sábado, 31 de octubre de 2015

El Fracaso tiene por destino la indigencia



Era joven y me sentí..., ¡tan encandilado!
triste me mirabas
no supe cómo pero me alegraba a tu lado
sabrías que amabas
si esas flores secas nunca se hubieran secado
reir cuando estabas
ahora sería el hombre más afortunado.




En el mundo que conocemos fracasar significa perderlo todo; aquellos que optan por conservar su dignidad al menos se ubicarán en una disposición lo suficientemente políticamente incorrecta como para que la perspectiva les ayude a contemplar fácilmente el Fracaso. Mi novela, sin ir más lejos, intenta dar consejos no sólo de que se cuiden de las perversiones, sino también aprovecho para increpar al carpe diem. La muerte puede convertirse en la separación y, de ahí, al Fracaso.


Hay hombres y mujeres que optan por aprovechar lo primero que pillen, que quieren intentar sobreentender cualquier clase de señal para lanzarse al vacío y esperar a conseguir atrapar y abrazar la oportunidad. Sin embargo, el carpe diem no significa eso.

Carpe diem significa descubrir la jugada que te permitirá hacerte con tu destino..., y aprovecharla. Quienes mejor consejo nos podrán dar sobre cómo aprovechar tales jugadas no son aquellos que triunfaron pues, como ya he dicho antes, no tienen la perspectiva necesaria: son aquellos que descubrieron la trampa.


Como si fuéramos víctimas de las ilusiones, nos dejamos atrapar por nuestros propios mecanismos para ser felices, sin apreciar el daño que podríamos estar haciendo a los que no consigan estar a la altura de las espectativas. Es entonces cuando se considera que los estereotipos marcados por la sociedad representan las verdaderas ilusiones, aquello que nos resultará familiar, las idolatrías tradicionales...



Pero entonces es cuando llega la realidad y te da el planchazo. Las ilusiones se rompen y ves poco a poco cómo claramente el destino se va definiendo hacia tu persona de manera más infranqueable. La sociedad se ha autoconvencido de que todos los individuos están siendo sujetos y protegidos, y jamás admitirá que haya algo que se le escape, pues de ser así nuestro mundo sería menos soportable.

Pero esa es la trampa: creer que el plan tiene que funcionar y, claro, en cuanto se ve que no funciona, ¿entonces qué? Pues que ya no hay lugar para ti en esa sociedad.


La jodí, perdí el tiempo ¿Entonces?


Tras meses de investigación mis pesquisas no son las que esperaba. Me queda como premio de consolación un algoritmo primohermano de la esquina noroeste..., esperaba que consiguiera estabilizarme de forma extraordinaria mi estructura para que se cumpliera el invariante y aguantar la explosión combinatoria, pero a penas ha aguantado hacia resultados aproximados... El algoritmo, inquebrantable, capaz de gestionar grupos de trabajo de investigación científica partiendo de una oferta y demandas independientes y combinables con el talento de cada grupo..., pero no consigo aplicarlo para lo que quería: el control eficiente de las energías.


Sólo queda aceptarlo. Al menos tengo para hacer un emulador de un computador cuántico...



Cuando nos robaron, había que rescatarlos. Ahora que están ganando dice que primero son sus riquezas.






jueves, 29 de octubre de 2015

El gore y el mal gusto

En la entrada anterior toqué el tema de la diversión
ahora veré si consigo aclarar un aspecto peculiar: 
el mal gusto

Todo es tóxico en grandes dosis. 
Parece ser que la ciencia ya ha descubierto que la carne procesada puede llegar a ser cancerígena tomada en grandes dosis. Al final resulta que, tomemos lo que tomemos siempre caeremos en desgracia. No podemos permitirnos el lujo de alimentarnos de productos que son antinaturales para nuestro cuerpo pero, ¿qué no es antinatural

Hace tiempo apareció una famosa artista a la que le encanta trasgredir con su cuerpo de manera especial. Esa exposición explícita del cuerpo femenino, para romper con los roles preestablecidos de lo que se entiende por el pudor y el buen gusto es justo de lo que pienso hablar ahora.

¿Qué es el pudor? El pudor en mi jerga es un tablero de ajedrez, donde dos grandes frentes juegan con una mentira: la vergüenza. El pudor es una forma de dolor que no hace daño físico tangible, pero afecta a la psicología (el comportamiento). Someter al pudor equivale a transformarse, el ser humano más increible es el inocente al que le explota su nariz por saber reprimir sus ansias.

¿Cómo va a ser gore una serie tan políticamente correcta?

Si en una obra somos capaces de representar el pudor, escondiendo caramelitos, para juguetear con los sentidos, entonces también estaremos alimentando una cosa muy hermosa: estaremos ayudando a levantar los muros que necesita nuestra mente para que sea capaz de divertirse en nuestro mundo - por muy falso que parezca.

