viernes, 14 de agosto de 2015

Tonto y orgulloso de serlo

En mi libro también hay un tonto. Y es por eso que quería hablar de este tipo de personajes. Los tontos son especiales, y cuando tiramos de la mitología oriental descubrimos cómo se aproximan bastante al mono - se asocia el comportamiento propio de tontos con los monos. Como ejemplo, tenemos a Hanuman.


Hanuman es un dios hindú asociado a un mono. Su comportamiento irritante recuerda mucho al comportamiento típicamente humano. No vale decir que se trata de una criatura que nos parezca repugnantemente diferente, no señores: es alguien con quien nos sentimos altamente identificados.

El mono, vinculado con el sol, tiene una mandíbula más prominente que el resto de los humanos - es a ese rasgo característico, junto con su larga y peluda cola, lo que le convierte en peculiar.

Es realmente fundamental que en una buena historia el tonto sea el protagonista, porque todos nos sentimos identificados con él. De él tiene que venir la incapacidad para seguir toda la historia y, por tanto, hay que ayudarle para que la vaya entendiendo. Sin embargo, de vez en cuando, da muestras de una inusitada inteligencia - una audacia muy propia de alguien que sabe perfectamente en qué mundo vive.


Con esas grandes dotes de ironía, puede dejar al más brillante por estúpido sólo por la sencilla razón de que el tonto, supuestamente, era él; entonces, ¿cómo se califica al que no es capaz de pillar a un tonto?

Es así que entenderemos que existe en la literatura un poder inconmensurable en los tontos cuando se convierten en héroes. Los chinos tenían a su dios Mono, que fue llamado "Sol", porque la brillantez y el candor es lo que caracteriza a estas criaturas: este animal, que sí que era un mono, hacía cuanto quería como quería cuando quería. Cuenta la leyenda china que recibiendo el encargo de proteger unos frutos, éste no pudo resistirse y se los comió. Cuando no eran sino los frutos de unos dioses que los tenían guardados para una fiesta, al que la diosa madre les había invitado con un vino de la inmortalidad - que también se zampó el mono. Lo curioso es que tuvo que pasársele la borrachera antes de descubrir que no tenía motivos para enfadarse por no haber sido invitado a la fiesta.

No es de extrañar que un descomunal Buda le castigara y le encerrara en su propia mano, preso de la necedad por parte de Sol, al no ser capaz de descubrir la manera de escapar del horizonte montañoso que le había encarado la deidad.

Los tontos es lo que, en el fondo, somos nosotros. Cuando Supermán llega a la Tierra lo primero que se le ocurre es que, para pasar desapercibido, debe parecer como..., tonto. Vemos esa historia, y nos parece creíble - nada humillante, es la verdad.


Todos los animales tienen un comportamiento idiosincrásico: los perros son fieles, los gatos orgullosos, los pájaros vivaces y los simios..., ¿cómo somos los simios?

Todas las historias así lo cuentan. Desde las leyendas más profanas hasta las más antiguas. La tontez forma parte de nuestra cultura y de lo que entendemos como muy nuestro.


Sin embargo, no hay que engañarse: ese insulto existe porque en el fondo sabemos que perdemos oportunidades ejerciendo la bufonada. Por un lado, es útil: si la historia tiene buenos y malos, cuanto más inteligente y cruel sea el villano, el héroe saldrá refortalecido - serán más emocionantes sus aventuras.


Porque la emoción es un miedo bajo control, en mi novela ya me preocupo de mantener la emoción cuando toca. Y eso se consigue tras convertir al personaje que adquiere el fuego, el sol, la fruta prohibida..., el control de los dioses, en el héroe: el que lleva a cabo toda la historia, el que monta el clímax y doblega al resto de los personajes.

Cuando Hanuman salva a la novia de Rama, ésta no quiere ni ser tocada por ese mono aun a riesgo de ser torturada por los sirvientes con cabeza de perro o de cerdo..., prefiere a su chico: el irascible y fascinante Rama..., el dios más popular de la India ¡Menudo trío!


Me atrevería a preguntaros, de mi novela, con qué personaje, de los cuatro principales, o los cuatro secundarios, o los restantes extra, os sentís identificados - ya que cada cual tiene su papel en la obra. Por si alguno no lo sabe, Luces y Espectros es del género ecci, ya explicaré un poco mejor ese género..., eso quiere decir que está basado en el manga - convertido en novela. Los personajes podrían haber sido sacados de las típicas animaciones japonesas, para adquirir toda esa simbología que es común en su género. A mi juicio, la mitología del siglo XXI se va a caracterizar por esta clase de símbolos.

La vida de Hanuman, su nacimiento, su objetivo vital..., podría ser algo que caracteriza al Hansel de mi obra.



Sin embargo hay que andarse con ojo, todos sabemos que en política es muy fácil manipular a la gente si consigues generarles la suficiente confianza. Los triunfadores siempre se fían de quienes son iguales que ellos, mientras que los fracasados procuran evitar lo que les recuerda a sí mismos. Sea como fuere, no es raro que las personas más ruínes descubran la manera de influenciar sobre los más humildes.


¿Es que no hay más opciones políticas? ¿Es que no nos dan más remedio que fiarnos de quienes sabemos que nos roban? Todos y cada uno de nosotros deberíamos de mirar un poco cuáles son las opciones políticas que nos ofrecen y determinar a qué clase de personas apoyamos, y porqué sólo salen a la palestra la misma clase de...




Quizá esa eterna mayoría sea así porque muchos temen colocar a alguien que no sepa llevar las riendas. Quizá porque sospechan muchos que el mundo es demasiado complejo y quebradizo como para dárselo a quien no es capaz de entenderlo. Las cosas ya están así bastante mal, no vayamos a cambiar algo..., y que el cambio signifique a peor. Aunque en mi novela el mundo gira en torno a ese tipo tan lúcido..., para muchos, alguien realmente brillante - como sinónimo de tonto. Porque, todo hay que decirlo, para que le reconozcan a una persona lo brillante que ha sido, eso es porque acostumbra a tener un comportamiento bastante tonto...

Y claro, no lo olvidemos, por muy odioso que sea ese sujeto, sólo hay que ponerle cara de tonto para perdonarle todas las faltas. Se podría decir que la razón por la cual se castigan a las personas es para que aprendan, para que se reinserten. Pero, si eso es así, ¿por qué se perdonan las faltas a los tontos? ¿Los consideramos causas perdidas?



