viernes, 12 de mayo de 2017

El prestigio de ser sometido sin agradecimiento alguno

El infierno ocupa lugar en la mente 
de algunos desdichados
se convierte en una manera de vivir
y ésta persiste intoxicando la moralidad del maldito

Dime lo que no te atormenta de lo que provocas y te diré dónde acabarás
¿Qué es la muerte? Los animales lo ven como un profundo sueño. Así es también como lo veríamos los humanos si no fuera por las religiones ¿Qué nos debe hacer pensar que una vez muertos no nos comportaremos como cuando nos encontramos inconscientes? El cerebro y la ideología de su funcionalidad nos dice que éste es responsable de todos los estímulos nerviosos y, en definitiva, el sueño tiene que ser otro estímulo nervioso ¿Qué si no?

Parece lo más conservador pensar así: que el cerebro es responsable de nuestra inventiva, nuestra imaginación, experiencia..., nuestra subjetividad, nuestra idea de ente en sí. Todo se lo atribuimos a nuestro cerebro. Razón por la cual cuando éste muere nos vemos obligados a rechazar cualquier clase de actividad mental. Porque la mente muere con el cerebro. 


Una de las historias que quería contar iba a ser sobre este tema en concreto. Sobre la parte trascendente de la vida misma, la que persiste. Sin embargo el libro Luces y Espectros se me quedó corto con 600 páginas. Me vi abocado a no poder tratar en condiciones lo que hay más allá de la gran valla que separa a los arcontes de los eones, lo perecedero por su naturaleza civilizada de lo que es imperecedero - la idea de perfección más ininteligible.

De lo que trata la novela es de una introducción a todo lo que genera las sombras, los espectros. Lo que queda reflejado en nuestras civilizaciones, sin hacer demasiado incapié en los objetos en sí. Sólo mencionar las sombras que dejan, las figuras y las huellas que denotan la existencia de algo. A todas luces hay hechos incontestables, pero también especulaciones y muchas conspiraciones. Sobretodo eso: conspiraciones.

El infierno, por tanto, existe: se trata de una vida llena pesadillas, martirios y torturas. Se trata de enseñarle a la máquina que intenta adivinar cómo funciona nuestra mente que lo que desea es el sufrimiento constante, que quiere hacer sufrir daño a los demás y actuar, como se suele decir, de mala fe. Provocar una pesadilla sobre la vida de personas que eran movidas con un afán de servicio.


Una mente limpia disponible para ser intoxicada. Un pasado que atormenta a quien lo vivió y que decidió esconder muy en sus adentros. Un recuerdo que prefiere negar y vestir con las florituras de un acto digno de ser mencionado. Todo eso es el infierno señores. Simple y llanamente, eso es el infierno.

¿Acaso no se puede trasvalorar lo imperecedero para que parezca que la valla nos protege de los eones? ¿Acaso no puede la subjetividad hacer creer que la civilización tiene los valores y los comandos necesarios para marcar la moralidad? Entonces los designios de las personas que son movidos por sus intenciones y sus oportunidades acabarán encarcelados por las tradiciones.

El individuo nació siendo nada, surgió siendo homo sapiens y decidió convertirse en un miembro útil de la sociedad a la que pertenece: un borrego social. Así, una vez muerto, acabará donde todos los borregos: en el infierno que proyectó sobre su propia mente hasta que sea liberado de su necedad.

Cuando un paraje da miedo, no se recorre.
Hay quien no recorre un paraje porque dice que no existe.
Hay quien dice que no existe lo que no se recorre.

Cuando se estudia, dentro de la física, termodinámica existe un parámetro que suele ser ignorado: los momentos en los que la entropía se vuelve negativa. Se trata de apreciaciones subjetivas que recuerdan sobre la existencia de vida. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando se enfría el ente biológico? ¿Qué ocurre cuando muere? El calor se va ¿Adónde se va? Si es calor entonces no es medible. Pero si antes sí estaba, porque decíamos que el segundo principio debía cumplirse, ¿por qué ahora ya no está? ¿dónde se ha metido "Sr. Calor"? Se trata de una contradicción ideológica, aunque muchos ateos no quieran verlo.

Quiere el ateo no agnóstico no reconocer la trascendencia de lo vivo por encima de lo inerte. Pero tampoco le da explicación a qué es el espíritu, o cómo reproducirlo desde lo inerte. Dada la explicación bien me podré dar por satisfecho, como diciendo que se han ganado la posición más conservadora y, por ende, el que debería demostrar sus afirmaciones ya tendría que ser yo..., pero el asunto es, ¿realmente es más fácil asociar hoy día a un ser vivo como si fuera una máquina antes que considerar la existencia de alguna clase de ánima desde un punto de vista agnóstico?


Al final resultará que tenemos comportamientos en vida que entrenarán a nuestra manera de gestionar nuestro propio cuerpo ¿De qué manera administramos nuestros recursos? ¿De qué manera nos organizamos? Entramos ante un fogón, preparamos los alimentos, nos disponemos a hacer algo inteligente, de calidad..., pero no vale cualquier cosa. Se trata de adquirir unos compromisos.

Tiene una persona como dos opciones: o le da importancia a las cosas que no las tienen y ofrece un producto de mierda, o se centra en lo que realmente es importante. El islam intentó plantear esta problemática: no es bueno llevarse a la boca cualquier cosa, importa no sólo qué comes, sino también cómo lo sacrificas y cómo lo cocinas. Todo eso es importante, de lo contrario podríamos convertir al cocinero en otro sujeto sometido a tradiciones huecas, tristes..., y le estaríamos dando de comer a muchas personas comida muerta.

Según parece, chapó por este tío:
Ahora entiendo el trabajo de algunas personas en TV
y, por otro lado, pienso evitar los Michelines
Cocina con mala fe y algo quedará. Trata malamente a tus empleados y algo quedará en su trabajo. Depender estructuralmente de alguien que no puede sostenerse estructuralmente por cómo lo tratas es estúpido. Cuando vivimos en una sociedad donde encontrar trabajo es un lujo, los que se aprovechan de esa situación se convierten en chantagistas, no en oportunistas. Así observamos cómo los palos recibidos e injustificados empiezan a conformar una cultura de la tortura y la sumisión, de la negación de la persona. Se redefine al individuo para someterlo por debajo de su trabajo, de su papel en la sociedad. Se aborrega a la persona. Y luego se le da de comer al resto toda esa mierda que echan los borregos para formar michelines. Da asco.

Hay que ser crítico con lo que se hace y cómo se hace. Ese fue el aprendizaje de la calidad total, la ergonomía en el trabajo..., de preocuparse por lo realmente importante. Fue el propio Huxley el que inventó esa palabra: agnosticismo. Se trata de ser escéptico y no tragar ninguna clase de ideología, ni el resultado de la misma, ni nada..., en lo posible, si no hay más remedio, nada, pero al menos procurarlo.












He instalado una nueva versión de Opera
va como el culo
como pasa cada vez que hago eso
no entiendo porqué hacen las cosas tan mal
algún día sabremos lo que es la calidad en el trabajo
mientras tanto, toca tragar y tragar
quiero vuestros comentarios