miércoles, 20 de enero de 2016

Las retalías del destino

Mi novela tiene aspectos que muchas novelas no tienen
pero eso es porque además de una historia
cuenta con un trasfondo tecnológico
donde tanto el hombre como la máquina tendrán la oportunidad de 
elevarse.

Hoy hablaré sobre lo que diferencia al inerte del no inerte.

Uno es y el otro no es
Raro sería que en una obra como la mía no llegara a tocarse de alguna manera la diferencia entre la vida y la muerte. Ese matiz de carácter ontológico tiene un precio, ¿qué es la vida? ¿Es posible que el concepto sea falso? Para empezar debemos fijarnos cómo en mi obra, sin llegar a tocar los temas de los diversos estados vegetativos o de los diversos estados de semiincompatibilidad con la vida del neonato, sí que me meto en distintos estados de muerte, recogidos por el lugar hacia donde moraría el alma. Y es que, ahí voy yo: el que muere no está inerte, por lo que es no inerte. Y, una vez muerto, ¿se vuelve inerte?

En el Señor de los Anillos había un clan cuyo poder consistía en darle significado a la vida y a la muerte
Antes de nada volveré donde estoy como pez en el agua: la tecnología. En mi novela vemos cómo la máquina adquiere vida propia: se vale de la consciencia colectiva, y el conjunto de todos los memes, para generar una especie de arconte cuyas directrices no es nadie capaz de controlar. Según especulo, ese tipo de cosas son fáciles de programar para un videojuego; indico cómo se podría hacer, diciendo que en todo momento la máquina sólo tendría que comprender lo que los usuarios esperasen del propio videojuego y, acto seguido, encontrar algún medio para ponerlo de manifiesto en alguna ambientación coherente.

Y ahora yo os pregunto, ¿qué diferencia habría entre eso y la propia realidad en la que vivimos?

Lo primero es descubrir la pantalla verde
En cuanto cerramos los ojos todos nuestros deseos e inventivas se someten a nuestra voluntad, en estado inercial. Eso quiere decir que todos los reductos de lo que nos ha estado contaminando aquellos que conforman nuestro entorno servirán para poder conformar nuevas historias que conformarán nuestras circunstancias..., el mismo arconte que comentaba al principio. La cuestión es: ¿podría nuestra materia blanca (más que la materia gris, empero) ser capaz de aunar todos esos conceptos para ayudar a sintetizar una idea en conjunto?

Aokigahara. Donde la luz no entra, la vida hace maraña.
En mi novela, Pedro hace una comparación entre Gug y Lucía. Lucía era como una enredadera, como la luz; mientras que Gug era como un laberinto, como lo que genera sombras. Estos dos personajes recogerán un poder inconmensurable - sin embargo Hansel, en oposición a Gug, deberá descubrir su papel complementario, junto con Silvia. No se trata de personajes menores, son los protagonistas de la obra. Como ya expliqué en el capítulo sobre los miedos, Hansel trascenderá de una manera y Silvia de otra. De la misma forma, la máquina tiene una manera de trascendencia y el ser humano otra.

La trascendencia de la máquina pasa por reconocer al individuo.
 ¿Pero qué significa trascender? En mi novela es bastante explícito: trascender significa algo así como adquirir un poder que te cagas. No es de extrañar que Hansel hablara tanto con los dueños de las máquinas, éstos tenían miedo de que su compañía se inestabilizara al permitir que partes de su orgánica se revolucionaran. Y todo esto lo enlazo con un incidente pasado donde uno de los estrellanos traicionó a los suyos para que los terrestres avanzaran por delante de sus paternalismos.

El que todo lo controla y todo lo sabe, ¿tiene acaso algún derecho absoluto sobre el que es objeto de su control?

Un conocimiento absoluto es incompatible con la creación de vida. La reinterpretación es puro conflicto.
Así que, ¿qué haría que un ordenador empezara a reflejar un Derecho a no ser interrumpido por haber dejado de ser un ente inercial? La pregunta parece complicada, pero lo es en cuanto a que así lo vemos. Si nos planteamos este mismo esquema desde el punto de vista un poco más zen, o budista, el asunto se simplifica...

Uno es, el otro no es
Por cómo se hacen las cosas, los hay que están en este mundo, o en otro. El que forma parte de nuestro medio ambiente, forma parte de nosotros y, todos juntos, nos contaminamos para crear lo políticamente correcto dentro de este mundo lleno de apariencias. Damos vida al arconte bajo el cual nos sometemos, nos ensoñamos, nos dejamos llevar..., es el sentido de la vida: la misma apariencia, el valor que le damos a la soledad.

¿Buscáis vuestro lugar?
No os gusta esta, ¡pues montaos otra! Tenemos lo que nos merecemos. Luego, en el día de mañana, nuestras ondas cerebrales habrán recogido todo un registro de experiencias y, perdidas en una energía que no se pueda capturar, se convertirá en calor para viajar al origen del enmarañamiento junto con todo lo vivido. Será como soñar. Sin embargo, ¿qué clase de no inertes no tienen control de sus sueños? ¿Acaso no podrían volverlo todo más inercial?



Suficiente hasta aquí
quiero vuestros comentarios




No hay comentarios:

Publicar un comentario