Cuando toca no perdonar no se perdona. Lo siento, pero algunos somos así, aunque parezcamos crueles de más. Y, por otro lado, cuando toca ser misericordioso (que significa reconocer las miserias de los demás como si fueran propias), entonces será cuando toque separar la paja del grano y, bueno, cuando me da por pensar así, cuando veo que no puedo más, que parece que nadie sería capaz de hacer posible un imposible, que nadie podría ayudarme con mis propias utopías, cuando todo apunta a que me quedo solo, siempre me queda en mi pensamiento un último hálito de esperanza, siempre puedo dejar escapar un suspiro absurdo que se escape por mi mente...

























miércoles, 12 de agosto de 2015

La triste levedad del Ser

¿Nunca os habéis preguntado qué son las luces
¿Qué significado tienen?


Se ha difundido un vídeo hace relativamente poco por un equipo de diseñadores canadienses. En el vídeo se muestra una advertencia clara a los amos del mundo. Cuando Estados Unidos ganó ante la Alemania nazi, se trajo a su país a los peores torturadores para darles trabajo y permitió ahorcar otros tantos militares que, en su defensa, alegaron que la propaganda norteamericana había exagerado sus actividades.

Entre las múltiples familias, o castas, que se aprovecharon del festín nazi estuvo el patriarca del Mr. Danger (el Sr. Bush), que aprovechó para sus intereses monetarios a asesinos de la talla del Dr. Merenguele. Estas familias, victoriosas de la Gran Guerra, se dedicaron a mantener su imperio del terror mientras se repartían tierras en Oriente Medio y seguían centrando la atención del nazismo en aquellos que fueron sentenciados.

No es de extrañar que siempre que toque revisar qué pasó realmente en la Segunda Guerra Mundial haya problemas, no porque no se produgera el holocausto contra los judíos, sino porque no se quiere remover el hecho de que ciertas grandes fortunas se han montado a partir de la traición a su propio país. 

Así que si parece haber alguna teoría con ganas de mirar hacia atrás, ¡revisionismo!..., y sí, es cierto que los que suelen revisar acaban buscando la teoría más fácil entre las cospirativas, retroalimentada por los de siempre..., esa teoría que dice que los judíos tienen controlada la libertad del planeta. Que pretenden gobernarnos a todos, en plan Sauron en el Señor de los Anillos.

Entonces aparecen vídeos mucho más tétricos como éstos:


En este vídeo vemos un discurso bipolar que augura comportamientos que se dan hoy día. Es un discurso atronador porque contamina sentimientos: la necesidad que tenemos de que se resuelvan muchos de esos problemas, ahora bien ¿sionistas? ¿judíos? ¡Cuánto miedo hacia esos señores! Es como si su mera presencia pudiera provocar terremotos. El que nace judío, ¿se vuelve cospirador?

Tenemos que meternos en la mente de ese lunático (de Hitler) para entender qué pasó realmente en la Segunda Guerra Mundial. Su idea era simple: mandar a los judíos a campos de trabajo para que aprendieran a comportarse como lo exclavos que eran de los arios. Hitler, en su idea religiosa demente, podía (como hacen los del Opus Dei) autoconsiderarse laico (¡¡¡WTF!!!), pero en realidad quien se vale de sacerdotisas y dogmas de fe poca laicidad se va a poder atribuir.

La raza judía debía trabajar el campo y, como si fuera un club, tenían que mostrarse en esos centros las bondades de la economía nacional socialista que provenía del fascismo. Lo que pasa es que en esos clubs no a todos los judíos les gustaba estar y, claro, los que intentaban marcharse no lo contaban. A medida que iba pasando el tiempo cada vez había más judíos por introducir en tales lugares..., así que a los más problemáticos empezaron a moverlos de un sitio para otro... Algún día os explicaré el sistema vertedero que se tiene en España para las Administraciones Públicas, heredero del franquismo y el corporativismo de Carrillo.

El caso es que muchos llamados revisionistas no entienden que aunque Hitler no quisiera acabar con los judíos antes de terminar la guerra, ya las SS de Himler se encargaría de hacer sus cálculos. Algo así como lo que ocurrió con Carrillo y Paracuellos; o con Fraga y las ejecuciones... No es tan difícil de entender los orígenes del holocausto contra los judíos y cómo las pruebas de los revisionistas se desmontan todas y cada una..., me da pereza contarlas.



Los herederos de esas matanzas son los ganadores de la guerra, y eso es lo que nos está contando ese vídeo. Algunas de esas familias tenían vínculos judíos y, como es lógico, también vínculos religiosos. De ahí su obsesión con Palestina y todas las matanzas que crearon después. Pero claro, la guerra es un negocio y, como tal, lo que se ve que funciona se multiplica - no sólo por parte de los sionistas, sino tambien por los ricachones no sionistas a los que les ha gustado la fórmula. Si es que es de cajón.


Así que la lectura que yo hago a la mayoría de los conflictos que existen es que son por culpa del dinero y de las religiones. Y eso, prácticamente, es lo que dice el vídeo: para cuando la gente se dé cuenta y lea encontrarán entre líneas el camino a su liberación personal y entonces las instituciones religiosas se derrumbarán para conseguir así el despertar de la consciencia.

Se trata de un mensaje que viene de los iluminati a favor de un despertar cultural, sabemos que son iluminati porque identifican a los masones (los que tienen esos aviones ultramodernos) como unos aliados que provocan destrucción, aunque no parece que corresponda con el estilo de los artistas. Se ve a Bush y Obama temiendo conque Alicia sea capaz de descubrir su propia historia en cuanto la lea. Se ve el sometimiento al terror, la muerte del comunismo en España - la esperanza roja, ..., pero también hay alguna deidad que nos ayudará a salir de ésta templando a las bestias, para hacer el camino más llevadero y que no sucumbamos a nuestros malos instintos.


Hay que apreciar la opinión del sabio, separar el grano de la espiga, entrar en consciencia de todo lo que hicimos, hacemos y haremos. Transformar así nuestra conducta para aprender a dejar olvidados los ídolos falsos y empezar a valorar los correctos. Se trata de la transformación, el puente que hay que traspasar para alcanzar el libermen, el superhombre. Nada que ver con las memeces de Hitler, el superhombre de Nietszche era un ser libre de nacionalismos y otras ataduras chovinistas. Se trataba de un niño que, una vez nacido, queda limpio.



