martes, 24 de enero de 2017

Los fallos propios

Hace poco me han respondido desde el Hospital
lo que creía que tenía que ser un error de ellos
todo apunta a que tuvo que ser algún equipo mío
defectuoso..., ese tipo de anomalías es como tener
un tiburón en la piscina. 
Hoy hablaré de la asunción de responsabilidades



En la novela Luces y Espectros la asunción de responsabilidades lo considero un deber propio de individuos de fiar. Para esta novela, me vi obligado a atribuirle esta cualidad a los varones, porque las mujeres iban a desempeñar un rol mucho más perfectivo. Como de enseñanza. Dentro de las debilidades que debamos admitir entre nuestros maestros, siempre debemos aceptar el tipo de enseñanza que nos toque recibir, por un lado con gratitud y, por el otro, con vigilancia

Una de las escenas más gráficas de la novela fue cuando ante uno de los personajes se le apareció una brigada del espacio. Es muy fácil de tener esta imagen en la mente: estás tan tranquilo en tu despacho y, entonces, aparecen de la nada unos cinco extraterrestres ¿Qué le debe de cruzar por la mente a una persona sana? ¿Debería de ser lo más sano pegar un grito y salir corriendo?

El concepto de valentía es justo de lo que voy a hablar. Fue objeto de los ejércitos del mundo el asociar la valentía a la temeridad. Creían que embriagarse con sustancias podía fortalecer la valentía de un soldado. Sin embargo, en la propia novela el personaje más valiente es también el más temeroso (el menos temerario): se nota que estoy especialmente en contra de esa definición.

La valentía es la capacidad para asumir los riesgos que se presentan y la realidad tal como se expone. Cuando se te presenta una figura espectral la valentía te permite VER la figura tal como es. Sin embargo existe una paradoja: aquellos que pueden ver al espectro, es posible que sea porque son temerarios, o quizá porque están demasiado drogados como para aceptar la complejidad del encuentro.

Cuando se nos presenta la oportunidad de ver algo que está nos toca aceptarlo, pero antes debemos de cuestionar nuestra capacidad para contemplar las cosas: ¿acaso no es cierto que hasta hace un minuto esa contemplación era teóricamente imposible? Esta cuestión más de uno la verá baladí, sólo espero que se comprenda de que no es así. Tampoco sé si correspondía explicar esto ahora, o incluso explicar lo que es la programación... Por ello, usaré este mismo texto como ejemplo: si no se entiende no se ve. Si no se ve no se acepta. Por tanto, si sólo sabes que no lo aceptas, ¿cómo puedes estar seguro de que fue debido a una fase anterior a la aceptación misma, al proceso de valentía? Dicho de otra manera: la teoría es que si no vemos es porque nos da miedo. Si nos da miedo es porque no somos temerosos de que eso sea posible. Y eso es posible quizá también porque no nos han programado los temores en el orden correcto.

Voy a cambiar un poco de tercio a ver si se entiende un poco mejor...

Decir que los hombres deben ayudar en el hogar es machista,
los que ayudan no se responsabilizan
Recordemos que hablamos de los maestros, a los que debemos agradecer sus aportaciones mientras vigilamos que hacen su cometido. Algo propio de la literatura misógina es utilizar al recurso lingüístico de la mujer para pintarla como un ente muerto y perfecto, destino al que debe llegar cardinalmente el varón, único portador de vida. Obviamente, estos enfoques muy poéticos no los acepto. Pero alguna apreciación, para esta novela, si se puede contemplar: sigo usando a la mujer como si fuera un soldado avanzado con respecto al hombre. Sin embargo, a diferencia de los misóginos, para mí la mujer es otro individuo más y, por tanto, imperfecta - con su propia misión personal. Como es de esperar, para este primer tomo, las misiones más fáciles o los puntos de partida más accesibles se da en los varones - por lo que la novela sigue pudiendo parecer que está enfocada sólo al varón..., cosa que no es del todo cierto. Aunque es difícil de ver.

Hace poco vi un documental sobre la consciencia. Me maravillé observando lo que los científicos habían descubierto sobre nuestro cerebro, y caía como un tonto: que si dos casillas de mismo color es interpretado de colores diferentes...

Edward H. Aderson te pregunta: ¿el cuadrado en A es del mismo color que el cuadrado en B?
La clave para entender todo esto, a mi juicio, y creedme si os digo que ando con una enorme seguridad al respecto, es decir que la consciencia nos permite jugar con un engaño que nos conviene. Es decir, que ser conscientes equivale a ser más expertos de la bola de humo que es la realidad física que le conviene interpretar a los animales, pero que no tiene en absoluto nada que ver con las leyes de la física.