Ése es el fundamento del género ecci japonés y, al mismo tiempo, es tema central de mi novela. Cuando lo que es susceptible de ser escondido se muestra, entonces corremos el riesgo de hacer algo demasiado pornográfico, demasiado gore, como de mal gusto.

No voy a ponerme a citar chistes de humor negro ahora, cada cual tiene su estilo: Internet y, peor aún, las redes sociales, pueden ser un hervidero incontrolable de exposición social inaceptable; cuando una persona se ríe de otra tiene que ser en la cara, nunca a megáfono.

En cuanto se quitó la capucha demostró que era negro y hubo compañeros que renunciaron.
La cuestión más importante es que, en ocasiones, por pretender ser trasgresores conseguimos romper las barreras del pudor y el buen gusto, es entonces cuando el artista se da cuenta de que es muy fácil hacer que la ficción supere a la realidad, pero si lo hace corre el riesgo de hacer algo de mal gusto. Por eso, para que conseguir crear una estructura ficticia que sorprenda antes tiene que entender cuáles son las barreras por las que no puede pasar para que su obra no pase a ser considerada de mal gusto.

Reconocidas las barreras oscuras de la realidad marcada por los personajes que tienen gustos muy específicos, la protagonista recorrerá como una enredadera todos los entresijos que conforman su visión de lo que es políticamente correcto y así descubrir los rincones ocultos que conforman toda la realidad.

La fortuna está entre las Cuatras Grandes Verdades y, la cuarta: lo que es el buen gusto.
Muchos artistas se quejarán: resulta que asesinos y criminales tienen toda la libertad del mundo para hacer sus marranadas, pero porque ellos no están limitados por el buen gusto. Si Anibal el Canibal, del Silencio de los corderos, hubiera tenido una crítica literaria como la supervillana en Bird, tal vez se hubiera dedicado a hacer bordados.


En ocasiones la ficción supera a la realidad gracias a nuestra ignorancia
En mi novela no he querido evitar incluir momentos altamente dramáticos, muy gore. Pero también pretendía autolimitarme, considerando que se trata de una novela y, en las novelas, uno se puede permitir ciertas licencias. En ocasiones es difícil pero, lo que sí que es cierto es que, por encima de todo, la novela ha acabado por ser escrita de manera muy diferente. Y es por esa razón por la cual podía sospechar que estaba jugando con fuego, podría ser víctima de malas críticas.

Por ejemplo, cuando encendemos la televisión algo de muy mal gusto suele ser algo como..., vincular la espiritualidad con la ausencia de virtud...



O también vincular la espiritualidad o los actos patrióticos con el sexo...


Sin embargo, si se trata de observar los resultados de mezclar nuestros conflictos más espirituales con las consecuencias más atroces...

Enemigo Número 1 de Obama: Los hospitales de Médicos sin Fronteras.
O si se trata de ver cómo nuestros compatriotas sucumben a actividades peculiares...

Entonces aparece una vena corporativista, un punto chovinista, un aspecto conciliador..., ya no es tan asqueroso..., no es para tanto..., podemos mirar a otro lado. No pasa nada. 

Eso es porque, en el fondo, se nos olvida de que nuestra mente actúa en virtud del lugar donde se encuentre y nuestros instintos cambian dependiendo de dónde se vea el desastre.

¿Terrorismo de mal gusto?
El caso es que no recuerdo si también incluí comentarios sobre el autoatentado..., si eso para la siguiente novela, total: matar a un mindungui como yo sería una ordinariez.






Bueno, suficiente por hoy,
no olvidéis comentar,
no quiero sentar dogmas.








miércoles, 28 de octubre de 2015

Diversión

¿Qué es la diversión? 
¿Existe alguna diferencia entre divertirse y volverse adicto a algo?
¿Es posible calcular de manera matemática lo divertido que es algo?

En mi novela le dedico muchas páginas a la idea de la diversión: estamos atrapados en un mundo muy divertido, por esa razón no queremos salir, porque somos adictos a esta realidad. Ahora bien, ¿qué tiene esta realidad de divertida?


La realidad del mundo no proviene de la política de Venezuela

Dedico páginas y páginas de mi libro a la diversión, porque quiero ayudar a las personas a que sepan qué es divertido. Cuando yo me pongo delante del ordenador y empiezo a capturar invariantes para generar estructuras en realidad lo que estoy haciendo es algo así como jugar a sudokus descomunalmente grandes, con un pequeño aliciente de pensar que ese puzzle podría servir para algo.