Como el dibujo inocente sobre un ámbar, al final, aunque sea de casualidad, este mundo está destinado a convertirse en algo bueno.




¡No olviden sus comentarios! No quiero fijar mi dogma personal - también quiero escuchar la opinión de los religiosos.


El futuro en la infancia

Uno de los temas que más me preocupan en Luces y Espectros es el tema de la infancia y adolescencia y el futuro que les dejamos. La manera convencional de resolver los problemas con nuestra economía es hacer que sean las futuras generaciones las que paguen por la deuda de nuestros padres. Es una forma realmente curiosa de escurrir el bulto, ya no sólo estaríamos dispuestos de hacer trabajar a los niños, sino incluso a los neonatos.


Da la impresión de que juegan con nosotros, de que nos ponen unas reglas que nos tienen que gustar. Los niños, en su filosofía personal, gustan de hacer como trabajan. Juegan a ser policías, médicos, enfermeros, cuidadores, etc..., pueden jugar a que son incluso actores y hacer como que actúan. Ese modelo de vida es algo fundamental para que el niño aprenda a desarrollar su vocación. Nos valemos de un instinto muy útil: a los niños les gustaría ser lo que ven en los adultos. 

Si se sabe alimentar bien, el instinto se puede desarrollar en la dirección que más nos conviene: podemos incitarles a ser grandes matemáticos, que se visualicen llevando a cabo un trabajo duro... O también podemos hacer como hacen en algunos países: les dan un pico y una pala y les dicen, "hala, a ganarse el pan".

Yo no voy a quejarme de la política de las empresas que contratan a niños para hacer zapatos; desconozco la situación de las familias en ese país y si lo que ganan les convertirá en futuros grandes emprendedores. Lo que sí que no me cuadra es el comportamiento de muchas personas que se olvidan que son los políticos de su propio país los que se tienen que hacer responsables de hacia dónde va la economía. De si cada vez tenemos más deuda y se la vamos a hacer pagar a quienes no tienen voz.

Nos dicen que tenemos que sentirnos orgullosos porque lideramos en crecimiento, pero yo me veo igual o peor. Que si resulta que nuestros ricos se están lucrando, pero hace poco vi cómo unas empresas nuevas cerraban en las calles que visito. Que cada vez a los inversores extranjeros les conviene más invertir en este país, y siguen cerrando algunos chinos. O, también, que ahora sí tenemos una renta de inserción en cada región, pero se sigue visitando los contenedores.


Como mi libro pretende ser una denuncia continua, también presento la explotación a uno de los protagonistas al convertirlo en un niño soldado ¿En qué convierten a alguien así? ¿Acaso no aprende a cosificar la vida humana? No es de extrañar que tenga luego problemas sociales, que viva en una confrontación continua incluso cuando está entre los suyos. Ése es el precio que tienen que pagar aquellos a los que le arrebataron su derecho a ser pasivos, jóvenes, débiles, inocentes...

La filosofía del fuerte es la filosofía del independiente, del que no tiene que depender de los débiles. EEUU depende su valor añadido de los países que no tienen, por lo que es un país débil y dependiente. Es como los fondos buitre, ni son fondos ni son nada: quien le roba a un pobre se queda con sus miserias y se hace un miserable.


Algunos necesitan valerse de daños colaterales para poder vender sus patentes, sus armas, sus negocios. Darle el premio nobel de la paz a un traficante de armas es como si se lo hubieran dado a un presidente que planificó un genocidio sobre población civil.

Cuando uno lee mi libro tiene la oportunidad de apartarse por un momento de ese mundo asqueroso en el que vive. Tiene la oportunidad de pararse a pensar e imaginar. Se pueden plasmar la imagen en su cabeza: una montaña, al pie de la misma, una ciudad cerca del litoral - es todo muy zen.


Porque la montaña es la solidez y el mar es una fuerza que emerge para que sea respetada, la civilización se desarrolla entre reconocer qué es firme y a qué debe moldearse. En ocasiones nos tocará aceptar las durezas de nuestra sociedad, y en otras ocasiones navegaremos por los cyber, o por los mundos astrales..., porque navegar es como replantear el mundo para que nos podamos amoldar a lo que necesitemos de él. Ése es el papel de la civilización: ése es el papel de lo que se encuentra en el interior del edificio que pretendemos construir para levantar las cosas que necesitemos. Incluso ése es el papel de los extraterrestres grises cabezones en mi novela.

Así, poco a poco, por la fuerza de la costumbre se irá entendiendo que la mano del hombre tiene más peso que todo cuanto toque. Que no importa lo dura que sea la economía, es la constancia y la dedicación las que doblegan incluso lo que parece demasiado recio y duro. Pues la montaña no se inclinará, pero hasta el agua es capaz de erosionarla con la fuerza de la costumbre.


Y es por ello que, pase lo que pase, la constancia y el buen quehacer prevalecerá frente a la mezquindad si nos dedicamos a hacer lo que se suponga que tenemos que hacer porque, simplemente, teníamos que hacerlo. Si cada cual hace lo que debe, por la fuerza de la costumbre, los que se equivoquen siempre, por muy duros que parezcan, acabarán donde el resto - en el lugar donde sitúo el cementerio en mi novela, tras la montaña. Porque siempre, allá donde estemos, les estaremos dejando huella y, sin embargo, lo que quiera que ellos hagan se desvanecerá más rápidamente con el tiempo.





martes, 11 de agosto de 2015

La igualdad sexual. El feminismo.

Ahora me ha dado por tocar uno de los temas que también abordo, el feminismo. Pero lo abordo desde la inocuidad: en mi libro no hay una lucha expresa por la igualdad de la mujer, ni tampoco se atisba un claro enfrentamiento continuo que la avasaye. Pero sí es cierto que, de vez en cuando, se observan ciertos rebuznos que tienen la oportunidad de ser impelidos para hacer muestras de ellos y que podamos distinguirlos en el comportamiento cotidiano.



La mujer es la versión más antigua de nuestro homínido, posee el cerebro más antiguo, la morfología más antigua pero, cuando se juntan, siempre son las más modernas. En mi obra se puede ver una equiparabilidad de sexos casi podríamos decir cabalística/matemática. No he querido dejarme ni un cabo suelto; me he preocupado de que las distintas funciones y comportamientos se pudieran repartir por todos los personajes - no se me verá dentro de la peculiar tesis de que es imposible ver a una mujer hacerle daño a un hombre. En mi libro se verá a mujeres hacer daño, ya sea a hombres como mujeres. Y mucho daño.

