jueves, 11 de agosto de 2016

Conclusiones sobre el sentido del deber

Como creo que me comprometí a cerrar la serie,
desarrollaré sólo un par de comentarios al respecto
antes de volver a mis quehaceres mundanos
que no les interesa a nadie


Se ha hecho esta foto tan trivial bastante viral. Lo paradógico del tema es que es imposible, a estas alturas, que debiera generar polémica. Pero la razón por la cual genera polémica es porque, de vez en cuando, la sociedad vive momentos de retraso. Momentos de polución intelectual, o ética ¿Cuál es el sentido del deber? ¿Están las mujeres obligadas a ir en bikini, nos debe parece bien que puedan elegir llevar hijab, nos debe importar que jueguen en bolas...? 

La verdad sea dicha: nos parece normal ver a mujeres en bikini y jugadores de fútbol en calzoncillos porque se empezó a hacer obligatorio. Lo normal proviene de una antigua obligatoriedad.

Lo natural no encaja con lo civilizado
Tengo entendido que existe un estadio de fútbol donde lo natural es jugar de manera ortodoxa. Es decir, lo más extraño que se puede ver es darle con la cabeza, pero nada de voleas, saltitos,... El sentido de la competición, la imagen del deporte, se marca por unas reglas no escritas que afectan al juego. Sin embargo, cuando la imagen del jugador no afecta a las reglas, observamos cómo se están introduciendo en el debate asuntos bastante accesorios..., lo que sería políticamente correcto. Algo así como arquear el dedo al beber.

¿Nos incitan o nos excitan al cambio?
La libertad que deberían de tener las personas para expresarse suele estar cuestionada cuando se valen de fomentar una idea de trasgresión: esa cualidad que debe tener un mensaje para llamar la atención y desaprender un aspecto, en principio, destructivo. Entonces es cuando la dignidad y la honorabilidad empiezan a cambiar y trasmutarse. Todo depende de nuestro sentido de la toxicidad.


En los tiempos que corren, cada vez nos estamos haciendo más y más civilizados, razón por la cual aparecen unas mayores confrontaciones entre el mundo más salvaje y el más artificioso. Quizá este sea un buen momento para recordar que, efectivamente, mi libro también busca esa confrontación y que, al mismo tiempo, mi vocación de informático me obliga a buscar en las máquinas la manera de encontrar lo que más se le parezca a la vida.

Tanta importancia le he dado a mi trabajo que, en cuanto he leído auténticas aberraciones, no he podido evitar despreciar la mayor parte de la literatura que se escribe al respecto. Ha habido interesantes teoremas y resultados, pero están ocultos en mareas ingentes de tinta corrosiva con ganas de protagonismo. Todo eso también lo denuncio, de alguna manera, en la novela Luces y Espectros.


Así que lo que marca la indignación en las discusiones es el nivel de toxicidad, el uso de ídolos huecos, el manejo de conceptos que no son contingentes..., la historia de la filosofía nos ha advertido en varias ocasiones sobre la poca dureza de la buena de cierta clase de conceptos. La misoginia de Hegel, por ejemplo, achacaba a las mujeres su incapacidad para afrontar los debates más allá de lo superfluo. Es por ello que, desde mi blog, advierto sobre los que no pueden aspirar a ser filósofos por su tendencia a volver atrás.

Pekin. Hoy.
La idea de evolución nos obliga a definir al ser humano de una manera o de otra; lo más importante, para aquel que haya entendido lo que pretendo explicar en este blog o incluso en mi obra, es que tenemos poder para decidir cuáles serán nuestros ídolos, arcontes, memes..., que nos someterán. Nosotros configuramos nuestra misma realidad: nosotros somos los que decidimos qué es normal. De hecho, las reglas literarias, de hacer películas, de montar obras de teatro, musicales, poesía..., todas a la hora de incluir un mensaje se rigen por unos mismos recursos literarios que, los más astutos, pueden usar para la adivinación porque son un invariante que se cumple en todas las civilizaciones.

El pueblo puede determinar lo políticamente correcto.
Ocurrió con las cartas del Magic..., esas que se usan para jugar: nacieron de crear historias de rol; pero no vendieron. Las modificaron para montar como historia la invocación de criaturas. Y fue un éxito de ventas. Nuestra capacidad para crear patrones que siempre se repiten sobre figuras sin ningún significado necesariamente aparente, es la técnica que usa Ramón Campayo para  memorizar cartas o números al azar. Es por eso que yo uso la palabra clave arconte: para ampliar el término de meme y dotarle de cualidades propias de entes vivos - aun no estándolo. Es el zénit al que podría aspirar una máquina bien programada.


Pero no espero que la gente entienda mis reflexiones. Al fin y al cabo, la mejor manera de dar muestras de que tus ingenios tienen sentido es dándoles utilidad para dejar obsoletas las filosofías anteriores. Hoy día, por ejemplo,sigo leyendo aquí y allá asuntos pseudomatemáticos relativos al enfoque bayesiano en estadística..., otro ejemplo de toxicidad en la ciencia que, tarde o temprano, se tendrá que reparar. Igual que se deberá reparar por el reconocimiento de ingenios que se usan sin reconocer el verdadero autor, con su enfoque creativo completamente incompatible con la versión oficial.







Un saludo
y espero haberos ayudado
a la hora de entender 
qué conflictos valen la pena
mantener
No olvidéis cuestionarme


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