La vocación es el arma maestra de la diversión, cuando una sociedad te permite desarrollar tu propia vocación lo que en realidad te está permitiendo es ofrecerte la opción de que te diviertas y, al mismo tiempo, tener la sensación de que lo que haces podría servir para algo.

Cuentan los que estudian el origen de las palabras que la vocación evoca a la llamada divina, aquello que te comanda el dios cristiano en persona para que el individuo se emprenda a un cometido en vida.


Cuando les enseñas las reglas, ellos aprenden a respetarlas.
Sin embargo la palabra vocación en realidad está ligada a la palabra diversión: es aquello que inspira a nuestra mente a querer dedicarse, le llama la atención, le divierte... Raro sería encontrar una persona a la que no le guste divertirse, ciertamente esa idea estaría vinculada a traumas o patologías que una sociedad debería de ayudar a enderezar.

Por esa razón, cuando las personas tienen la oportunidad de no hacer nada, al final lo único que les queda es desarrollar su propia vocación y dar lo mejor de sí..., efectivamente, es lo que dijo Maslow  y, francamente, es de cajón.

Pero muchos se lo preguntarán: ¿cómo se puede crear un juego divertido? Pero que además tenga algún tipo de sentido o uso en la sociedad.



La única gran razón por la cual es cada vez más difícil encontrar juegos que sean educativos es porque, cada vez más, los juegos están más orientados a los mensajes que deben recibir los adultos: se está elevando la edad de los niños, y eso no tiene porqué ser ni bueno ni malo.

Por un lado, se mercantiliza y se ofrece más servicios, más ..., pero por otro lado se nos olvida que se está repitiendo la estructura del juego. No se ha querido captar la esencia de un juego divertido.


Juguetes que educan contra la desigualdad..., a los niños.
En mi novela las máquinas recreativas, con tanta tecnología que tienen, no son capaces de interpretar cómo quieren el mundo sus jugadores. Por eso los jugadores tienen la capacidad de poder mentirle a la máquina y darle nuevas reglas ad-hoc, sobre la marcha. Esto es porque, ¿cómo va a saber por muy inteligente que sea la máquina qué divierte y qué no divierte? ¿Cómo va a saber nadie qué gusta y qué no gusta? Eso es por definición imposible porque si las personas fueran tan previsibles el amor que pudiera suscitarnos una persona no diferiría del que pudiera emerger de un robot.

Porque un robot es un individuo que siempre es políticamente correcto, incluso cuando no debe serlo, no es posible encontrar un halo de belleza digna de respeto en algo así, como tampoco podemos encontrar el amor entre las piedras.

Es por ello que incluí un momento de tensión entre dos personajes femeninos: uno de ellos buscaba la espiritualidad dentro del simulador y el otro personaje machacaba lo que encontraba porque, al fin y al cabo, no es más que un mundo muerto.

Dos tipos de personas responden diferente: la espiritualidad y diversión, ¿pueden ser compatibles o no?

Ya mencioné en una entrada anterior la idea del áscesis: los que viven con un afán asceta pueden permitirse el lujo que saltarse según qué normas, porque cuando se mueven por el filo de la navaja no corren el riesgo de caerse por ninguno de los extremos. Sin embargo, los que se vuelven sensibles a los instintos más superficiales necesitan indagar en el mundo exterior para potenciar sus relaciones sociales.



Cuando se trata de divertirse no hay, por tanto, una única manera de hacerlo; sino para cada cual una única manera de verlo. Al mismo tiempo, la diversión puede cambiar de forma dependiendo de sobre qué superficie esté trabajando.

Por ejemplo, no hay nada más divertido como confrontar el azar de elegir entre tijeras, papel o piedra. Desarrollado ese concepto se puede crear juegos de guerra que alcancen la complejidad de Warcraft.


Pero si se pierde el concepto clave, que es el azar del tijeras, papel o piedra, entonces sus fans no le encontrarán la diversión..., sin saberlo, ya no será como el de siempre. Y el perfil de sus jugadores ya será diferente.

Cuando algo es un éxito, ¿para qué cambiarlo? Por eso si hay algo que realmente no divierte nada es ver cómo la estructura cambia, cómo las cosas no se hacen previsibles..., porque hace que todo ya no esté bajo control.

Porque vivimos en un mundo controlados, necesitamos escapar y dejarnos llevar por un mundo donde tenemos una cierta sensación de control y libertad, sin embargo cuando se les va la mano en sorpresas a los que diseñan el juego el resultado puede llegar a ser realmente desastroso.

Por eso no debería sernos curioso que en nuestro Gran Juego, cuando somos mayores, nos vemos con un poder casi absoluto de imponer lo que deseamos. Se convierte en objeto de nuestra diversión personal, y de ahí no nos sacará nadie...


Ya me veo así en el futuro...



Basta de dogmas hasta aquí, dejen algún comentario.