jueves, 2 de febrero de 2017

Inteligencias artificiosas en Política

Lo estamos viendo,
los jóvenes lo tienen claro
los mayores ya no lo pueden negar a la mayor
Las evidencias marcan tendencia
pero la política no quiere coger el guante
están perdiendo el discurso


En la novela Luces y Espectros hubo sitio para los juegos, la confrontación de inteligencias, los engaños..., resulta que ha trascendido una noticia que manifiesta la enorme seguridad que tienen en una universidad de EEUU de que ya han sido capaces de enseñarle a una máquina a jugar al póker. La técnica para conseguirlo sé que existe, desde mi punto de vista no me parece tan importante. Existen cierta clase de juegos que suponen un verdadero problema para la máquina antes que para una persona... Sin embargo, considero que esta noticia me conviene tocarla ahora.

De una forma o de otra, he estado incluyendo en los últimos días unas entradas sobre cómo ampliar el ajedrez a un nivel de campaña, así como del arimaa y del go. Estos tres tipos de juegos exigen una cierta capacidad técnica, según defiendo a través de un personaje en la novela. Son como tres tipos de comportamientos que tienen las personas a la hora de adoptar estrategias.

Sin embargo, existe también la figura del comandante. Es la de aquel que juega al estratego, al tijeras, papel o piedra... No me extenderé demasiado, porque podría explicar cientos de cosas al respecto. En cualquier caso, de lo que hablamos es de una manera de manejarse con los tres tipos de generales para obtener ventaja.

Ninguna mano debe ser superior y la manera de apostar
denota el tipo de juego para cada jugador

Hace tiempo, en la facultad, le explicaba a un compañero los fundamentos de los juegos de apuestas tipo póker, mus..., el jugador debía empezar perdiendo para aprender a ver cómo juegan los demás y, en virtud de cómo enseñen su juego (esto forma parte de las reglas del póker) uno iba determinando cómo debía de configurar sus propias estrategias.

Ya me he encontrado con muchas personas que alardeaban de ser buenos jugadores de póker, pero que, a la hora de la verdad, desconocían la regla de que cuando uno no ve un envite tenían derecho a no mostrar cuál era su juego. Esta regla es, de hecho, fundamental para la campaña del comandante.

Un buen comandante debe examinar y hacer diagnósticos con un marcado caracter científico. Debe examinar para cada jugador qué clase de juego tiende a apostar, qué tipo de comandante es y, por tanto, cuáles son sus reiteraciones. A una máquina ese tipo de cálculos le resultará sencillo cuando:

1. Los jugadores tengan un elevado y parecido nivel. 
2. Las reglas tácitas del juego sometan a los jugadores mediante sesgos cognitivos.
3. Exista una gran cantidad de posibilidades difíciles de calcular y tasar para cada partida.

Al final, en definitiva, el póker, no me parece un juego lo suficientemente complejo. Salvo que:

1. Se incluyan "primos" con crédito infinito.
2. Los jugadores sean de distintas culturas.
3. Se juegue con cámaras.

Por otro lado, después de 120.000 manos, jugando varias horas al día, la máquina es un terminator que no se cansa y todo lo almacena..., si es siempre con los mismos jugadores, esos jugadores no tienen instinto para almacenar tanto acoso.

En cualquier caso, ya hace tiempo desarrollé un juego al que le puse nombre y todo (el palique, siempre gano un montón poniendo nombre a los juegos), que fue diseñado para estudiar, efectivamente, la teoría de juegos.

Partimos de tantos jugadores como quieran jugar, cada uno con dinero para apostar. Cada uno dispone de cuatro cartas y deben elegir una de las cuatro para jugar. En cuanto pongan su elección boca abajo sobre el tapete, se hace una ronda única de apuestas como en el póker. 

¿Quién gana? Pues dependerá de las siguientes reglas:
0. Se puede elegir entre as, sota, caballo o rey.
1. Si al mostrar las cartas hubo un rey, los ases se reparten la apuesta.
2. Si al mostrar las cartas sólo hay una sota, si no hay reyes entonces se lleva toda la apuesta.
3. Si no se dan los casos anteriores, a la carta más alta: (1, 10, 11, 12).

Este juego hace que algunos jugadores se sientan más seguros eligiendo entre dos posibles cartas principalmente. Sin embargo, en el mismo instante en el que cierto jugador se sepa que siempre escoge la misma o cuál ha escogido por cuánto apuesta o cómo reacciona, entonces su juego está vendido.

Lo interesante de este juego es que, como ocurre con el mus (mejor que con el póker) los jugadores tienen la posibilidad de desarrollar una conversación al mismo tiempo que juegan. Esto es lo que permite poder asociar comportamientos con la manera de jugar/apostar ¿Ha sido ésta una jugada heterodoxa en el jugador? ¿Por qué se puso a apostar fuerte y luego hizo un coito interruptus? ¿Acaba de cambiar su manera de ver al resto de los jugadores?

Todo esto forma parte de un lenguaje introspectivo con respecto a las reglas del juego y, resulta, que determinar ese metalenguaje acaba siendo siempre incompleto - por lo que siempre existirá la posibilidad de encontrar otro jugador con capacidades mucho más introspectivas que pueda vencer a nuestra actual máquina.

Sin embargo, aquí pasa como lo que ocurre siempre: ¿hasta dónde está justificado el cálculo del engaño? Si le das a esta máquina un vaso con veneno, y otro te lo sirves a ti, lo único que justifica la inversión de este cálculo es el pensar que quien adoptó la decisión tuvo que pasar por tales procesos cognitivos.
El representante político elige sus jugadas en virtud del
lenguaje introspectivo que le da el votante y su seriedad
Estoy plenamente seguro. Hay un conjunto de cosas que los votantes se toman muy en serio. Y éstas no forman parte aún del discurso político. Será cuestión de tiempo antes de que cualquier cosa llegue y se atribuya el discurso, como ha pasado en EEUU con Trump.







Quiero vuestros comentarios
No dejéis sentar ningún dogma







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