domingo, 18 de diciembre de 2016

La llama que prende con más fuerza antes de apagarse

Sé que el liderazgo es incompatible con las
entradas que escribo sobre los vertederos
Sé que la fama es incompatible con las
entradas que escribo sobre las besugadas
Sé que el reconocimiento científico es incompatible con las
entradas que incluyen mis microrrelatos
Sé que la aceptación por parte de los expertos es incompatible con las
entradas donde me dedico a dar explicaciones y variar interpretaciones
Y, por otro lado, sospecho que nadie lee las sinopsis de mi libro
porque aburren o quizá parezca pretencioso...

Ergo soy imbécil

¡Pero qué aburrido si nos dedicáramos a decir lo exclusivamente correcto! Podría hacer lo que todos aceptamos: ponerme a plagiar lo que escriben en otros blogs. Pero no hago eso. He considerado interesante desfogarme en este blog. Habrá a quien le guste y habrá a quien no le guste. En cualquier caso aquí hay una filosofía medida y sincera. Me preocupo de mostrar no todo, pero sí lo consolidado. O lo que consolidadamente sé que no estoy seguro de ello.

Se han presentado evidencias más que claras ante mí: el encanto que podía producir va a dejar de hacerlo, porque la verdad es cruel, pero no representativa de lo que desea saber la gente. Cualquier persona que entre en deseos de manifestar las cosas tal como son no tendrá más remedio que ser cruel, y la verdad es que el mundo de los medios de comunicación está colmado de gente de derechas que se las da de discutir con gente de izquierdas, que en realidad también son de derechas.

Se trata de mantener unos dogmas aceptables, unos principios irrenunciables. Mientras tanto, los no agradecidos por la clase de medios de los que disfrutamos, seguimos llorando al tendido. No veremos a nadie que defienda posturas de calado progresista, que mire de cara a una estadística que acostumbra a negarse. Pero porque la realidad es cruel, y la crueldad no es representativa. No vende.

Así el sesgo del statu quo prevalece por encima del resto de los planteamientos. Existe una triste bipolaridad en todo esto: nos encontraremos a los asustadizos que no quieren admitir que son conservadores, y estarán los utópicos que no quieren admitir que no tienen un plan bien definido. Entre los mundos marcados por la locura estará el resto..., ¿el resto? Miro a mi izquierda y a mi derecha y sólo resta este necio.

Sin embargo no me moverán: porque más allá o más hacia el otro veo un mundo oscuro, turbio, caótico, triste, asqueroso..., ¡que no me busquen donde están ellos!

Algunos estamos más felices esperando.


Habrá que seguir esperando.



Que nadie pida menos de mí de lo que he pretendido ofertar.







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