El feminismo nació con la Revolución Francesa, al comprobar que tanto hombres como mujeres eran igual de competentes a la hora de distribuirse el poder. No había razón por la cual negar la igualdad a la mujer. La fórmula, de hecho, era francmasónica (algo bueno tenían que traer los masones); nada que ver con la versión masónica inglésa, que se mantenía con su club de sólo hombres (no sé a vosotros pero eso siempre me ha parecido muy..., ya sabéis).

Ante la perspectiva de que hasta una mujer pudiera ser magistrado, aparecieron ya los primeros misóginos de la historia. Hasta entonces el ser humano venía odiando a la mujer, pero justo cuando la sociedad descubre que eso era una injusticia aparecen los retrógrados que quieren volver a como estaban antes. Se identifica a los misóginos por su odio a la mujer, sin embargo es el odio a la Humanidad lo que realmente les caracteriza. Por eso no hay que confundir el verdadero papel que desempeñaban: eran sujetos que abogaban contra la Igualdad dentro de la definición de lo que se entiende por Ser Humano.

Muchos que odian a la Humanidad mantienen una idea de clase, o de casta. El misógino se centrará en la clase que supone ser un macho, pero resulta que también las hay que creen que hay mucha más clase en una hembra que en un macho. Hoy día a estas señoras, que bien se les podría llamar misóginas, porque es lo mismo, se les llama feminazis.

Pero no nos descentremos, en este mundo existen las mujeres hechas y derechas - las mujeres de verdad: las que respetan desde el individuo más grande al más pequeño.


Como ya decía, nuestra sociedad, hasta la Revolución Francesa, no se había dado cuenta de que la religión le había estado marcando la jerga y las pautas. La sociedad se había tornado a patriarcal, lo que significa que si no nos dábamos cuenta, existía una discriminación en lo cotidiano. Las personas que se mueven por esos comportamientos cotidianos contra la igualdad dentro del modelo patriarcal (lo que le han enseñado) son llamados machistas: que pueden serlo tanto hombres como mujeres, y puede afectar tanto contra los hombres como (principalmente) contra las mujeres.

En una sociedad matriarcal el equivalente al machismo se llama hembrismo y, cuando una mujer intenta desplazar el hembrismo hacia una sociedad patriarcal, lo que tenemos es un odio al ser humano - directamente, porque en las relaciones interculturales hay intencionalidad, no una continuación tradicional. Hay que tener cuidado, por tanto, con todas esas mujeres que se las dan de ser feministas, cuando en realidad se valen de los medios que disponen para infundir el odio en la población. Algo cada vez más impensable en la sociedad occidental por parte de los hombres, ¿pretenden convertir esta sociedad en matriarcal acaso? En cualquier caso, ese tipo de actividades está tipificado en el código penal en España, ya veremos si se activa algún auto...

Nietzsche nos trajo reflexiones, en su obra parecía haber una crítica a la mujer de su tiempo, no a la mujer misma. Criticaba a la Iglesia, a las tradiciones. Cuando una persona defiende la Igualdad no se queda en ese hito histórico que fue el feminismo, debe ir más allá y cuestionarlo todo; la fe es esa manía que nos obliga a creer que lo que entendemos por imperecedero seguirá imperturbable.


Y no voy a negar lo hermosa que puede ser la visión de un hombre creyente, pero a mí me da vértigo la falta de consistencia de intentar mantenerse en algo que parece tan frágil..., tan frágil como creer que hombre o mujer son superiores en algún sentido, o que lo sea el negro o el blanco, o que lo sea el nacido en un sitio o en otro..., la tradición nos dice muchas cosas bonitas, nos eleva, nos edulcora la realidad y nos absorve..., pero es tan poco sólido.

El que defiende el Humanismo, o el que lucha contra las clases, llamado socialista en su momento, busca romper contra esos símbolos narcisistas que promueven el odio entre las personas. Como ese discurso de Luther King que decía que tenía un sueño: el sueño de que cualquier persona pueda pasar de un gueto pequeño a otro mayor sin importar raza, sexo, etc..., ese sueño no lo comparten las feminazis. De hecho, la mayoría de las personas que se autodeclaran feministas, tampoco comparten ese sueño, porque no tienen compromiso con la filosofía, sólo con su gueto.

Mi novela es una historia de amor y, como tal, intento promoverlo a través del protagonista ideal. Como defensor de una discriminación positiva, la protagonista será una mujer; y es ella la que experimentará la mayor parte de los cambios en la obra aunque, al mismo tiempo, no le dedique demasiadas palabras.

También tendrá una amiga, a ella no le importará mirar cuál es el papel que desempeña en la sociedad y, si toca aprender de los hombres, lo hará - se valdrá de ellos para saber cómo reinventarse.











lunes, 10 de agosto de 2015

Anubis. La cara de perro que tiene

He querido poner varias entradas para desarrollar y explicar aspectos que aparecen en mi libro, y así que mis lectores (por muy pocos que seáis) tengáis la oportunidad de comprobar que el mundo que desarrollo es lo suficientemente complejo como para suscitar interés.

Una idea que quise transmitir es que en ocasiones la ficción puede llegar a superar a la propia realidad. Y para ello también me valgo de un dios, concretamente Anubis: el dios perro.



De todos los chacales, éste es mi favorito: porque tiene cuerpo humano, el resto de ellos vagan por los desiertos ladrando y mordiendo de una manera bastante convencional.

Este dios es el encargado de guiarte hasta las puertas del otro mundo, una de las dudas que a mí me suscitaba la mitología ejipcia era: ¿por qué un muerto iba a seguir a un perro? Obviamente, el faraón, una vez muerto, debía hacerlo porque así lo decía la catequesis que recibió en vida.

Pero vayamos al asunto en cuestión, para mí Anubis es algo más que un mero dios o un mero perro, Anubis representa uno de los pilares de la lógica: como ocurría con las columnas de Hércules, estos pilares están herguidos para evitar que todo se derrumbe y se caiga encima. Es decir, mi libro es posible que tenga fallos, así que recurro a Anubis para evitar que eso pase.

