk desprecia a los que le acechan los pasos, ¡sobrepásalos...! O no serán más que muertes animadas, dibujos hechos desde su computadora, algoritmos de animales cazados para conformar su ganado, trazas que no escapan de su mente..., mentiras creadas por la creencia de que lo que creyó amar hubiera sido una realidad. 

Ya ha terminado y, con su libro amarillo, su traje amarillo y sus recuerdos negados, ha adoptado la decisión de entrar en el trono amarillo para hacer implosión de todo cuanto se escape del entendimiento al viajero del tiempo. Roja ha quedado la moqueta, como abierto ha acabado su amigo. Se desprende como el fuego y mancha los deseos de Kirk que le han recordado la habitación de Glay, justo antes de marcharse, al arder. Los recuerdos calientan la llama de un tormento que no quiere desprenderse del último ocaso que le inunda la estancia. Ha sentido una suerte de melancolía, pero la decisión ya fue adoptada hace tiempo. Por esa razón cerró la puerta: para darnos otro presente. Y cede su libro, no libre de cepos pensados para quien lo abra sin su consentimiento. Cerrado y hermético, el único corazón amarillo que existe en la historia de la Humanidad, pero hueco por la ausencia de un recuerdo inalterable e imperfecto que jamás emanará de su persona.








Parece que lo único de lo que
puedo hablar con coherencia
es sobre la soledad y el desamparo
Toca asumirlo...,
al menos disfrutarlo vosotros,
para otra cosa dudo que sirva todo esto.





miércoles, 19 de abril de 2017

La era de Acuario

Se me ha ocurrido volver a hablar
de eones...
al fin y al cabo ha ocurrido el casual de 
necesitar hablar sobre esas cosas

Por encima de todo, arrasar con todo
Volvamos a la literatura. En estos momentos estoy inmerso en un proyecto matemático; uno en el que el fracaso sé que no será posible. Así que por eso he estado abandonando un poco mis dos blogs. Volveré a ellos aunque, en el fondo - me consta, no susciten demasiado interés. 

Anteayer me encontré con un antiguo colega de la universidad y, la verdad, he tenido que ponerme una música triste para poder escribir esto..., si no, no veo la manera. Se me cruzan varias escenas por relatar..., pero se me hace un extraño nudo comprobar cómo efectivamente el talento se pragmatiza y cristaliza en unos sí, pero no en todos. Este hombre pudo seguir estudiando en la misma facultad donde me retiré, con los mismos profesores que se centraron en fingir que mis trabajos no daban la talla, él pudo avanzar. Y tanto que avanzó que acabó siendo un profesor.

Y lo sé: sé que este hombre tiene méritos, y es buena gente. Pero la entrada que pienso poner ahora es dura porque existe algo que él no ve, igual que hubo algo que no pude ver hace ya más de una década. Y es un tema de enorme complejidad, pues a este recurso literario lo podemos llamar trascendencia.


¿Por qué no seguí estudiando en esa cárcel? Uno de los trabajos de Hércules consistió en disponer del curso de un río para limpiar con las inmundicias de un lugar. Esa sería la manera de conseguir sacar provecho de esa institución. Y es por ello por lo que me matriculé como informático. Sin embargo, entonces creí que sería capaz de mantener mi espíritu y limpiar con todo lo sucio que me encontrara.

Sin embargo, el mundo real no es un mundo de oportunidades que las personas aprovechan. Es un mundo donde alguien te abre una puerte y tú cedes. Es un mundo donde la gente cree que para avanzar alguien te tiene que ayudar desde arriba. Sin embargo, piénsenlo: si necesitan agacharse para ayudarte, ¿acaso no te están cerrando la puerta más importante de todas?


La novela Luces y Espectros muestra un mundo donde las inmundicias no manchan. Ya lo he comentado varias veces en este blog, se trata de una novela donde existieron las malas decisiones, pero hasta el más cruel de los villanos, el que tenga la peor de las máculas, tiene un halo de dignidad. El mundo existe más allá de las inmundicias, es coherente, es posible..., y la novela marca ese camino. Quien quiera tener la sensación de haber percibido un desarrollo de limpieza, la sentirá en mi obra. 

Mientras estuve hablando con él, otro génio, presuponía sus logros - e iba acertando. No era difícil imaginar todo lo que consiguió. Sin embargo, cuando le hablé de los míos..., claro, esa mirada de condescendencia: su mundo le impide ver la realidad..., o el loco soy yo - claro. Forma parte de esa cárcel, y sé que es un gran tipo, pero cree que el de las inmundicias, el loco, soy yo. Y no me compadezco de él, sólo le entiendo. 

Tampoco creo que él, por muy inteligente que sea - e insisto en que lo es, vaya a querer ser capaz de ver con los ojos del superhombre que se refleja en la novela la idea de triunfo o de limpieza. Entre otras cosas, porque en la novela me preocupé de que esas partes no fueran fáciles de comprender: debe ser una reflexión de descubrimiento personal que se redescubra en la propia obra, para luego comprobar que, efectivamente, queda reflejada esa inquietud.

En cualquier caso, como autor diré que sí es cierto que en la novela hay un apartado para la percepción trascendental, la que permite ver con orgullo lo que hacemos y nos permite caminar entre las inmundicias sin ser manchados por ello. La que permite atravesar las barreras y volver a entrar, mientras te ríes del carcelero. 

La que te permite ver con otros ojos una realidad que puede rebotarte mientras te haces partícipe de un afán de cambio. En cualquier caso, siempre me lo he imaginado: ¿qué habría pasado si hubiera tragado y hubiera aceptado todos esos puestos de trabajo? ¿qué habría pasado si hubiera prostituido mis principios y, como tantos y tantos me aconsejaron, hubiera agachado la cabeza?


Pues, simplemente, que al ver una injusticia también la habría agachado. Al comprobar cómo otro seguía mis pasos le habría dado consejo para acabar como yo. Habría formado parte de la trampa, y habría repetido las acciones del loco. Me habría congelado en el tiempo quedándome por debajo de todos estos recursos que van más allá de la puerta... En definitiva no me habría quedado otra que arrepentirme por esa mala decisión adoptada en el pasado - y habría preferido caminar entre los escombros porque para ascender hasta la heroicidad, lo mejor es hacerlo desde cero.

Así que donde cerraron las puertas de la meritocracia, lo que en realidad me dieron fue la oportunidad de buscarlas en otro lado. 







¿Creéis que mi novela es más tóxica que 
la realidad que vivimos?
¿O al revés?
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