martes, 23 de agosto de 2016

Comiendo besugos 1.

Hoy me ha dado por ponerme a comer unos cuantos besugos


Aunque no era muy dado a comer peces de río, el viejo mercader terminó de comerse el besugo y pensó: "Prefiero el salmón asado". Dicho esto, se dirigió al desierto donde encontraría al predicador del desierto.

Predicador: ¡Qué gran honor, señor mercader el verle pasarse por aquí!

Mercader: Menos guasa, lo que importa ahora es que quiero dejarte algo bien claro: no me gusta que uses mis mismas palabras para contradecirme.

Predicador: Querrás decir que no te gusta que se usen tus planteamientos como si no fueran lo que defiendes.

Mercader: Bueno, como te guste decirlo.

Predicador: Pues muy mal, porque yo nunca he hecho eso. Estás haciendo justo lo que dices que no te gusta que te hagan.

Mercader: ¡No! Me estás liando otra vez. En realidad he dicho lo que he dicho. Que no me gusta que uses mis palabras.

Predicador: Pero el que usen tus propias palabras para demostrarte lo errado que estabas es..., ¡cabello de ángel! Es una delicia.

Mercader: ¡No! ¿Lo ves? Eso es justo lo que no me gusta. Eso es horrible. Es lo peor.

Predicador: Imagina que vas conduciendo un coche y estás a punto de estamparte contra un muro ¿Qué quieres que te diga? Si sigues recto te estamparás contra un muro, o más bien, ¡Oh qué bien conduces!

Mercader: Bueno..., en ese caso ¿Pero cuál es el ejemplo para lo que tu dices? ¡Es lo mismo!

Predicador: No es lo mismo

Mercader: ¡Sí lo es!

Predicador: Para lo que digo que está mal es como si yo condujera y tú me dijeras "si yo condujera como tú entonces me estamparía contra los árboles"

Mercader: ¡Pues bien dicho que queda!

Predicador: ¡Para nada! La manera de conducir que yo tengo no es estampándome contra los árboles, de ser así, ¡yo no conduciría de esta manera! ¡Mala comparación!

Mercader: ¿Lo ves? ¡Siempre tienes que tener razón! No dejas...

Predicador: ¡Errror! ¡Lo has vuelto a hacer! Te digo que uses mis palabras para contradecirme, por lo que nunca busco tener razón. Si yo errara como tú no hablaría así,

Mercader: ¡Arrggg! Te dejo en tu..., agujero.







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