Anubis es un dios muy sagaz que ocupa una dimensión donde las frecuencias son muy bajas y el tiempo trascurre muy despacio. Allá en los cielos el mundo es mucho más diáfano y más sencillo, nada que ver con las diabluras a las que estamos acostumbrados aquí en la Tierra.

Por eso Anubis no acepta allá arriba a cualquiera. Debe ser coherente. Es lo único. Y si un personaje de mi libro no lo es, entonces él mismo se encargará de hacerlo desaparecer de manera que ni siquiera le haya dado oportunidad de haber sido escrito. Ése es el poder de Anubis, que atraviesa el espacio y el tiempo.

Así que me pregunto qué pasará si me pongo a mezclar dioses ejipcios con extraterrestres..., ¿seré capaz de montar una historia coherente?


Al menos, cada vez que muestre una teoría siempre habrá algún personaje de mi libro cuestionándola. Eso es lo realmente importante. No me puedo permitir el lujo de sentar algún dogma para luego equivocarme.

En la Biblia le confieren a Jacob, dentro del génesis, el testimonio de ver la escalera que asciende a los cielos. Eso es como la ascensión al Valhala en la literatura nórdica.



Una escalera que asciende hacia una fuente de luz, y allá estará Heimdall, el portero. Pero pasa como con Anubis, no es un sujeto del cual te puedas reir: es el más temido por todos los dioses por su criterio implacable.

No es de extrañar que fuera a Jacob y no a otro a quien se le mostrara la escalera. En mi libro también le reservo ese derecho a uno de mis personajes más perversos. Al más engañador, y que le vamos a ofrecer una oportunidad para enfrentarse cara a cara con la divinidad.

¿Por qué elegir a un antihéroe para protagonizar el viaje más honroso? Pues sencillamente porque la ironía es perfecta: así damos los autores el mensaje de que las estructuras han sido construidas a pesar de darse con los menos indicados. Es un recurso literario para poder enseñar mejor los mensajes que hay ocultos en la obra.

Por ejemplo, ¿por qué en la Biblia Jacob consigue ser bendecido por su padre traicionando a su hermano mayor? Para que la historia fuera más pedagógica y, a la hora de ser contada, pudiera ser servida de ejemplo de que nunca se puede jurar en vano, y que las bendiciones siempre se cumplen. Es la manera que tiene ese pueblo de crear alguna suerte de ley, y así establecer buenas bases jurídicas a la hora de defender una suerte de convivencia.

No hay que olvidar el enfrentamiento entre Jacob y su hermano, que quería vengarse por haberle arrebatado la bendición de ser el líder del pueblo hebreo; entonces Jacob tras obtener una victoria zalamera, soñó que luchaba contra un hombre hasta que le bendiciera. Y consiguió tal bendición mediante la fundación de un nuevo nombre para Jacob: desde se llamaría Israel. Esto es porque Israel significa lo que hizo Jacob entonces: luchar codo con codo con Dios.

¿Cómo consiguió su victoria? Cediéndole los alimentos de su pueblo a su hermano, para así acabar con la guerra sin derramamiento de sangre. Es así como consigue el perdón y la bendición de su hermano, así como el reconocimiento divino; perdiendo la energía y fuerza de sus músculos (ganado) para poder seguir con su camino.




Efectivamente, ese fue el enfrentamiento contra lo que la tradición cristiana llama el ángel de Peniel, pues Peniel fue el nombre que le dio Jacob - desde entonces Israel - a la montaña donde se enfrentó contra ese hombre. Peniel significa "el rostro de Dios" y, efectivamente, hasta entonces Jacob no había contemplado el verdadero rostro de su dios. Dio con la escalera, pero no se encaró contra la realidad.

En Luces y Espectros podremos encontrar esta lucha como una constante, pero no auguro un final feliz como le pasó al bueno de Jacob - no a todos se les perdona sus faltas. Entre los personajes de mi historia tenemos a uno que no para de enfrentarse contra todo bicho viviente en ese Universo. Un enfrentamiento constante y mortal, hasta el punto de que conoce los viajes astrales y el mundo de las divinidades casi como la palma de su mano.

Para poder explicar mejor cómo funcionan esos mundos me valgo de la tecnología y genero analogías entre los juegos de ordenador y los mundos astrales.


Entonces podréis encontrar el capítulo donde uno de los protagonistas consigue encontrarse a sí mismo en cuanto se enfrenta contra su némesis - su otro yo. Ese némesis no es más que su propio reflejo, la necesidad que tiene de encararse contra sí mismo y afrontar algo que va más allá de lo que nunca imaginó que fuera posible. Tras ese enfrentamiento su experiencia se disparará hasta el punto de que trascenderá al propio juego y sus reglas.






















Con la Iglesia hemos topado.



Pues sí, en mi libro incluyo las religiones. Sin embargo, ¿qué puede aportar un ateo que defiende el agnosticismo (auténticos ateos) con respecto a este tema? Para muchos cristianos, los agnósticos son los ateos que no saben que son creyentes; para nosotros, esa definición es engañosa, como la religión misma. Sí es cierto que hay religiosos no practicantes que creen en alguna forma de divinidad a la que le atribuyen características antropomorfas. La diferencia entre esos sujetos y los llamados agnósticos es que el agnóstico no considera la existencia de vínculo alguno entre esas divinidades y la Humanidad; ni en su forma, ni en su pensamiento y, por supuesto, eso de darle valor a una religión al ser lo que intenta entrar en comunión con un concepto tan arbitrario..., pues ni pensarlo.

Pero eso es lo que piensa un agnóstico. Y a ese pensamiento se le atribuye el carácter ateo porque, en el fondo, no cree en divinidades más allá de lo que sea capaz de mostrar la propia empiria. Algo que choca con el pensamiento de san Agustín: ¿qué necesidad tiene el buen hombre de fe el tener que ver o comprobar lo que ya sabe? ¿Cuál sería si no el papel de la fe salvo ayudar a la reminiscencia?







Así que ahí tenemos el asunto en cuestión: se debe partir del supuesto de que en realidad todas las personas tenemos un conocimiento que nos adhiere ni más ni menos que al Creador: creador de todo el universo y todas las leyes. De una forma o de otra, puede haber matices, pero básicamente el ideal de una religión es el de poder ofrecer lo máximo a cambio de unos pocos términos.

Como quise tocar el tema de las religiones y la democracia me vi obligado a incluir al Opus Dei, pero como quería defender posturas enfrentadas, a lo largo de la obra me valgo del debate no para cuestionar la fe religiosa sino para mostrar su papel en la sociedad.