Con tanto copyright, que me parece bien pero con ojo,
al final he tenido que capturar la pantalla
Si os fijáis en la segunda imagen, en realidad es nuestra consciencia la que nos dijo que el cuadro A y el cuadro B eran de distinto color cuando físicamente tenían la misma tonalidad. La consciencia es un mecanismo que ahorra recursos a nuestro sistema nervioso permitiendo la sincronización de ideas, pensamientos, sensaciones..., pero esa sincronización forma parte de un modelo simplificado de la física: el que permite a los animales sobrevivir. Es decir, la consciencia es nuestra Matrix.

Si hiciéramos un proceso de deconstrucción de la consciencia descubriríamos que la sanción de la consciencia no es la autoconsciencia, sino que más bien es al contrario... Uhmmm, ¿debería de definir la autoconsciencia?

Se supone que las criaturas cuya mente ha madurado para incorporar la autoconsciencia son aquellas que son capaces de reconocerse a sí mismas. Sin embargo, propongo un juego: combinemos el reconocimiento consciente con la definición que acabo de dar ¿Aquellas criaturas capaces de encontrarse a sí mismas? La presunción de que estamos en un sitio ubicable puede que forme parte del engaño.

En este punto (y no antes) sí que recomendaría leer un poco a Lakatos: pongámonos serios, ¿cómo definen científicamente la palabra autoconsciencia? Recomiendo usar el mismo baremo que cuando pretendemos definir lo que es un poliedro ¿Debemos usar la intuición o debemos usar una lógica más formal para no ser víctimas del engaño de la consciencia?

Espero que, poco a poco, pueda ir ayudando a comprender la complejidad real del asunto. La autoconsciencia, y esto me llevaría páginas y páginas explicarlo (con mi cita de Lakatos esas páginas ya escritas me las ahorro), la suelen definir como esa capacidad para descubrir tus propios sentimientos, tus sensaciones, etc.., ¿eso cómo se mide? ¿es científico? Para medir la autoconsciencia cogen al sujeto y le hacen un arreglo en un lugar de su cara, para ver si lo identifica a través del espejo. Ese arreglo en cuestión, ¿qué tiene que ver con detectar tus propios sentimientos? ¿Puede esa persona reconocer su propia voz gracias a esa prueba? ¿Si esa persona se mea en un árbol reconocerá su propio olor? Señores, la prueba está sesgada.

No ha faltado el experto que apuntaba que un animal era incapaz de soñar, cuando lo hacen; de imaginar, cuando sueñan; de ser engañados, cuando imaginan; de ser víctimas de fanatismos religiosos, cuando pueden ser engañados... No ha faltado el experto que pensaba que los animales no humanos no eran capaces de crear memes..., o más en concreto, los arcontes que menciono en este blog. Está claro que esos expertos no han visto lo que yo. Será que no interactuaron con sus ratones como yo lo hice con mis gatos. Pero no me extenderé..., por ahora.

Cuando somos víctimas de engaños, la mente debe seguir evolucionando la máquina memética que le permita funcionar mejor. Entonces es cuando aparece, para cada canal, una sensación de que la huella que dejamos proviene de nosotros. Es a eso a lo que suelen llamar autoconsciencia. Se trata de una forma de reconocer nuestra propia huella, concepto dependiente del canal en el que queda impresa. Nuestra incapacidad para reconocer la huella que dejamos nos sitúa en un estado evolutivo más cobarde, víctima de los arquetipos que ciegan o de nuestros propios sesgos cognitivos que fueron importantes para que nuestra especie sobreviviera.

Y, a todo esto, no es de extrañar que la novela introdujera el viaje a una conciencia más formal, más corrosiva - en cuanto a peligrosa. Lo que, según este blog era la escalera de Jacob: una manera de afrontar los miedos, de percibir la realidad más allá del engaño, de romper las barreras de la lógica del mundo de Anubis, de afrontar el reto de mirar la vida de frente y no sucumbir a la demencia por ello. Todo muy simbólico en el libro..., en ausencia de términos más técnicos.

Sin embargo, debeis disculparme lo espeso que estoy hoy, llevo intentando construir un álgebra para el lenguaje natural y no paro de darme de bruces..., así que estoy desquitándome en este blog. Como ya citaba antes, al final podemos encontrar distintos tipos de maestros que podemos usar como guía en virtud de la carencia que tengamos.

