martes, 19 de enero de 2016

Lo que me podría equivocar

Tengo a mis espaldas una tecnología puntera.
Sin embargo, debido a mi afán de ir a más no paro de darme de hostias
y, lo que es peor, no hay motivos para seguir luchando. No hay incentivos.
Hoy hablaré sobre esa palabra tan japonesa que mencioné en mi obra: benri.


Resulta que parece que se va a poner de moda el ser políticamente correcto, y yo también quiero meterme en ese debate. Para ello haré mención del capítulo donde la psicóloga del centro se aprovecha de un alumno de intercambio preguntándole lo conveniente que le resulta estar siendo protegido por sus mayores.


La soledad es un bien al que nos hemos acostrumbrado a tener y disponer. En este universo no nos queremos ni imaginar otra clase de destino, salvo el no poder encontrar a ninguna otra civilización. Con el fin de que no nos sintamos tan solos, los primigenios nos ofrecieron construcciones imposibles, porque ¿qué es la soledad?


Soledad es ser testigo de la grandeza de las apariencias y no poder compartirlo con nadie. El ser espiritual bien se puede nutrir del noúmeno para hacer sus viajes astrales..., viajes que le permite descubrir un sinfín de egoísmos que sólo él puede soñar sentir. Sin embargo, en cuanto uno se sienta solo en esos paraísos astrales, automáticamente ¿qué tendría de trascendente? ¿qué tendría de esencial o importante?

Es por ello que describo los mundos astrales en mi novela con un afán de enriquecimiento conceptual, donde se tiene la suerte de mezclar lo que se experimenta con lo que se espera uno encontrar. En esa fusión de conceptos podría viajar el yo para no experimentar soledad alguna y, sin embargo, cuando uno de los personajes acabó allí no pareció interesarle demasiado quedarse en ese mundo - aunque allí pudiera liderar a todos los vivos.

Pero volvamos al tema...

Trasgredir con la apariencia para luchar contra la soledad.
La conveniencia es un sustitutivo del deseo de que las cosas no cambien. Es una idea de deseo de conservación de que todo siga igual. Nos conviene generar apariencia de perfección. Poco importa si somos tan pulcros...

El utilitarismo de lo conveniente provoca que en realidad no nos demos cuenta de que hemos transvalorado un ídolo: hemos aceptado la realidad que vivimos y hemos trasvertido nuestra soledad

Algunas personas hacen cosas poco convenientes porque se sienten solas.
Cuando algunas personas dicen que los que visten diferente es para llamar la atención, corren el riesgo de generar la apariencia de que son como esa niña chillona a la que nadie hace caso, por cansina. Es cruel tratar a las niñas así, ya me lo contó una vez un amigo hace muchos años..., me lo dijo porque él nunca tuvo hermanas, y a mí me habría gustado tenerlo de hermano. Es difícil encontrar gente que te influencie para bien.

Pero ese es el papel de sentir soledad: tener la sensación de que otra persona es capaz de ahondar en el yo de manera que sea capaz de encontrar autenticidad en lo que se vive. La lucha por querer hacer que el mundo sea mejor es una forma de trasgredir contra la idea de lo que es conveniente.


Para luchar contra la soledad muchas personas se inventan muchas historias y éstas se convierten una manera muy conveniente de hacer vida. De ahí nace el engaño, aunque en mi obra me he procurado de no poner mentirosos..., todo lo más, discretos, crueles, bromistas..., son otras formas de mentiras, más lleno de cinismo, pero no se encaran contra una persona para decirle algo que realmente se piensa que no sea verdad..., o al menos en principio.

Detrás de una gran mentira hay la peor de las conspiraciones: una ley que todo el mundo desea.


Por eso parece que todo lo que tiene que ver con lo que nos parezca conveniente está destinado a ir contra la naturaleza misma de su espíritu..., ahora bien, ¿es cierto eso? ¿Es cierto que nos autocensuramos porque nos parece más conveniente? ¿Es cierto que a todos nos estresa la Lucha y las tragresiones y por eso nos desvinculan las conveniencias de la realidad? Pues no estoy del todo de acuerdo. Claro que no.

Muchos han sido los profetas que han querido guiarnos como si fuéramos idiotas por una senda más o menos adecuada. Y hay que decir que a esos a los que guiaron pudieron arrebatarles del mundo de las drogas, de golpear a sus parejas, de tener vicios en demasía..., ¿vamos a negar acaso la naturaleza violenta de los simios?

Por eso, algunos dogmas se convierten en unas buenas muletas para transmitir un mensaje. Aunque el marxista jamás admita el símbolo como un ente con valor en sí.


Entonces los símbolos, aun no teniendo valor, poseen unas directrices pedagógicas. Lo que no nos va a dar trascendencia, nos va a brindar una pedagogía. Va a permitirnos que podamos unirnos en la Lucha gracias a unas referencias comunes que permitan que seamos más concluyentes y autoritarios.

Las palabras, aun las que no tengan fuerza, se convierten en consignas, en una razón por la cual andar al unísono. En un mecanismo para entenderse y, por tanto, en una manera de reinterpretar la vida en comunidad. Nos juntamos para algo más, para que nadie se quede fuera.

¿Qué sería de nuestra sociedad si no nos aprovecháramos de los ídolos establecidos? De los memes que nos obligan a actuar de una manera o de otra... Si eliminamos esos parámetros, ¿qué haremos con los que se queden atrás? ¿Qué haremos con los que no hayan pillado la historia porque no están acostumbrados a leer entre líneas?


Detrás de todo un enredado de ideas siempre hay un tronco central que ayuda a asirlas todas juntas, antes de que vuelvan a dispersarse. Si somos capaces de dar con ese tronco y valernos de él para señalarlo como un pilar al que seguir, puede que muchos no vean el árbol por culpa del tronco, pero lo más importante es que, si lo tienen delante, tarde o temprano acabarán por alzar la mirada.



Me habría gustado compartir mi tecnología
pero algo me dice que va a pasar como con mi libro..., 
acabará desapareciendo incluido todo recuerdo.
Mis proyectos parecen haber sido una mala decisión.







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