Así que teorizo sobre lo que dentro de unos años será la teoría oficial sobre la religiosidad, que no dista demasiado de lo que se piensa actualmente: la religión fue un invento para justificar que los plebeyos trabajaran para la clase noble. Una forma de acallarlos al crear un Señor que fuera superior a su propio señor. Pero incluso esa idea la enfrento en el libro, no quiero que me acusen de sentar dogmas.

Es curioso que el feudalismo se desarrollara en Europa de la misma manera que se desarrolló en Japón, sabiendo que esa isla no tuvo influencias europeas: en el Shintoísmo se acabó por rendir culto al dios del Sol, del que sería descendiente el emperador que unificaría a todos los clanes japoneses. Ciertamente, fue muy inteligente por parte de los japoneses venderse ante los portugueses como una monarquía - de lo contrario su civilización habría sido destruida y parte de sus descendientes estarían mezclados entre los exclavos americanos. Quizá habría sido una buena noticia para Manchuria...







De todos los personajes del libro, tres son marcadamente religiosos - aunque uno de ellos usa la religión en su provecho. Así, con dos miembros del opus y un defensor algo practicante, tenemos los ingredientes perfectos para la confrontación de ideas y para poder colorear todo el mundo diverso que aparece en la obra.

Un mundo donde hay divinidades, extraterrestres, interpretaciones artísticas y, por supuesto, un exorcismo. Entre viajes astrales y tras mostrar los distintos mundos, el tubo con el que se encuentran los que mueren y diálogos de Juicio Moral, extraído de documentos religiosos, podemos encontrar una explicación sistemática de todo lo que uno debería de encontrarse tras acabar muerto sin pretender perder ya sea el enfoque que ofrece tanto la fe religiosa como el eje fundamental del libro, que es una historia de amor: la visión de unos adolescentes que no quieren ir más allá de seguir juntos.

Por eso consideré necesario incluir la religiosidad. Asímismo también me aventuro a criticar el sistema educativo actual al reconocer que la asignatura de Religión debería de pasar a llamarse Historia del Arte porque, más allá de eso, no estaríamos hablando de otra cosa salvo de catequesis: propaganda cristiana y adoctrinamiento. 

Sin embargo, no hay críticas ni a la Iglesia, ni a los pastores, ni a nada de nada..., se deja caer un tupido velo con la esperanza de que cada uno se acople a la interpretación que más se acomode a sus creencias. O eso, al menos, fue mi intención. Espero que mis críticos, algunos muy religiosos y chovinistas, me corrijan por si me equivoco.












El dilema de Tarzán y la Gorda.

Imaginemos que eres Tarzán Weissmuler, no tengo equivalente para mujeres en este ejemplo - lo siento, y vas con tu taparrabos oteando la jungla. Entonces, desde lo alto de un árbol ves a una fea gorda; está chapoteando en el río porque parece que se acaba de caer y no sabe nadar. Se plantea ahora un falso dilema, algo que no tiene sentido ni plantearlo, pero se plantea: Si no supone ninguna clase de riesgo el salvarla, ya que uno es un experto nadador y ella, por sí misma va a morir sí o sí, ¿que le impediría a Tarzán el lanzarse a salvarla?







Se trata de un dilema, podemos llamarlo el dilema de Tarzán y la gorda. Es un dilema estúpido, ¿qué le cuesta a Tarzán tirarse al río? Podemos suponer que no corre ningún peligro, porque ¡vamos! Es Tarzán. Si un cocodrilo se acerca, él mismo lo ahoga con sus potentes brazos seductores. Y si la gorda intenta ligarle, puede decir, "¡No! Lo siento señora, pero con este cuerpo no tienes ni para soñarlo". Así que podemos decir que no hay debate, el héroe se tira al río.

Pues bien, en mi libro hay muchos actos heroicos que pasan desapercibidos. No son ni agradecidos. Pero es un valor importante que debe de ser entendido. Este dilema lo presento porque, si nos damos cuenta, en ocasiones los problemas no es la falta de recursos. Si nos fijamos, en nuestro dilema la gorda tenía oxígeno de sobra en la jungla, pero no podía respirar. Tenía recursos de todo tipo: agua un montón. Había árboles, monos,..., seguro que había hasta un montón de cocodrilos. El problema no era la escasez de recursos. La gorda tenía suficiente grasa corporal, brazos los necesarios, piernas..., pero chapoteaba. Se hundía. Por tanto, en muchos casos, el verdadero problema no es la escasez de recursos, sino lo poco eficiente que somos a la hora de usarlos.

Si la gorda supiera nadar, si fuera eficiente a la hora de mover sus brazos, entonces no necesitaría a un nadador experto para salir del río. Ella misma podría salir sin más. Sin embargo el capitalismo lo que nos dice es que, una vez salvada la gorda, Tarzán le enseñaría un tarjetero a la espera de que ella pase su tarjeta y cobre la tarifa correspondiente por el salvamento ¿Tenía que actuar Tarzán de buena fe? ¿Debía acaso esperar a que ella le confirme que podía pagar el salvamento? Todo eso son falsos dilemas, más absurdos. Obviamente provienen de los errores de siempre. Parece evidente que tiene que haber una cobertura pública gratuita que cubra las necesidades básicas de todos ¡Cómo va a ser si no!




En Septiembre 2015 la palmamos..., o eso dicen.



El asunto va a más. Descubrimos que hay empresas que aún no se han dado cuenta de que con el ritmo con el que producen CO2 podrían convertir la Tierra en una cámara de gas. Quizá no tanto, pero se marcaron un protocolo hace años: el protocolo de Kyoto. Una manera de aprender a nadar para saber ser eficientes. Para no ahogarnos con los recursos de los que disponemos. Sin embargo, considerando la tragedia de los comunes, al final los de siempre acaban incumpliéndolo. No es de extrañar que estén apareciendo teorías extrañas que abogan cosas como que dentro de nada el crecimiento de la población mundial va a ir al mismo ritmo que el número de muertes; todo debido al mal uso de los recursos.




La manera que tienen los países de desarrollarse provocará que el propio planeta se nos vuelva inservible: es como si nosotros fuéramos la gorda y, paradógicamente, países como los latinoamericanos, África, la India..., fueran el Tarzán con capacidad para salvarnos. Es decir, esas sociedades contendrían la única forma de organización que podría sobrevivir ante el nuevo ecosistema que se está formando. 