Para comprender el papel que ocupa la consciencia, lo mejor es simplificarse mediante la teorización sobre los límites que va a tener una máquina para empatizar con las personas. Efectivamente, ese es un buen punto de partida: en la novela las máquinas son vulnerables porque incorporan mecanismos introspectivos, y el cómo son usados los distintos mecanismos en la novela puede servir para entender cómo afrontan los individuos la consciencia:

1. Un televisor que puede cambiar la película que muestra.
2. Un videojuego que adivina cómo añadir más historias y elementos.
3. Un móvil que puede transformarse en un arma de fuego.
4. Un vehículo que te lleva a una reinterpretación de la propia realidad.

También se pueden considerar los distintos estados alterados de consciencia:

1. Persona sana que desconoce sus poderes.
2. Persona sana que se vale de poderes con responsabilidad.
3. Persona sujeta a los designios de alguien que maneja sus hilos.
4. Muerto viviente o golem. Persona convertida en vehículo.

A la hora de determinar cuáles son los límites que la tecnología no podía superar, se tiene que combinar las dos clasificaciones anteriores, en orden: el uno con el uno, el dos con el dos..., así es como vemos los espectros que tenía reservado para cada acontecimiento. Esa es la manera de identificar las huellas en la novela. Los espectros no se muestran tal cual, sino a través de su obra.

Huelga mencionar que el maestro de Lucía era Gustavo y, sin embargo, en realidad, desde el punto de vista de la novela, lo que le enseñaba Gustavo a Lucía, por muy inquietante que pudiera parecer, era irrisorio para la historia en sí. La verdadera enseñanza era lo que Lucía le reservaba a Gustavo, sobre el engaño del enamoramiento, la conveniencia de dejarse llevar por lo que realmente importa. Y lo que realmente importa, en ocasiones, no son las leyes de la física, o las guerras galácticas...

De la misma manera, parecería que Hansel le enseñaba a Silvia, porque él era más experto y conocía mucho mejor el videojuego. Sin embargo, leyendo con atención comprobamos que Silvia es la que realmente le enseña a Hansel y la que tenía más puntos de experiencia reconocidos. La que había encontrado una manera de jugar que Hansel desconocía.

Cualquiera podría pensar que Pedro experimentaba cosas que su propia madre desconocía, que ella dejó muchas cosas al azar. Sin embargo, saber manejarse con todas las piezas del tablero y disponerlas de la manera más adecuada para que sean tus ojos, tus manos..., esa era la preparación para la cual Pedro debía asumir que estaba falto con respecto a sus enemigos. Pedro no era tan capaz como todos sus rivales, pero podría manejarlos con información. Como le enseñó su madre.

Por último, la ausencia de responsabilidad ante un poder extremo puede convertirte en víctima de él. Ese conocimiento lo recogerá, al final del libro, quien asciende en la escalera de Jacob, el Jacob del libro. Y será Bastet la que se encargue de lidiar esa crisis, más allá de las desconfianzas de Anubis ¿Debemos tener fe en la humanidad?

Cuando en informática hay quien cree que las máquinas serán capaces de empatizar con las personas yo, en el fondo, sé que esa persona ha dado muy pocas clases (en un aula) en su vida. Las cuatro barreras que tiene un ordenador con respecto a las personas son las mismas que tiene un alumno con respecto a un profesor:

1. Border line. El orden normal de programación se le hace trascendente.
2. Confuso. Lento cuando le explicas, no retiene o no aprecia.
3. Bipolar. Si se lo explicas lento, se lo toma mal. Si aceleras, le frustras.
4. Hiperactivo. No está motivado para participar.

Estas cuatro enfermedades se pueden volver patológicas en el mismo instante en el que el profesor deba tirar la toalla, ahora bien: una persona normalmente sólo adolece de una de esas faltas (según me dice la experiencia). Sin embargo, he aquí el asunto: una máquina siempre adolecerá de las cuatro faltas, donde la culpa puede recaer contra el alumno (la máquina) o contra el profesor porque, como podréis apreciar, estas cuatro faltas son 100% relativas: si el profesor no es normal sus alumnos tendrán border line, la confusión puede venir de lo que enseña, puede no saber explicar o ser un plasta. ´

De ahí que un maestro sea otro individuo, con sus faltas y sus errores..., y que si se consigue crear empatía en una máquina, ésta, de alcanzar cierto grado de consciencia, verá las cuatro faltas en el ser humano.

Hoy día, ¿estamos legitimados para enseñar responsabilidad a los automatismos?
¿Para enseñarle a ser valiente y que acepte sus propios fallos de forma automática?




Ya desarrollaré un poco más todo esto
quiero vuestros comentarios
no permitáis que al final 
todo sea lo que yo diga






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