jueves, 24 de septiembre de 2015

Los miedos

Con la muela del juicio de la parte de abajo que me extrageron, cuando realmente lo sufrí fue a la noche siguiente: temeroso de que la anestesia me impidiera respirar, que tuviera alguna reacción alérgica. Recuerdo cómo poco a poco me agobiaba más y más..., pero salí vivo. Y dentro de unas horas me toca repetir con la otra, y volverá a ser la primera vez para el dentista que me trata.

Hoy hablaré de los miedos.



En mi novela los capítulos no tienen la oportunidad de generar mucho miedo, pero sí me preocupo de alimentar la tensión en ocasiones. El tipo de tensión que sí alimento es la enorme pena que producen algunos personajes, debido a la clase de vida que les ha tocado pasar. Cuando el drama se vuelve inafrontable se genera una sensación de miedo, considerando que a lo largo de toda la novela existe una analogía con la realidad, el miedo se va acrecentando para crear sensaciones de paranoia en el lector. Todo eso está hecho con intenciones.

Las personas necesitamos aguantar los miedos y nos montamos historias que nos permitan sobrellevarlos. Esas historias, en la medida en la que sean compatibles con una manera de sobrevivir tales miedos, se convierten en una contribución para la supervivencia de la especie. Es decir, nuestra inventiva, nuestras ganas de dar explicación a las cosas, por muy quijotescas que suenen las teorías, tiene explicación biológica - pero no lógica.




El miedo a perder la partida de ajedrez, a que te acorralen el rey, es el miedo a que el cerebro pierda sus opciones de libertad. Se trata de un miedo muy ancestral, desde él podemos extraer el resto de los miedos. El miedo al acorralamiento es una forma de agorafobia, pues el estado en el cual te pueden acorralar es aquel que desconoces, o que te trae malas vibraciones, ya sea porque está lejos del refugio, o por alguna vivencia ocurrida.



No es de extrañar que al final todas las personas necesiten crear como una "matrix" que justifique el miedo a la realidad, es una manera de sobrevivir a lo "real". Sin embargo la no aceptación del mundo en el que se vive es debido a que no se practica el camino del buen escéptico, como pone en mi libro.

Bueno, acaba de sonar la alarma..., debo recoger mis cosas e irme al dentista. Espero poder terminar esta entrada, o también puedo dejarla así.


En este capítulo él aprenderá a interiorizar y ella a exteriorizar.Son dos formas de afrontar su agorafobia.


Acabo de salir del dentista..., como si me hubiera leído el pensamiento me ha puesto la mínima anestesia posible..., incluso le sorprendió que me doliera. Pero claro, resulta que en los dientes soy hipersensible - a saber si ese dolor era generado por el recuerdo de otros dolores. Pero lo más importante: ¡noto que puedo respirar con tranquilidad!


A ver si adivináis quién era yo con 13 años..., es deducible.

Bueno, esto sirve de complemento para los miedos..., supongo: y es que no hay peor miedo que el temor de no ser capaz de superarlo.

En mi novela pongo el ejemplo trágico de alguien con quien los científicos experimentan con el fin de hacerle creer que jamás superará el mundo artificial que tiene ante él y que puede desactivar con un mero movimiento. Ese concepto procuro hacerlo repetir para que se vuelva análogo a los personajes que suelen experimentar más miedos - disfrazados ya sea de bromas o de una apariencia de estética perfecta.

Para afrontar los miedos de la personalidad, para eso está mi novela - pero si alguno tiene alguna fobia, yo le puedo dar un simple consejo. Necesita tres cosas:
- Pleno control y máxima complicidad con los ganchos en el proceso de aceptación.
- Un mecanismo de recompensa positiva asociada a afrontar el miedo mediante shock.
- Capacidad dispositiva para abortar en todo momento por parte del afectado.

Si falla alguna de las perpectivas, aseguro una retroalimentación del miedo en forma de trauma.

De donde se deduce que toda fobia posee tres tipos de traumas asociados:
- Frustración. Tema que abordé en mi novela.
- Pesimismo. Proceso de encerrarse en uno mismo.
- Sociopatía. Aumenta la desconfianza en lo que aporte la sociedad.

En mi novela dejo un apartado para entender la sociopatía como una forma de resilencia: es decir, el resilente es más autosuficiente en momentos de crisis porque no espera que la sociedad pueda resolver sus asuntos. No es difícil comprender el nivel de martirio de uno de los personajes, que al mismo tiempo lo convierte en un tipo bastante siniestro.




Bueno, suficiente por hoy.
No olvidéis comentar, mis tímidos lectores.
No quiero sentar dogmas.

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