Aún así la economía seguirá centrándose en la escasez, cuando en realidad es un problema de sostenibilidad, de eficiencia, de previsión... 

Finalmente, siempre nos queda una pregunta: cuando África nos vea chapotear a los europeos en el agua, ¿saltará a salvarnos?



Rumbo a la idiocracia



Con el fin de ir dándole vida a este blog, aunque lo que realmente me interesa son los comentarios (el feedback) lo mejor es que empiece a tocar temas. Una primera idea sería ir explicando los distintos aspectos que aparecen en mi libro, pero como son muchos y muy variados empezaré a tocar un tema muy manido: la sociedad del futuro.

Este libro es un libro futurista. Eso quiere decir que habla del futuro, pero de un futuro alternativo - como posible. Dentro de la imposibilidad de un mundo tan especial con magia, extraterrestres y divinidades, busco estudiar cómo mentes escépticas podrían convivir sus percepciones con el modelo racional al que están acostumbrados. Se trata de uno de los temas clave del libro. Esto es, si el mundo del mañana fuera un hervidero de posibilidades mitológicas, ¿cómo reaccionarían las mentes escépticas?

¿Cuál sería el comportamiento de la población y cómo repercutiría en las futuras generaciones?



Sin embargo me centraré más en la idea de las futuras generaciones: ¿qué es la idiocracia? Para entender esa teoría del futuro lo mejor es ver la película con el mismo nombre, protagonizada por el que hacía de médico en Lost. Una sociedad la llamaremos en idiocracia cuando sus individuos consiguen colocar en el poder a los más estúpidos, debido a su carácter representativo. Posiblemente el acierto de elegir a sus verdaderos representantes convierta a esa sociedad en una forma de democracia, por lo que la idiocracia es un vicio de una sociedad libre y plural. Ahora bien, ¿cómo se sucumbe a ese vicio y cómo se retroalimenta?



Antes de nada, mencionar que en mi libro hago uso del término simiocracia, que viene a ser una sociedad que se ha puesto en manos de gente que le inspira confianza, debido a su cercanía en simplicidad. La simiocracia es capaz de poner al poder a George W. Bush, porque nos inspira confianza a la hora de tomar una cerveza en un bar con él y, por tanto, le daríamos las llaves de nuestra casa y nuestro futuro por muy estúpido que parezca. Sin embargo, aunque la simiocracia se parece mucho a la idiocracia, la idiocracia exige un componente tecnológico o burocrático para que se consolide.

Partiendo de una sociedad, por así llamarla, de las luces, es posible que la tecnología permita que los individuos vayan dejándose para que las máquinas se ocupen de todo lo demás. Esto es, hablamos de la posibilidad de que las máquinas se preocupen de hacer los trabajos más complejos y, por tanto, un humano, gracias a una interfaz amigable, podría clasificar y etiquetar fácilmente cualquier problema cotidiano que surja en el día a día. Es decir, hablamos de una sociedad donde los técnicos, poco a poco, han conseguido crear artefactos más y más específicos hasta el punto de que, muy posiblemente, ellos mismos sólo sean capaces de crear exactamente esos artefactos y poco más.



Podemos entender ahora mejor la crítica que recibió Microsoft al lanzar el Windows 95, más allá de que funcionara mejor o peor el producto. Muchos informáticos estaban preocupados por si la sociedad tendiera a una idiotización ya que las actividades llevadas a cabo por el sistema operativo eran independientes a cómo se comporta por dentro. Esa especialización nos llevaría a lo que años después se llamaría la ofimática: que es la informática de oficina, nada que ver con la informática. Y el caso es, por muy curioso que parezca, que hoy día se sigue confundiendo ambos términos, lo cual es una pista de la idiotización a la que tendemos: pues se espera del informático el que sea un experto en resolver los problemas de interfaz, como el que no se abra una aplicación, etc.

Una sociedad itiotizada gobernada por idiotas sólo podría encontrar en su principal líder una suerte de idiota privilegiado. Alguien con un cierto atractivo, que hable como el pueblo y que tenga una cierta preocupación para hacer que todo funcione. Sin embargo, ese líder tendrá un defecto congénito: será, posiblemente, el mayor de todos los idiotas. Y, muy probablemente, sea un adanista o un amante de adanistas y cualquier otra clase de tecnócratas invidividualistas: algo así como héroes de pacotilla.










En mi libro aparece la palabra idiota para intentarla rescatar del romano: uso como ejemplo que sólo un idiota se agacharía a coger una moneda mientras huye de un león. El término idiota está pensado para las personas que no conciben el valor de lo público si no es para su beneficio personal. Hoy día, el término idiota se viene sustituyendo por el término corrupto. Se podía encontrar a políticos sustituir la palabra corrupto por la palabra pillo. Y la cuestión es muy simple: etimológicamente hablando no puede ser que un pillo y un idiota sean sinónimos, ahí hay una mentira de por medio.



Cuando leemos a eruditos, que se les daban de filósofos, como Hegel: éstos solían distinguir la inteligencia del hombre macho de lo que era la aspiración intelectualoide de la mujer. Si bien el hombre era inteligente, la mujer sólo podía aspirar a ser astuta, pilla..., esos matices son los que hacen comprender el verdadero significado de la palabra idiota: el idiota es el que no sabe cómo funciona el mundo, cuando ya está metido en él. Puede maquinar, puede simular inteligencia, pero todo son apariencias..., conjeturas absurdas. 

Es como el que nunca ha aprendido a conducir un coche y pretende conducirlo en carretera sólo porque cree que ha visto al suficiente número de personas conducir. Sólo puede hacer como que conduce, cuando no lo hace. Todo lo más, sería un peligro al volante si consigue arrancar el coche. Otro ejemplo de la idea de idiota es el que cree que está trabajando de camarero sólo porque hace como que trabaja de camarero: puede que el existencialismo sea una idiotez en sí misma. Pero no voy a desarrollar temas que no vengan al caso.

El asunto es que gracias a una burocracia que funcione y al éxito de los automatismos, la ausencia de materia gris en la sociedad puede convertirla en lo que algunos preferimos llamar Tecnocracia, término que también menciono fugazmente en mi libro. En la tecnocracia lo que te diga el experto no se cuestiona, y ya no es una democracia, sino es la aceptación de la autocracia del experto sobre la decisión del pueblo. Debemos entender que cuando al pueblo no le importe si los expertos son tales, eso es o porque creen que los expertos nunca se equivocan o porque anteponen el corporativismo por encima de cualquier tipo de denuncia social.







