lunes, 6 de marzo de 2017

Catálogo de insultos modernos

Sardá ha sacado un libro
donde rescata la palabra idiota
y la define como si fuera el neologismo
campeón
Hoy explicaré dónde se equivoca
sin haber leído su libro


Éste va a ser uno de esos artículos de campeones. Y lo digo completamente en serio. Cuando vi en la Sexta Noche cómo un profesor tildaba, como todo un campeón, que apropiarse de una pista para darle uso deportivo era propio de machistas..., además demostró no saber lo que era el machismo. Así que si los que están concienciados y doctos en la enseñanza tienen ese nivel..., ¡así vamos! E insisto, hablo sin exageraciones y con un pretendido excelente criterio.

Es decir, espero que de esta entrada absolutamente nadie se piense que pretendo frivolizar o vanalizar. Mis pretensiones, concretamente, son las de puntualizar y ser altamente precisos. Hasta el punto de que podríamos considerar que los que no hayan concebido este nivel de precisión, porque nunca lo valoraron tan necesario, quizá estén exentos de ser juzgados por ninguna clase de juicio de valor. Ahora bien, si has escrito un libro de estas cosas, entonces no te salvas.

¿Qué es un campeón?
Solamente juegan para ganar
pero siempre con deportividad

Un campeón es una persona que pretende ser el que marque gol desde la defensa, llevándose a todos los jugadores contrarios, a los suyos también por delante, al portero, de chilena..., ¡ese tío es todo un estratega! Pero, antes de nada, vamos a poner unos cuantos ejemplos de uso:

- Mire, si adopta esta política medioambiental todos estaremos en peores condiciones, y la gente le odiará por ello, pero salvaremos al planeta...
- ¡Muy bien campeón!
...
- Mire, si ajustamos todas las cañerías de la ciudad nadie verá en qué lo habrá gastado, pero todos consumiremos menos y al final...
- ¡Muy bien campeón!
...
- Mire si en vez de hacer partidas presupuestarias grandes las hiciéramos pequeñas tendríamos que estar trabajando diez veces más pero conseguiríamos...
- ¡Muy bien campeón!
...
- Esperanza, si observa estas partidas comprobará que hay una trama de financiación ilegal en nuestro partido.
- ¡Muy bien campeona!
Podemos valernos de la definición que le da Sardá a la palabra idiota; un campeón es una persona a la que una cierta mayoría descalificaría por su manera de ver las cosas. Debemos, por tanto, comprender que la palabra campeón será especialmente usado por los idiotas..., ¿y qué es un idiota? Lo explico en mi libro.

Hoy día la palabra idiota no es lo que significaba en los tiempos de los romanos, así que diré que mi definición se trata de un pretendido tecnicismo: idiota debería significar aquel que no ve que su egoísmo, o egolatría, obra en su propia contra. Un ejemplo claro está en el corrupto, donde según mi punto de vista, es imposible ser corrupto sin ser idiota. Es decir, aprovechar lo público para un uso privado supone activar el problema de la tragedia de los comunes..., lo cual es de idiotas.

Dicho ésto, vemos que idiota, según mi punto de vista, es bastante análogo a la palabra campeón. Un campeón puede considerar a quien no le hace caso idiota, y el idiota verá que quien no se dirija hacia él mediante un discurso maquiavélico (en el único sentido de la palabra - el buen sentido) es porque es un campeón.

Dicho ésto, ¿es posible encontrar campeones idiotas o, dicho de otra manera, idiotas de campeonato?

Y Satán le dijo a Dios:
¡Pues crea al hombre! Si hasta ahora ningún animal ha destrozado el planeta.

Un idiota de campeonato es aquel que dice idioteces incluso contra viento y marea. 

Que resulta que al señor Lacalle los tecnólogos le dicen que la tecnología sustituirá incluso a los consultores financieros (lo que él hace) mediante los smart-contracts, o las máquinas que invierten en binarios (mucho más eficientes que cualquier ser humano)... Pues nada, él erre que erre.

Que resulta que este señor compara la tecnología de hasta ahora con la que viene, como ni no estuviéramos viviendo un punto de inflexión de cara a los retos laborales que van a suponer con la llegada de la robótica... Pues nada, él erre que erre.

Que resulta que este señor cree que los que se reúnen en Davos son unos paranoicos... Pues nada, él erre que erre. 

Vamos a decirles a los informáticos hasta dónde llega la informática ¡Claro que sí! Esos trabajos que un economista aún podrá desempeñar, un barrendero, un dependiente de una tienda..., todo eso va a ser convenientemente desplazado si las riquezas las siguen acumulando los que les conviene abaratar los recursos humanos. Y resulta que eso es justamente lo que viene sucediendo: política de abaratamiento de recursos humanos. Pero nada..., vamos a negarlo.

Pero claro, ¿qué es todo lo contrario de la idiotez de campeonato? Podría ser un artículo genial, pero que si se lo dices a un político automáticamente te considerará un campeón

Por eso no estoy de acuerdo con la etimología de Sardá: algo genial no debería de ser considerado idiota. No me parece correcto. Y el representante democrático tiene el derecho democrático de pretender dónde están las preferencias de la mayoría.

Otro término que usan, por ejemplo, los políticos cuando hablas con ellos y les das consejos es un término análogo:

- Nosotros no lo hacemos así.

Cuando te dicen eso significa que consideran que el consejo que has dado es demasiado extremista, y aplica su propio programa, sus propios principios y sus ideas. Es decir, es lo que te responde no el idiota, sino el hipócrita.

El insulto que aplican los hipócritas a quien defienden la aplicación del programa suele ser extremista, pero existe un neologismo de lo más curioso: pitufo. Hasta donde yo tenía entendido, un pitufo era un mariachi, alguien del que se valían los idiotas para diseminar su corrupción de manera que puedan evitar el fisco ¿Por qué usar ese término? ¿Para decir que sus planteamientos no son representativos? Entonces el término vuelve a ser la idea de idiota que decía Sardá..., pero aplicado a este terreno: aquel que tiene la pretensión de hacer cumplir valores cuando esas ideas sólo son representativas de unos pocos. Parece que esta idea recuerda el concepto de idiota, pero más bien aplicado a los que funcionan en el underground: el pequeño submundo que mueve los engranajes para que las mayorías vivan en su plácida utopía ¿Es a eso a lo que llamaba Pablo Iglesias pitufos? Pues, si es así, no me parece muy inteligente. Porque esta gente, a diferencia de los superficiales, no olvidan.


Bueno, después de ésto, si no fuera porque yo formo parte de ese underground, o de la localidad dispersa, supongo que el señor Sardá estaría un pelín cabreado. Ahora bien, un tipo como yo, cuyo criterio no es seguido por nadie (lo que él llamaría un idiota), dudo que sea ni tomado en cuenta.


Bueno, 
me dejo muchas cosas en el tintero
veré si comento lo del autobús anti-trans
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