No es difícil entender qué es el corporativismo, aunque lo dejaré para otra entrada como ejemplo de algo que no se da en mi libro; ya que el corporativismo, más allá de la definición sustitutoria dada por Mussolini al fascismo, es la aplicación de la misericordia en el mundo laboral: proteger lo inútil que es un compañero para que después a uno mismo también le protejan.

Cuando tenemos ese caldo de cultivo, una sociedad idiocratizada consigue encontrarse con la horna de su zapato cada vez que hay alguna clase de siniestro no clasificado. Entonces, pasarán días, semanas, quién sabe si meses, antes de que los expertos intenten juntarse para resolver un conflicto real y tangible que no era percibido por los automatismos y la burocracia. Sea como fuere, una idiocracia auténtica permite cegar a los individuos para que no tengan motivos de denunciar lo que sería objeto de denuncia. Tan pronto se antepone el corporativismo, después ya no se hace necesario, la sociedad se ha idiotizado hasta el punto de que nadie traiciona con denuncias a nadie.



Por tanto, de lo que hablamos es de una sociedad que ha conseguido que la mayoría piense de forma única: uno son los diez mil. Que del chino significa que lo que piense un chino, lo piensan todos. Los díscolos desaparecen y la democracia consiste en obedecer sin cuestionar. De esa manera, en cuanto aparece un díscolo, la sociedad lo etiqueta como si él fuera un tonto o alguna clase de repipi redomado con ideas tecnicistas y llenas de utopías y extremismos absurdos.

Si nos damos cuenta, la idiocracia es un sistema que se puede mantener estable siempre que se consiga defender la bipolaridad. Lo vimos en la alemania nazi, eran ellos contra nosotros. No obstante hay que tener cuidado, porque es fácil de confundir estos términos con la lucha de clases de Marx y, de ahí, contaminar el comunismo. Esto es así como que tanto el comunismo como la Revolución Bolivariana poseen características sutilmente peculiares que los separan de la bipolaridad. Hay que partir de que el marxismo acabó sucumbiendo en una doctrina económica-social con carácter dogmático, pues la ciencia no puede ni demostrar ni refutar tales posturas. De ahí emergería el comunismo, que aceptaría la postura de la lucha de clases como eje central: conseguir redistribuir las riquezas entre los que trabajan para fomentar el trabajo y la solidaridad. En definitiva es una postura tan respetable como cualquier otra, no hay bipolaridad en ese enfoque. En cuanto a los líderes de la Revolución Bolivariana, no deberíamos sucumbir al lenguaje de sus opositores, el político que se enfrenta contra la corrupción no tiene porqué mezclarse ni negociar con según qué tipos pues convertiría su programa en una idiotez. De ahí la sutileza.

El detalle puede entenderse con la llegada de Stalin, que adopta un modelo comunista basado en la eliminación de los díscolos. Ahí sí podemos entender que hay una cierta intencionalidad de idiotizar a la gente. Como enemigos naturales del stalinismo aparecería otra aberración, que sería el fascismo: la prevalencia de las clases. Es decir, para luchar contra la bipolaridad se presenta otro enfoque bipolar. Entonces, mediante la propaganda y el engaño se valen para decirles a los pobres incautos: comunismo es Stalin y capitalismo es Mussolini. Tienes que elegir: o eres fascista o eres estalinista.







Stalin ya se preocupó de acallar a los troskistas que le intentaban arrebatar la oficialidad del comunismo, pero la realidad es que ya aparecerían países comunistas que ni eran marxistas - pretender asociar al comunismo los fracasos de un país concreto es cuanto menos pretencioso por ser tan generalizador.

Mi libro, en definitiva, intenta preveer la aparición de ese tipo de partidos que, en realidad, fomentan la bipolaridad. Como la razón por la que en su tiempo aparecería la ONU, hay que aprender de la historia para que no se repitan los errores como lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial. Y, para ello, en ocasiones hay que mezclar el agua con el aceite. Por ese motivo busco defender las utopías desde la posición de los díscolos, para quienes quieran leerlo como si fuera una distopía.

Por ejemplo, intento mezclar el comunismo con la monarquía. En un capítulo se acaba explicando el porqué aunque, como es lógico, no tiene porqué convencer los motivos cuando éstos se acuerdan, a falta de taquígrafos, entre Luces y Espectros.



Juegos y dinámicas



El libro está lleno de juegos con un contenido trascendente. Se plantean distintos tipos de dinámicas en las que pueden participar grupos con el objeto de divertirse y, por supuesto, adquirir algún grado de trascendencia en algún aspecto.

Para entender esto voy a plantear una dinámica que debería aplicarse en los colegios de primaria y secundaria.

Se divide la clase en grupos reducidos y se les distribuye a cada miembro unas hojas de papel. En esas hojas aparecen citas de filósofos, menos en una - que estará en blanco. Esto es, en cada grupo habrá uno al que le habrá tocado una hoja en blanco y sus compañeros deberán adivinar que él es el impostor. El objetivo que tiene el impostor es hacer creer que el impostor es otro. Para ello deberán valerse de la información de las hojas e iniciar debates usando las citas que ahí ponen. Sabiendo que las citas estarán cruzadas (cada cita es compartida por al menos dos miembros del grupo), aquel que lea mal la cita será pillado.

Llevar a cabo discusiones para descubrir quién finge tener el conocimiento puede resultar un buen adelanto a un aprendizaje trascendente.








El mundo está lleno de juegos y modelos. Fórmulas y estadísticas. Pero al final los que siempre lo pagan es la generación siguiente. Es el robo generacional, porque nos resulta más fácil hacer que las cosas se resuelvan para ahora a costa del Mañana. Sin embargo, si se invierte en el Mañana, veremos cómo nuestras microeconomías empeoran - pero existirá un Futuro, y eso es lo que importa.

El libro Luces y Espectros trata sobre una generación que intenta reinventar el Mañana que algunos de sus padres les habían robado, y por el otros habían luchado. Saber cuál es el bando correcto, o dilucidar algún bando claro, es un auténtico problema - lo que realmente importa es mirar hacia adelante y saber interpretar del pasado lo que nos interese.